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Un hombre triste


Enviado por   •  21 de Febrero de 2016  •  Apuntes  •  1.471 Palabras (6 Páginas)  •  356 Visitas

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Cuento

Un hombre triste
Por Luis Manuel Espinoza Juárez 2º “B”


Las palabras pueden pesar más que todos los actos, 6 simples palabras pueden lastimar más que el mismo número de balas.

Hace ya tiempo conocí el trágico alcance que llegan a tener las palabras, lo viví de cerca y en silencio.

Vi a un hombre consumirse lenta y dolorosamente, entrar poco a poco a ese pequeño y profundo pozo en el que yacen todos aquellos con ese instinto suicida de todos los valientes, de los que se arriesgan, de los que deciden creer, y de quienes deciden intentar lo impensable, "Allí abajo están los buitres que devoran los corazones in consumibles".
 Vi el alma de mi amigo abandonar la habitación, la casa, la ciudad, hasta que se alejó y alejó cada vez más hasta que abandonó incluso la tierra; vivir sin alma es posible, y ciertamente hay buenos ejemplos de quien lo ha logrado, pero vivir y sentirse con vida son cosas distintas, a veces no se vive, a veces solo se ven acabar los días.

Cualquier humano que le hubiera visto, a pesar de no saber nada sobre condición, cualquiera, sospecharía que algo andaba mal en el, lucía como un condenado a muerte, lucía acabado y moribundo; Ese pobre hombre estaba tan triste que incluso su andar era melancólico, como si pudiera romperse y caer de rodillas en cualquier momento.

Arrastró su cuerpo durante horas hasta que llegó a casa, nada de lo que hubiera dentro le interesaba, la razón de su sonrisa lo había abandonado, ahora solo le quedaba una cosa en todo el mundo.
Abrió lenta y pesadamente la puerta, yo le seguí de cerca para evitar que hiciera una tontería, pues él no era del tipo de hombres que pueden vivir sin alma, los artistas no podemos darnos esos lujos más que solo por momentos, no podemos darnos el placer de guardar nuestros espíritus en un cajón como todos los demás hombres en este mundo; siempre amigos míos, seremos víctimas de nuestra propia pasión.
Sentir demasiado también mata.

Una vez dentro, caminó lastimosamente hasta su estudio, ni siquiera me vio entrar. Se sentó entonces al piano, y ahí dejó caer todo lo que pesaba sobre su espíritu, su gran tristeza estalló en sonido, de no haberlo hecho en ese preciso segundo, su carga habría desgarrado aún más su pobre ser; luego de unos cuantos segundos se volvió evidente, mi pobre amigo tenía el alma rota y ya no había más nada que hacer, sus notas eran seguras pero con aire incierto, escucharlo te provocaba una sensación pesada de duda sobre hacía donde lo llevaría tanta tristeza. te hacia imaginar una varita que es arrastrada por un río que poco a poco crece hasta convertirse en un mar, pero la varita era un hombre y al caer en el mar de la tristeza este se pierde para siempre, jamás volverá a ser el mismo, jamás...
 Pero el parecía haber ya aceptado su suerte y no se resistía al frío abrazo de la melancolía; Hay una sensación profundamente miserable en saberse perdido, en saberse ya sin ilusión o esperanza de volverse a encontrar, de volver a ser; Lo escuché tocar ahí calladamente por horas y horas, lentamente las manecillas de mi reloj dejaron de medir mis minutos y mis horas, es gracioso como el tiempo deja de significarnos algo a causa de tantas cosas, alegría, tristeza, amor, muerte, tranquilidad, el tiempo pierde significado siempre que algún hombre acaricia entre sus manos algo de esto.

Mi amigo sangró en el piano toda la noche. Lo vi dejar caer gruesas y amargas lágrimas sobre las teclas de su amado, también negaba con la cabeza con fuerza, apretaba los labios y ahogaba gritos. Sus ojos estaban tan rojos que parecía que sus lágrimas pudieran convertirse en sangre en cualquier momento, pero no;
Me quedé a su lado toda la noche, sin decir palabra alguna, solo lo vi deshacer su memoria en el piano hasta que ya solo quedaba un instinto salvaje que le obligaba a continuar.

Por momentos fingía tocar con un enorme odio y enojo, pero luego una simple nota hacía notar todo el engaño, el enojo no ha sido nunca nada más que una tristeza disfrazada.

Intentaba remendar entonces su obra con algún allegro, pero estos se volvían a melancólico en pocos segundos, sus pobres intentos por salir de ese agujero en el que se encontraba, se asemejaban a una mosca tratando de escapar de una telaraña, cada vez que se mueve para intentar salir, se rompe algo nuevo.

Después sus ojos comenzaron a llorar sin parar, las lágrimas escurrían por sus mejillas y su barbilla, para después caer sobre sus inquietos y humeantes dedos, y luego, en segundos su rostro se tornó opaco y sus labios dejaron de temblar, sus gritos silenciosos cesaron de golpe con un último suspiro.

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