Bio Política En Foucault Y Hanna Arent
HOMBREVIOLETA24 de Septiembre de 2013
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APROCIMACIÓN AL CONCEPTO DE BIOPOLÍTICA EN FOUCAULT
Michel Foucault precisa que el poder político sufrió una mutación, y desde la formación soberana en la cual el monarca disponía en la edad clásica de la suprema potestad para decidir si se hacía morir o se dejaba vivir a quien se consideraba un peligro para sus dominios (Foucault 2008:128), se pasa a un paradigma de orden público en el cual los gobernantes administran, ordenan y multiplican la vida de sus gobernados, “haciendo vivir” o arrojando a la muerte a quienes son considerados. Un peligro biológico para la especie (Foucault 2008:130)
Dentro de este esquema surgen dos formas específicas de ejercicio de este poder denominado “biopoder” que, lejos de ser incompatibles, constituyen “…dos polos de desarrollo enlazados por todo un haz intermedio de relaciones” (Foucault 2008:131). Es decir que de manera combinada, permiten abarcar un amplio espectro de situaciones de interacción sociopolítica, ya sea a nivel individual, grupal o macro-societal. En un primer momento, a partir del siglo XVII, y XVIII surgen técnicas de poder que se concentraban fundamentalmente en el cuerpo individual la “anatomopolítica del cuerpo humano”, que aspira a regular la corporalidad “una sociedad disciplinaría” en la cual la dominación social se construye a través de una red difusa de dispositivos y aparatos que producen y regulan las costumbres, los hábitos y las practicas productivas. A lo largo de la historia la intersección entre lo biológico y lo político se dio, hasta hace pocos siglos atrás, de manera desigual: pestes y enfermedades, así como adversas condiciones climáticas, provocaban graves crisis sociales y a la vez gubernamentales.
“(…) A mi juicio, un nuevo arte de gobernar que comenzó a formularse, a pensarse, a bosquejarse más o menos a mediados del siglo XVIII. Creo que ese nuevo arte de gobernar se caracteriza en esencia por la introducción de mecanismos a la vez interno, numerosos, complejos, pero cuya función –en este aspecto, si se quiere, se marca la diferencia con respecto a la razón de Estado- no consiste tanto en asegurar un aumento de la fuerza, la riqueza y el poder del Estado, crecimiento indefinido del Estado, como en limitar desde adentro el ejercicio del poder de gobernar”. (Foucault 1979:43) Hacia la segunda mitad del siglo XVII aparece la biopolítica. Esta es una tecnología de poder no disciplinaria, aunque no la excluye. En la medida en que se coloca en otra escala, puede integrarla, tiene otra área de acción y recurre a instrumentos diferentes. De manera tal que, más allá de los espacios de encierro, se establece en los espacios abiertos. A diferencia de la disciplina, que se dirige al cuerpo, esta nueva técnica de poder no disciplinario se aplica a la vida de los hombres, se destina a la especie. La biopolítica dice relación con previsiones, estimaciones estadísticas, medidas globales, para intervenir al interior de la población, constituyéndose en mecanismos de seguridad en torno de todo lo que haya de imprevisible en las poblaciones.
Serán controles regulatorios poblacionales tales como “…la demografía, la estimación de la relación entre recursos y habitantes, los cuadros de las riquezas y su circulación, de las vidas y su probable duración…” (Foucault 2008:132) los que permitirán, en tanto técnicas de poder, el acelerado desarrollo del capitalismo de la época de la Revolución Industrial así como el despliegue de una gran segregación y jerarquización social (Foucault 2008:133). Entonces, en base a un fenómeno primariamente biológico como la misma vida, se instituirán una miríada de regulaciones que tienen fines simultáneamente políticos, económicos y sociales. Como puede entenderse claramente la interrelación entre estos cuatro ámbitos (lo biológico, lo político, lo económico y lo social) es absoluta, y lo que puede ser utilizado en uno de ellos sirve también como instrumento de control en otro debido a que comparten un común “objeto” de aplicación: las poblaciones.
El término clave aquí es “población”. En efecto, situada en la “…encrucijada de los movimientos propios de la vida y de los efectos particulares de las instituciones” (Foucault 2008:28) expresa de forma única la interacción entre todas las esferas mencionadas ut supra y posibilita en consecuencia la formación simultánea de un área de estudio y otra de aplicación de políticas públicas hasta ese momento inexistentes y que actuarán en forma estrechamente relacionada: la demografía (ciencia de la población) y la economía política respectivamente (Foucault 2008:29,132). Las tendencias natalistas o antinatalistas de una nación ilustran, por ejemplo, como entre el Estado y los ciudadanos se cruzan vectores que buscan hacer del sexo de las parejas una “…conducta económica y política concertada” (Foucault 2008:29).
A mediados del siglo XVIII se hizo evidente que el mercado ya no era un lugar de jurisdicción o, más bien, ya no debía serlo. Y se dejó ver entonces, por una parte, como algo que obedecía y debía obedecer a mecanismos “naturales”, es decir, mecanismos espontáneos; aun cuando no fuera posible aprehenderlos en su complejidad, pero no obstante espontáneos, y a tal extremo que, si se procuraba modificarlos, sólo se lograba alterarlos y desnaturalizarlos. (Foucault 1979:48). Foucault sostiene que el centro de la nueva razón gubernamental, que se establece a mediados del siglo XVIII, va a girar en torno de cómo no gobernar demasiado. Nuevo arte de gobernar que no consiste tanto en asegurar un aumento de la fuerza, la riqueza y el crecimiento indefinido del Estado, sino que en limitar desde adentro el ejercicio de gobernar. Pero, ¿qué fue lo que hizo surgir esta delimitación del exceso de gobierno? Pues bien, el cálculo que permite al Estado autolimitarse será el “mercado”. (…) pero lo que se descubre en ese momento, tanto en la práctica gubernamental como en la reflexión dedicada a ella, es que los precios, en cuanto se ajustan a los mecanismos naturales del mercado, van a constituir un patrón de verdad que permitirá discernir en las prácticas gubernamentales las que son correctas y las que son erróneas. En otras palabras, el mecanismo natural del mercado y la formación de un precio natural van a permitir –cuando a partir de ellos, se observa lo que hace el gobierno, las medidas que toma, las reglas que impone- falsear y verificar la práctica gubernamental. (Foucault 1979:49). Será precisamente donde el principio Liberal del laissez-faire el “dejar hacer” surge como máxima esencial que todo gobierno debe respetar. Con todo, el análisis de la biopolítica, entonces, sólo puede realizarse cuando se ha comprendido el régimen gubernamental denominado liberalismo.
Es en este punto que Nacimiento de la biopolítica, curso dictado en el año de 1979 propone dar continuidad aquella historia de la gubernamentalidad, entendida en esa oportunidad como la historia de esos tipos de racionalidad través de las cuales se busca dirigir las conductas y comportamientos humanos a través de la administración estatal. Expuesto lo anterior, es que examinará cómo se lleva a la práctica la gubernamentalidad liberal en el siglo XX. En primer lugar. El Neoliberalismo alemán, donde se critica cualquier política de planificación económica Keynesiana, también se van a distanciar del liberalismo clásico. La competencia no es un principio de la naturaleza, no es un dato que surge espontáneamente a partir del laissez-faire, sino que es un tipo ideal por cuyo logro es preciso esforzarse. La competencia pura, que es la esencia misma del mercado, sólo puede aparecer si es producida por una gubernamentalidad activa. Es decir, se debe actuar sobre lo que los neoliberales llaman el marco. Estamos entonces, en presencia de un gobierno de sociedad, una política de sociedad donde se quiere que el mercado sea posible. El mercado como principio regulador de la sociedad a partir de la competencia. Es aquí donde se busca formalizar la sociedad según el modelo de empresa. Esa multiplicación de la forma empresa dentro del cuerpo social constituye el objetivo de la política neoliberal.
¿No es la fuerza proveniente del afuera una cierta idea de la vida, un cierto vitalismo en el que culmina el pensamiento de Foucault? ¿No es la vida esa capacidad de resistir a la fuerza?”Como se verá a continuación para Hannah Arendt los nacimientos, entendidos como aquellos que incesantemente introducen lo novedoso en el mundo, también dotarán a lo vital de una cierta elasticidad que le permitirá evadirse incluso de dispositivos tan férreamente establecidos como los existentes en los regímenes totalitarios. Sin embargo su weltanschauung general sobre lo político no le concederá a la vida, entendida en su sentido biológico, un rol tan positivo como el explorado en el párrafo precedente
La esfera Pública y la Privada en Hannah Arendt como escenarios de cohersión social
The human condition (al español literal La Condición Humana), publicada en 1958, donde la pensadora alemana estructura su discurso, precisa lo que a su parecer pertenece y constituye la esfera política frente a aquello que, por el contrario, forma parte ya sea del espacio de la labor, caracterizado por el ciclo infinito de la producción y el consumo de los elementos imprescindibles para la satisfacción de las necesidades vitales o del ámbito del trabajo ( la fabricación de un mundo perdurable de objetos, lo que implica que asimismo tienen cierta estabilidad), los tres elementos que forman la vita activa del hombre, opuesta a la contemplativa o del espíritu (Arendt 2002).
En el capítulo II La esfera Pública y la Privada Arendt empieza por definir el concepto
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