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UNA CALLECITA LLAMADA TACUARÍ


Enviado por   •  14 de Octubre de 2012  •  1.577 Palabras (7 Páginas)  •  305 Visitas

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UNA CALLECITA LLAMADA TACUARÍ

Era un día de Septiembre en la pequeña ciudad de Suipacha, el sol calentaba, pero no quemaba, una pequeña brisa sacaba una sonrisa de cada integrante de la ciudad.

Después de un agotador día de trabajo en el teatro, la joven - de pelo oscuro peinado en trenzas enroscadas, vestida como una adolescente de otra época, con una pollera verde, hasta los zapatos, que se movía con cierta soltura al caminar y una blusa blanca con encajes que dejaban ver su piel oscura sin revelar demasiado – volvía a su casa por un camino distinto esta vez, pues tenía ganas de un cambio.

Luego de una mañana muy tranquila en la galería, el frustrado pintor volvía a su casa por el camino de siempre. Sus camisas manchadas de pintura ya no eran las mismas de unos años atrás, sus pantalones negros ya eran de un color gris verdoso, resultado de tantos lavados con agua ras para quitarle las molestas machas de óleos y témperas. Su cara demostraba un evidente cansancio de pintar siempre lo mismo, aburridos paisajes con ríos y montañas de colores. Quería algo distinto, algo que le cambiara su vida, su arte.

La joven pensando en qué haría para comer, cruzaba la calle Tacuarí sin prestar demasiada atención, cuando un auto azul pasó muy cerca de ella y vio un hombre de aspecto triste, cansado, aburrido. Pero algo la cautivó de esos ojos rasgados, algo que la hizo feliz, que quitó todo pensamiento de su cabeza. Tenía que averiguar quién era, cómo se llamaba, a qué se dedicaba. Debía pasar su vida junto a él, ese instante en que sus ojos hicieron contacto, se lo aseguraba.

El pintor venía por la calle Tacuarí a no mucha velocidad, sin prestar demasiada atención cuando pasó muy cerca de una mujer de aspecto alegre, soñador, pacífico, alentador e inspirador. Su caminar lo cautivó, no podía dejar de mirarla. Tenía ojos claros que contrastaban con su morena piel, tenía que averiguar quién era, cómo se llamaba, a qué se dedicaba. Debía pasar su vida junto a ella, ese instante en que sus ojos hicieron contacto, se lo aseguraba.

El auto siguió y la joven no podía mover sus piernas, estaba como petrificada, ¡estaba enamorada! Un niño parado en la vereda, había sido testigo del amor a primera vista de los dos extraños. Éste le gritó a la joven: - “GBP 114”. O podría haber sido -“GVP 114”. Sea cual fuere el correcto, la esperanzada mujer tenía dos caminos por recorrer y lo haría.

Mientras, el pintor aceleró su andar para llegar a su casa lo antes posible, pues su vida tenía un nuevo sentido y su don, una nueva musa. Ni bien cruzo la puerta de su morada preparó sus óleos y pinturas, sus pinceles y brochas, sus lienzos y hojas y empezó a pintar hasta el anochecer. Después de mucho tiempo, se sentía completo, satisfecho, feliz. Era el amor, era aquella joven quien protagonizaba todas sus obras. La representaba de muchas formas pero todas tenían aquellos ojos que habían atrapado al ahora dedicado pintor, porque evidentemente, Él, ¡estaba enamorado!

Al día siguiente, la mujer no asistió al trabajo, ya que su único objetivo en mente era averiguar a quién pertenecía el auto, cuya patente era GBP 114 O GVP 114. Ella tenía miedo, no sabía por cual preguntar, pues cada una le decía algo distinto. La letra V le daba indicios de que aquel hombre podía ser: vengativo, villano, vago, vicioso, venenoso; hasta incluso se cruzó por su cabeza ¡un vampiro! A su vez, la letra B le daba otras ideas: bondadoso, bueno, benigno, bonito, beneficioso. Evidentemente, la pista GBP 114 parecía mucho mas sana y llamativa que la otra, pero por razón alguna sentía aún una excesiva intriga por aquella V.

Finalmente decidió buscar a aquel travieso niño que le gritó la importante pista. Volvió a pasar por la calle Tacuarí a la misma hora que el día anterior. Sin embargo, el niño no estaba. Ella preguntó a los vecinos de la cuadra si lo conocían, pero parecía que aquel chico no había existido nunca. Nadie parecía saber de él.

Al mismo tiempo, el aún entusiasmado pintor, a pesar de no haber dormido en toda la noche, continuaba con sus trabajos en la galería, ya que se aproximaba su primera exposición. Pero esa mañana había sido distinta. Él era otro. Con excitación regaló todos sus antiguos y elaborados cuadros y empezó a planear como sería la muestra de su ahora interesante y elaborado trabajo. Abrumado por la felicidad que sentía no se paró a pensar cómo haría para volver a ver a esa mujer, ahora, su mujer. Pero eso no le importaba, sabía que el destino- pequeño,

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