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ÉTICA Y DEONTOLOGÍA PROFESIONAL.

Gustavo GaticaMonografía7 de Diciembre de 2015

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ÉTICA Y DEONTOLOGÍA PROFESIONAL

UNIDAD 1

La Ética como disciplina filosófica del obrar humano

Objetivo: Lograr una visión integradora de todas las disciplinas científicas

Bibliografía de la Unidad:

Apuntes de la Escuela Superior

Fundamentos metafísicos del paradigma transpersonal, Capítulo 1. Edit. Dumkem.

G.L. Fiscalini. 1999

“Magia o ciencia... Mito, Realidad”. Introducción. Capítulo 1 (Pág. 27 a 34 y página 41 a 45) Capítulo XI (páginas 255 a 261) Ed. Dumkem. 2001

“El camino de la liberación en el siglo XXI”, punto 1 (Pág. 27 a 31) y epílogo. Edit. Dumkem. 2002

¿ES LA FILOSOFÍA UN SABER ESTRICTO?

La cuestión propuesta por la filosofía es qué SOY YO y QUE ES EL MUNDO, existiendo esa circunstancia sin hallarse expresamente formulada.

Esta circunstancia hace presa del hombre por estar inserta en la propia raíz del hombre.

Cuando esto ocurre, cuando esta interrupción se produce, la filosofía puede empezar aunque también puede no empezar si esta conciencia del problema tiene lugar en una situación en que se dispone de antemano de una respuesta no filosofada.

Es así como la cuestión de la filosofía puede irrumpir y no hacer sin embargo que la filosofía tenga comienzo.

Así, sólo en el caso que uno haga de aquella cuestión (confusamente vivida o lúcidamente percibida) el sacudimiento inicial que la mueva a formularla expresamente y hallarle solución en un conocimiento válido, esa cuestión vendrá a ser el planteamiento del problema filosófico cuyo riguroso esclarecimiento es el ejercicio del filosofar.

DE SI LA FILOSOFÍA ES CIENCIA

El esclarecimiento riguroso, preciso para que haya filosofía, se entendió por lo general como la exigencia de un conocimiento riguroso. En consecuencia, la filosofía se concibe como ciencia, realizándose como el edificio completo, sistemático y definido de los conocimientos sobre el hombre y el mundo.

La historia de la filosofía no sólo no nos muestra el edificio imponente de la verdad filosófica, sino que hace falta “Solicitar Dulcemente los textos” para ver en ella las posibles partes esparcidas, reconocibles por todos, de la fábrica soñada.

La verdad es que esta manera de entender la verdad filosófica, que la asimila a una ciencia, entra suponiendo varias cosas. Prescindiendo de otras, ella supone, en primer lugar, que el tema filosófico puede descomponerse en una serie de objetos ya dados fuera del que filosofa y de manera igual para todos.  En segundo lugar, aquella manera de ver supone en el que filosofa la existencia de un órgano supraindividual y fijo de captación de esos objetos.

Es así como la historia de la filosofía nos muestra en toda gran filosofía una ineludible presencia de la INDIVIDUALIDAD del filósofo; algo hay siempre en ella de autobiografía, bien que se trate de un bíos, de una vida cuyas dramáticas vicisitudes escaparían al más sagaz de los ayuda de cámara. Por eso, para entender una proposición de la física o la matemática basta con el puro conocimiento; pero un filosofema por sí mismo es casi una fórmula huera, algo sin valor de credibilidad ni peso sin el itinerario del espíritu que condujo hasta él.

A la verdad filosófica no se puede acceder con un puro conocimiento. Suponiendo que sea un conocimiento, la verdad filosófica es en todo caso una verdad vívida. VERDAD PERO TAMBIÉN VIDA.

LA FILOSOFÍA, CABALLERÍA DE LA ORDEN DEL CONOCIMIENTO

La filosofía es conocimiento, pero también es vida; la filosofía como ciencia ignora supinamente: que la filosofía no existe tan sólo en el enunciado de axiomas evidentes y verdades demostrables, sino que admite la efusión subjetiva; que la verdad filosófica puede ser una verdad apasionada, y se la puede expresar hasta en exclamaciones.

La filosofía supone la concreta vida humana; parte de esa rica experiencia vital donde hemos dicho que los temas de la filosofía tienen su voz. Sin embargo, aunque supone una base, la filosofía impone su autonomía en cuanto se constituye como esclarecimiento riguroso, como interpretación sistemática y racional de esa experiencia. En cuanto a eso, la filosofía es un conocimiento. Pero construido a lo largo de un laborioso itinerario de la vida humana.

Por eso, en la historia de la filosofía, comprobamos que filosofía auténtica culmina con una ética. No sólo en una ética como teoría de la moral, sino en una invitación  a someter la verdad filosófica a la prueba de la vida

Surgida de la vida, la filosofía sólo se acaba y cumple en una vida, cosa ésta que no le ocurre a ninguna ciencia.

Es así como la historia de la filosofía nos muestra a las distintas filosofías como confidencias conceptuales que se corrigen mutuamente al infinito; como coincidencias conceptuales sobre una verdad inmanente a todas ellas.

La filosofía ha querido ser una ciencia, un conocimiento vívido y militante; sabiduría individual y sólo así, sin embargo de veras universal.

La historia de la filosofía tiene sus comienzos hace 2.500 años; comienzo no es lo mismo que origen; el primero es histórico, el segundo es donde nace el impulso que mueve a filosofar, es múltiple porque del asombro sale la pregunta y el conocimiento, de la duda de lo conocido (histórico) el examen crítico y la clara certeza.

El filosofar es como un despertar de la vinculación a las necesidades de la vida. El despertar mirando las cosas a nuestro alrededor preguntándonos qué es aquello, de dónde vendrá. Al satisfacer el asombro con el conocimiento, se anuncia la duda que se vuelve metódica; pero lo decisivo es cómo y dónde se conquista (duda) a través de ella misma el terreno de la certeza. Es decir vivo entre y para las cosas sin pensar en mí, en mis fines, más bien olvidado de mí y satisfecho de alcanzar conocimientos.

Siempre nos encontramos en situaciones, ellas cambian; las ocasiones se suceden y si no se aprovechan, no vuelven más. Las situaciones como, por ejemplo, padecer, luchar, muerte, son límites, no podemos salir de ellas y no podemos alterarlas; entonces nos encontramos en situaciones concretas que manejamos a gusto y reaccionamos de acuerdo a nuestros planes, impulsados por nuestros intereses vitales. A las situaciones límites reaccionamos cuando nos damos cuenta realmente de ellas, con la desesperación.

Llegamos a ser nosotros mismos en la transformación de la conciencia de nuestro ser.

Mientras somos felices, no sabemos de otras cosas que las de nuestra inmediata circunstancia; en el dolor, en la flaqueza, nos despertamos cuando salimos del trance, y luego seguimos viviendo olvidados de nosotros mismos por la pendiente de la vida feliz.

Pero el hombre se vuelve prudente con semejantes experiencias, se asegura; se congrega en sociedad para poner límites y eliminar la lucha sin fin de todos contra todos; en la ayuda mutua quiere lograr seguridad.

Pero en ella también hay límites; no hay estado ni iglesia, sociedad alguna que proteja absolutamente, si se hace injusticia a alguien se supone se oponen los demás como un solo hombre, pero nunca ha sido así.

Pero en contra de esa total desconfianza se encuentra lo digno de fe, el hogar, la patria, los padres, los hermanos, la esposa.

Las situaciones límites le enseñan al hombre lo que es fracasar, es decisivo para él la forma en que experimenta el fracaso, es lo que determina en qué acabará el hombre.

En otra palabra: el hombre busca la salvación.

Resumiendo: el origen del filosofar reside en la admiración, la duda, en la conciencia de estar perdido. Es decir trata de salir de la turbación hacia una meta.

Platón y Aristóteles partieron de la admiración en busca de la esencia del ser.

Descartes buscaba en medio de la serie sin fin de lo incierto, la certeza imperiosa.

Los estoicos buscaban en medio de los dolores de la existencia, la paz del alma.

Estos tres motivos —la admiración y el conocimiento, la duda y la certeza, el sentirse perdido y el encontrarse a sí mismo resultan subordinados a una condición, la de la comunicación entre los hombres.

En la actualidad, los hombres se comprenden cada vez menos, corriendo unos de otros, indiferentes, no hay lealtad ni comunidad que no sea cuestionable y digna de confianza. El dolor de la falta de comunicación y la satisfacción de ella no nos afectaría filosóficamente, si uno estuviera seguro de sí mismo en la absoluta soledad de la verdad.

Pero el hombre existe sólo en compañía, solo es nada.

El origen de la filosofía está en la admiración, en la duda, en la experiencia de las situaciones límites, pero en último término, en la comunicación propiamente dicha; únicamente en ella se alcanza la filosofía: el interiorizarse del ser, la claridad del amor, la plenitud del reposo.

FILOSOFÍA

2.        Accidentes acaecidos

2.1.        Origen.

2.2.        Costos directos.

2.3.        Costos indirectos.

2.8.        Control de los ambientes de trabajo

  1. Resuelve los problemas que se plantean desde el punto de vista de la Ventilación, de los ruidos y vibraciones y de la iluminación y el color en los ambientes de trabajo.
  2. Calcula y proyecta instalaciones especiales para prevenir incendios.
  3. Discierne sobre la factibilidad técnico económico de las instalaciones.
  4. Desarrolla la toma de conciencia frente a las enfermedades profesionales y su incidencia social, económica profiláctica y preventiva.
  5. Resuelve problemas en los aspectos mecánicos, calóricos, eléctricos y ópticos que se ponen de manifiesto en los ambientes de trabajo.  
  6. Actúa en el saneamiento del clima en que se desarrolla el trabajo.

2.9.        Evaluación de las situaciones de trabajo en función de la Seguridad e Higiene

  1. Evalúa los factores que influyen en la habilidad profesional del trabajador.
  2. Evalúa la aplicación de nuevas técnicas y equipos.
  3. Evalúa el mejoramiento del clima de trabajo.

La ética no es la moral y por ello no puede reducirse a un conjunto de normas y prescripciones. La moral no es ciencia, sino objeto de la ciencia y en este sentido es estudiada, investigada por ella.

Etica y moral se relacionan —pues en la definición antes dada como una ciencia específica y su objeto, una y otra palabra mantienen así una relación que no tenían propiamente en sus orígenes etimológicos. Moral: procede del latín mos o mores, “costumbre” o “costumbres” (en el sentido de conjunto de normas o reglas adquiridas por hábito). Etica: proviene del griego ethos, que significa “modo de ser” o “carácter”, en cuanto forma de vida adquirida o conquistada por el hombre.

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