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Unidad Didáctica 2 Dimensión afectiva de la persona


Enviado por   •  4 de Febrero de 2016  •  Apuntes  •  3.757 Palabras (16 Páginas)  •  309 Visitas

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Unidad Didáctica 2

Dimensión afectiva de la persona

La dimensión afectiva de la persona

La afectividad es la forma especial de captar la realidad, no siendo indiferente a ella.  El modo en que la realidad se nos muestra como valiosa o no valiosa, viéndonos afectados positiva o negativamente por ella.

La afectividad se forma a partir del constituyente intrínseco de la persona y el componente externo el cómo una u otra situaciones o manifestación es capaz de conmover olvidándose a veces de la voluntad y la inteligencia. A veces la afectividad brota espontáneamente  y hasta exageradamente; otras, obedece al control de la voluntad y la inteligencia.

Los sentimientos entre el cuerpo y la mente

Los sentimientos se refieren al estado de ánimo que embarga a una persona, afectando principalmente la mente.  Es algo intrínseco muy individual  

“Los sentimientos forman el corazón del ser humano, del cual procede todo lo demás”

El sentimiento es una poderosa realidad humana, que es preciso educar, pues no en vano los sentimientos son los que con más fuerza habitualmente nos impulsan a actuar.

El filósofo José Antonio Marina afirma que la parte del cerebro que gobierna la inteligencia se adapta mejor y más rápidamente que la parte que gobierna los sentimientos “el sistema límbico”.  Encuentra que en la cultura occidental se han separado los sentimientos de la inteligencia, menospreciando los primeros y favoreciendo la segunda. Se ha fortalecido así la ambición por el saber en la mayoría de los intelectuales que en el fondo son individuos tristes, solitarios, que esconden su melancolía mostrándose casi vanidosos por sus triunfos y hallazgos; se ven afectados finalmente en su salud atacados por el estrés, virus o enfermedades raras que provienen de la falta de afecto o familia.

Los sentimientos en la historia

A través de la historia de los hombres los sentimientos han marcado sus destinos.  Los testimonios literarios más antiguos datan desde los tiempos mitológicos cómo los dioses y diosas libraban largas batallas a raíz de algún sentimiento emanado por alguna acción positiva o negativo de alguno de sus semejantes.  El amor, los celos, la vanidad, han despertado sentimientos que han movido el corazón del hombre para actuar.

Las obras de Homero llenas de sentimientos micos y humanos, refiriéndose a La Guerra de Troya, han sido sin duda las que marcaron no sólo, todo el compendio literario, sino la cultura occidental en todos sus sentidos.

En las luchas entre civilizaciones han reinado los sentimientos y la vanidad de los monarcas de imperios que hicieron cambiar culturas completas y hasta los destinos de sus pueblos.  

Así mismo los súbditos se han revelado y levantado contra sus verdugos por sentimientos de patriotismo y amor por sus costumbres y ancestros, sacrificando hasta sus propias vidas en alas de rescatar lo perdido o negado (libertad) por el opresor.

Según la sagrada Escritura y la tradición.  Ya el Antiguo Testamento insiste incansablemente en que Dios no mira tanto las obras exteriores, la oración de los labios, o los sacrificios, como el corazón, como los auténticos sentimientos de amor, de obediencia, de penitencia. Dios se queja del corazón obstinado de los israelitas, de sus sentimientos adúlteros, torcidos (Is 6, 9; 29, 13). Las promesas mesiánicas llegan a su punto culminante con el anuncio de que el Señor purificará a su pueblo de sus pecados y le dará un corazón nuevo,(Is 51, 7; Ez 36, 26). "Y les daré otro corazón, y pondré en ellos un espíritu nuevo; quitaré de su cuerpo su corazón de piedra, y les daré un corazón de carne" (Ez 11, 19). Dios quiere el sentimiento interno de penitencia: "desgarrad vuestros corazones" (Ioel 2, 13).

Cristo proclama con toda energía la importancia de los sentimientos, especialmente en el Sermón de la Montaña (Mt 5 s). Ofende a Dios no sólo la acción, sino también el pensamiento y la concupiscencia, el sentimiento interior. Por eso: "Dichosos los que tienen un corazón puro" (Mt 5, 8). Es el corazón la sede de los sentimientos, en particular del amor. El corazón tiene que ser "puro", vacío de falsos amores, de torcidos sentimientos. Cuando el corazón es puro, va derecho, por la fuerza de su misma naturaleza, hacia el objeto verdadero del amor. Entonces su mirada amorosa se eleva hacia Dios, hasta poder "contemplarlo"

Los teólogos, los grandes místicos de la Edad Media encarecen la importancia de los sentimientos y disposiciones interiores frente a la actividad puramente exterior.

 Para san Agustín, "lo decisivo no es la obra exterior, sino el sentimiento moral"      

Los sentimientos según Lutero y la filosofía moderna.  Al esfuerzo optimista de la Edad Media por querer establecer en el mundo el orden querido por Dios se opuso Lutero con su juicio pesimista sobre las posibilidades del orden y sobre el corazón humano. Era una media vuelta, dando la espalda a la responsabilidad ante el mundo, a la despreciable "justicia de las obras", para tornarse exclusivamente hacia la "pura interioridad", donde la gracia victoriosa gobierna el corazón "totalmente descarriado". En su lucha contra la Iglesia creyó descubrir en la obediencia a la autoridad eclesiástica algo que pugnaba con los auténticos sentimientos cristianos, como si la verdadera obediencia a la Iglesia no pudiera compaginarse con los más sinceros sentimientos del corazón y no se ordenara, por los sentimientos que la animan, hacia Dios (Mt 18, 17 s). Al decir que toda obra buena debe ir animada por la fe y realizada por una libre y alegre voluntad, no hacía Lutero más que repetir una doctrina moral ya muy antigua en la Iglesia católica.

La ética de Kant es también sin duda una ética de sentimientos. Pero en su doctrina, los sentimientos quedan atrofiados por una voluntad árida y sin emociones y por la conciencia del deber. También nosotros colocamos la decisión moral en la libre voluntad, como Kant, pero su mundo moral nos parece demasiado pobre, ya que para él no cuenta sino "la buena voluntad". La insuficiencia y desolación de la ética de sentimientos de Kant está, sobre todo, en que, según él, todo sentimiento para con Dios es inútil y absurdo, pues Dios no puede recibir nada de nosotros.

En conclusión, los sentimientos hicieron parte de la formación del hombre y a través del tiempo han invadido sus corazones, haciéndolos actuar de una u otra manera según sean sentimientos negativos o positivos.

José Antonio Marina en su Diccionario de Sentimientos sostiene que la inteligencia es ante todo lingüística y divide los sentimientos en 22 grupos según las palabras que los expresan, hace énfasis en que el sistema límbico es muy difícil de controlar y llama la atención el hecho de que a los occidentales les interesa más los triunfos a  partir de la inteligencia abandonando el aspecto sentimental.  He aquí otro tipo de hombre moderno de finales del siglo XX y principios del XXI.  “El siglo XXI será para quien tenga el conocimiento”, es el lema que hace mover a este nuevo hombre en cada pueblo o aldea. Este tiene que ser también otro tipo de sentimiento “El de querer salir adelante a toda costa” , especialmente desde los países subdesarrollados.

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