ARAS – UN ACRÓNIMO PARA RELACIONES EXITOSAS

CAPÍTULO 5

ARAS – UN ACRÓNIMO PARA RELACIONES EXITOSAS

A ceptación

R

A

S

La primera “A” en la palabra ARAS significa aceptación. Cuando nosotros, la familia humana, no aceptamos a una persona, su tendencia natural es la de destruirse. Este es el mismo proceso por el cual un bosque se deshace de árboles y arbustos débiles para evitar enredarse y llenarse de vegetación. Es el mismo proceso que impele a los cardúmenes de peces a permitir que los depredadores se alimenten de los débiles. Este es un proceso natural y hermoso. Es llamado algunas veces supervivencia del más fuerte (fuerte definido como capaz y dispuesto para servir a la familia). Existe, sin embargo, una gran diferencia entre nosotros y las criaturas antes mencionadas. A menudo no tomamos nuestras decisiones de aceptación o rechazo basadas en si una persona es fuerte o débil, o si es útil a nuestra sociedad. Casi siempre tomamos nuestras decisiones de aceptación o rechazo basados en si la persona en cuestión es apta para jugar nuestros “juegos sociales”.

Los juegos sociales son emocionantes porque cambian constantemente. Durante los años cincuenta, yo era un adolescente que asistía a una escuela secundaria enorme en el sur de California. Cambiábamos nuestra individualidad por aceptación en formas muy especiales. Los muchachos usaban pantalones de mezclilla ajustados, sin cinturón, con las valencianas dobladas hacia adentro y se usaban tan bajos que, cuando la camisa se subía, dejaba al descubierto cuando menos cinco centímetros de trasero. Las mangas de las camisas se enrollaban hasta la sisa y no se abrochaban los botones; el cabello se acostumbraba traerlo muy envaselinado y peinado hacia atrás para lograr lo que reverencialmente llamábamos C.P. (cola de pato) y que entre gente más distinguida, llamábamos “fingido”.

La impresión de la cara era importante; era necesario dar la impresión de muy sabio y al mismo tiempo estar muy por encima de la sabiduría. A menudo esto significaba la combinación de unas cejas ligeramente levantadas y una quijada medio suelta. Probablemente parecíamos más desorientados que inteligentes.

El toque final era la forma de caminar, la cual se afectaba al balancearse sobre la punta de los pies a cada paso, mientras se mantenía el cuerpo derecho y ligeramente echado hacia adelante desde la cintura para arriba –algo así como un orangután- La palabra clave de esa época era “tranquilo” y cuando apenas había logrado dominar ese arte, este empezó a cambiar.

El estilo y las costumbres de la escuela

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