Acumulación por desposesión y género.
mbm1891Trabajo21 de Febrero de 2017
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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA
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Crisis, acumulación por desposesión y género: un análisis de la estructura de la división sexual del trabajo
Presentado por: Miguel Barrionuevo
Profesor: Rafael Feito Alonso
Asignatura: Estructura Social de España
Madrid, 23 de diciembre de 2016
Introducción
Pretender alcanzar un alto grado de comprensión en el tema abordado en este trabajo solo es posible si conseguimos alejar el foco de análisis lo suficiente para darnos cuenta de que estamos ante uno de los elementos estructurales que configuran el sistema económico y, en general, las sociedades contemporáneas. Entender que las estructuras de género son -y han sido- indispensables para los procesos de acumulación que requiere el capitalismo es una tarea de la que las economistas que integran una visión feminista a la disciplina de la economía, han conseguido dar cuenta de ello. Sin embargo, este debate ni está, ni pretende estar cerrado. Todo lo contrario, desde la visión feminista de la economía se critica la visión naturista de la misma, así como los discursos que intentan borrar las huellas desde los que emanan. La epistemología feminista, en una muestra de honestidad, reconoce que su visión es política y que tiene unos objetivos claros. En general habría que dudar de quien asegura no tener intereses, pues estos estarán ocultos.
Siguiendo a Donna Haraway, la economía ortodoxa es, como todo conocimiento, situado, (Haraway, 2004) -esto quiere decir que parte de un punto de vista concreto. Sin embargo, ha intentado borrar sus huellas declarándose universal y objetiva. En este trabajo intentaré demostrar que esta visión de la economía deja muchas cosas fueras y sobre todo que tiene un gran sesgo androcéntrico. El trabajo que se reconoce socialmente es: trabajo productivo en tanto que tiene valor de cambio dentro de la esfera del mercado. Los indicadores económicos solo miden la economía monetaria y no tienen en cuenta si son o no procesos que sostienen la vida y cuáles de esos procesos no están enmarcados en la lógica del propio mercado. No se pone en valor el trabajo socialmente necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo.
Con el fin de adecuarnos al modelo social español y no pecar de un exceso de teoricismo incluiremos análisis propios de la realidad española insertando algunos instrumentos metodológicos que permiten ver con mayor claridad los elementos aquí descritos. Ejemplo de ello son las Encuestas de Uso de Tiempo que nos dicen como organizan su tiempo las personas en función del género. Sin embargo, he podido constatar que las herramientas de medición que permiten tener más datos sobre las desigualdades de género en lo referido al trabajo no se caracterizan por su gran relevancia en la esfera social y no se producen demasiados estudios donde se analicen las estructuras de género y la desigualdad existente en ellas. Que no se efectúen estos estudios da cuenta del carácter marcadamente androcéntrico de nuestra sociedad.
Este trabajo tiene como objetivo 1) entender la función del género en la génesis del capitalismo y en su reproducción como sistema socioeconómico a través del mecanismo de la acumulación por desposesión y 2) como la crisis ha producido un talante regresivo en las estructuras de desigualdad por género.
Acumulación originaria y acumulación por desposesión: el papel de los roles de género.
En su obra magna El Capital, Karl Marx dedica un capítulo a entender cómo se produjo el proceso que permitiría el desarrollo de la lógica capitalista. Según su teoría central sobre el capitalismo: la acumulación de capital se produce en el proceso de producción de mercancías de las cuales devendría una parte en plusvalía extraída a los trabajadores que al vender su fuerza de trabajo obtenían un producto inferior al trabajo producido yendo a parar esta porción de riqueza a las “manos del capitalista” permitiendo a éste la propia acumulación de capital. Esta plusvalía se convertiría en más capital. Este proceso de acumulación incesante es lo que, según lo define Immanuel Wallerstein (Wallerstein, 2004), caracteriza a la forma de producción capitalista frente a otros modelos de producción.
Sin embargo, para Marx este proceso no podía haber empezado a andar sin más, había sido necesario un paso previo, a esto el filósofo renano lo denominó Acumulación Originaria. Este proceso se dio en el periodo que va desde el siglo XVI hasta el XVIII. Fue un proceso de extrema violencia donde se expropiaron los medios de subsistencia que los campesinos utilizaban para la satisfacción de sus necesidades, a esto se le conoce como el cercamiento de tierras comunales. Además, durante estos siglos, se persiguió duramente a aquellas personas que se negaban a aceptar el nuevo marco de relaciones económicas con leyes de pobres, panópticos, etc. El nuevo modo de producción industrial/capitalista requería de una disciplina y una subordinación que precisaba un trabajador aleccionado y sin alternativas -o que las alternativas fueran incluso peores como era el caso de las workhouses-. Sin embargo, el análisis marxiano no tuvo en cuenta como este proceso de acumulación por desposesión previo a la instauración total del capitalismo no había sido un simple paso previo, sino un elemento intrínseco a la lógica de acumulación capitalista que se habría de reproducir durante todas las fases del capitalismo.
David Harvey, geógrafo marxista, siguiendo las intuiciones de Rosa de Luxemburgo, ha estudiado como el capitalismo necesita de la constante acumulación por desposesión para mantener su tasa de beneficio, el capitalismo no es un sistema que pueda sobrevivir por sus propios mecanismos, necesita expropiar valor a esferas de la sociedad que no forman parte de su modo de producción. Así el colonialismo fue -y es- un mecanismo desde el cual extraer plusvalor donde el capitalismo se salta sus propias reglas. La privatización de los bienes públicos que se efectúa desde los años 1970 mediante la ofensiva neoliberal también es un elemento de acumulación por desposesión a los ojos de Harvey, así como la creación de crisis de deuda en múltiples países.
Siguiendo la estela de Marx, Luxemburgo y Harvey, Silvia Feredici publicó en 2004 su libro Calibán y la bruja, obra en la que la autora trata de demostrar como existía un elemento fundamental que había sido obviado por los anteriores autores. A la suma de la desposesión producida por la dominación colonial, las relaciones de clase y la explotación del medioambiente había que sumar una estructura fundamental para entender tanto la acumulación originaria como la reproducción ampliada de esta: la acumulación por desposesión que se realizaba al género femenino. Federici analiza como la estructura de género es fundamental en el orden capitalista en lo que se ha denominado la división sexual del trabajo. La atribución de los roles de género tal y como los conocemos hoy día fue una construcción social funcional al modelo de producción industrial y capitalista. Las tesis aportadas por Federici que la diferencian del análisis marxiano son que para la implementación del capitalismo es necesario:
I) El desarrollo de una nueva división sexual del trabajo que somete el trabajo femenino y la función reproductiva de las mujeres a la reproducción de la fuerza de trabajo [necesaria para la producción de fuerza de trabajo al servicio de la maquinaria capitalista]; II) la construcción de un nuevo orden patriarcal, basado en la exclusión de las mujeres del trabajo asalariado y su subordinación a los hombres; III) la mecanización del cuerpo proletario y su transformación, en el caso de las mujeres, en una máquina de producción de nuevos trabajadores [y del garante de las de que los trabajadores estuvieran en condiciones para ir al puesto de trabajo cada mañana]; y IV) [este proceso no se dio de forma pacífica] […], la persecución de las brujas, tanto en Europa como en el Nuevo Mundo, fue tan importante para el desarrollo del capitalismo como la colonización y como la expropiación del campesinado de sus tierras (Federici, 2004:27)
Con esta declaración de intenciones, y en el desarrollo de su obra, Federici demuestra como el control del cuerpo de la mujer y su subordinación a la esfera privada donde tenía que garantizar la mejor cobertura para que los trabajadores se encontraran en condiciones de ir al tajo. La autora italiana mantiene que este proceso originario de distribución de roles y sus correspondientes tareas ha sido reproducido durante toda la historia del capitalismo hasta nuestros días. Gracias al trabajo no remunerado de las mujeres en el sostenimiento de los hogares y de la vida misma, el capitalismo puede mantener su tasa de beneficio y la consecuente acumulación de la cual depende como factor ontológico. Según Sandra Esquerra:
En las últimas décadas la acumulación originaria ha sido actualizada por instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional mediante la imposición de programas de recortes, privatizaciones y austeridad. Estos suponen el retorno a nivel mundial de una serie de fenómenos que usualmente venían asociados a la génesis del capitalismo, como una nueva ronda de cercamientos y racionalización de la reproducción social orientada a destruir los últimos vestigios de la propiedad comunal y de relaciones comunales, imponiendo de este modo formas más intensas de explotación (Esquerra, 2012:130)
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