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TEXTO LA BRUJA


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2016  •  Apuntes  •  1.430 Palabras (6 Páginas)  •  290 Visitas

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LA BRUJA

Viste con falda larga, blusa larga, corsé, vestuario clásico de la época 1530. Vive en el bosque, clima frio, hay un lago cerca. Objetos: 3 Velas, hierbas, un recipiente para quemar (No se cómo llama jaja) y sal. En la escena se ve un crucifijo, candelabros y una imagen religiosa rota. En la parte donde dice texto en latín, se proyecta video sobre brujas y santa inquisición, satanismo.

Juego de voces, alaridos y cantos sutiles, baja volumen para iniciar con el texto.

-No deben entrar, tengo que evitar que entren. Romperán las maderas y sacaran los clavos, prenderán fuego y ardera mi casa, ardera mi hijo y mis ojos se pondrán blancos. Necesito evitar que entren. No me queda mucho tiempo y he estado oculta por días. Amo a mi familia, pero esto está más allá de mí.

Avanza y sale de la mesa para incorporarse, toma asiento, sigue su vela encendida.

Hace un año comenzó todo, no teníamos dinero,  recogíamos agua del rio para beber y el pan era escaso. Mi esposo siempre fue alcohólico. Muchos me señalaban, decían que era mala mujer, no suficiente para él, por ello el salía a los callejones a buscar faldas y calor por las noches. Llegaba ebrio, violento y sínico. Aunque tenía clientas que pedían que cociera sus prendas no era suficiente, mi hijo tenía hambre.

Fui creyente por tradición y obligación familiar, no serlo era prohibido, mal visto. Cuando alguien hacia algo malo nos daba azotes en la espalda, rezaba todas las noches…

En invierno mi hijo enfermó, tenía fiebre, tos, sangraba por su garganta y su ano, tenía hinchado su estómago y apenas podía hablar. Una madre hace lo que sea por salvar a su hijo. Hice todo. Hice todo lo que estaba en mis manos…

Se levanta y se dirige hacia sus plantas, corta unas ramas y las va colocando cuidadosamente en su recipiente.

Esa noche no podía conciliar el sueño, estaba desesperada por la salud de mi hijo, mi esposo no estaba en casa y no podía hacer nada, llore tantas horas seguidas que me perdí en el tiempo.

Un ruido se acercó a mí, la ventana que daba a mi cabecera se oscureció. El aroma que cubrió la habitación era horrendo, no podía respirar bien, no podía moverme. Rece las oraciones de salvación a su señor, rece con pavor y miedo. De pronto arriba de mi tenía algo que no podía explicar, quería gritar, quería correr, no podía siquiera mover un dedo. Mis ojos parecían hipnotizados, no podía moverme. Tenía miedo que algo le pasara a mi hijo.

Su rostro era largo y grisáceo, sus ojos estaban hundidos y eran negros, su boca era una cavidad profunda, oscura y de ella salía algo viscoso muy oscuro, me tomo por los brazos y me levanto. Podía sentir como me sofocaba el pecho.

–Quieres que tu hijo sane, ven a mí. Me lo dijo en silencio, sé que me lo dijo.

No sé cómo explicar lo que sentía, lo que pensaba. Mi esposo de pronto entro a la casa golpeándose con los muebles, ahogado en vodka, caí al piso y estaba sudando frio.

Se para y prende otras 2 velas, las cómoda en una parte del escenario en forma de triángulo.

A la mañana siguiente sabía bien lo que tenía que hacer, fui al bosque y corte unas hierbas, recogí 3 piedras del rio, arranqué ramas secas e hice lo que en mi sueño aquel ser me indico. La pócima estaba lista y mi hijo la tenía que beber.

Caliente, en pleno hervor, le abrí los labios e hice que la bebiera, no se quemaría la garganta, con este líquido no. Horas más tarde me pedía que le diera comida, tenía hambre.

Estaba tan contenta, mi hijo recupero la sonrisa, sus mejillas eran rojas y tenía el brillo en sus ojitos. Sane a mi niño. José mi marido, seguía aun en cama por la resaca que tenía.

-Ejército de la verdad ven a mí y llévame ante el enemigo, ilumíname y déjame pertenecer a tu poderosa armada, dame el poder.

Lo dice exclamando, colocando las hierbas en medio de las tres velas.

Mi fe ha cambiado y feliz estoy por ello. Aquella noche vendí mi alma, mi ser y mi cuerpo a cambio del conocimiento y poder para sanar a mi hijo. Hoy soy instrumento de mi señor, y me despojo de todo lo relacionado al cristianismo. Podrán odiarme, detestarme, desterrarme, quemarme, pero mi recompensa y esperanza se refleja en el brillo de los ojos de mí niño. Ha valido la pena.

Se sienta de nuevo cerca de la mesa donde tiene sus plantas

Por los meses siguientes ya no importaba lo que José hiciera, si llegaba a casa o no. Realmente solo veía por mi hijo, por mi bosque, por la noche y las sombras.  Fiel ciervo a sus mandatos.

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