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Bukele: ¿autoritario o demócrata?


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2021  •  Ensayos  •  2.098 Palabras (9 Páginas)  •  158 Visitas

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Bukele: El lobo autoritario disfrazado de obeja demócrata[a]

Sebastián Revilla Gómez

Introducción a las Ciencias Políticas

15 de noviembre de 2021

La democracia salvadoreña es una de las más jóvenes en el mundo. [b]Si bien ha[c] habido muchas elecciones en la historia de El Salvador y han habido períodos en los cuales han sido respetadas algunas libertades democráticas, es a partir 1992, con la firma de los Acuerdos de Paz y la [d]finalización de una larga tradición de dictaduras militares, cuando por fin es refundada la República y es desarrollado un consenso nacional acerca de la importancia de un régimen democrático. Como es postulado por Juan José Linz en su estudio Del autoritarismo a la democracia, el verdadero reto para la democracia, más que la transición per se, es su [e]propia preservación ante las amenazas políticas y sociales.[1] [f]Ante esto, desde de [g]1992 han surgido instituciones[2] [h]que velan (hasta la actualidad) por el cumplimiento transparente en materia electoral y de derechos humanos. Este hecho —más que una garantía— es de importancia simbólica,[i] puesto que, después de su creación los gobiernos sucesores han violado derechos humanos y han tendido hacia un autoritarismo basado fuertemente en la arraigada costumbre: visible en las altas escalas de poder, así como su reproducción en los medianos y pequeños espacios.[3] En consecuencia, El Salvador solo ha logrado, por un trayecto un tanto difícil, rozar por momentos y encaminarse hacia la democracia.  

El [j]25 de octubre de 2017 el exalcalde [k]San Salvador y Nuevo Cuscatlán, Nayib Bukele, anunciaría la fundación de un nuevo partido político (Nuevas Ideas) que lo tendría a él como candidato presidencial en las próximas elecciones. Mediante una campaña altamente mediática y aprovechando el cansancio de la gente ante los partidos tradicionales, así como la desconfianza en el sistema político en general, Bukele logró fácilmente la presidencia con el 53.10 % de los votos, obteniendo mayoría absoluta sin la necesidad de una segunda vuelta.[4] La llegada de Bukele a la presidencia anuncia [l]una nueva era para el gobierno y política de El Salvador; [m]es uno de los líderes mundiales con mayor índice de aprobación (85%) y ha traído enormes cambios en materia de seguridad y economía. No obstante, “debemos seguir el consejo de Kurt Lewin, quien afirma que el pasado solo es relevante en la medida que podemos hallarlo en el presente”.[5] Bukele, con paralelismos a anteriores gobernantes de su país, ha mostrado peligrosas actitudes que ponen de riesgo a la democracia salvadoreña: características de un gobierno que apunta al autoritarismo ¿[n]Es acaso Nayib Bukele un gobernante que —a través de cambios drásticos— consolidará la democracia, o —por el contrario— afianzará un gobierno autoritario?  El presente trabajo tiene el objeto [o]de analizar su gobierno y apuntar a una factible respuesta. [p]

Linz en su artículo Una interpretación de los regímenes autoritarios —buscando caracterizar la experiencia española del franquismo y diferenciarla de los gobiernos totalitarios como el nazismo alemán o el fascismo italiano— creó un nuevo término acuñado autoritarismo. A pesar de que no hay una definición propia para este concepto, Linz encuentra una característica esencial: pueden consentir un cierto grado o apariencia de pluralismo político, así como algún tipo de consulta popular convenientemente dirigida al interés del Estado, pero niega la legitimidad y reprime cualquier forma de expresar los intereses individuales o de un grupo que vayan en contra de los ideales o intereses defendidos por la autoridad, es decir, el gobierno. [q]A diferencia del totalitarismo, el autoritarismo se desprende de la persona o personalidad extra-cotidiana del gobernante y tiene un enfoque estatal o sistémico. Igualmente, mientras el totalitarismo borra la diferenciación entre Estado y la sociedad civil, el autoritarismo pervive en la brecha que los separa.

Steven Levitsky y Lucan A. Way en un artículo para la revista de Estudios Políticos de Medellín, logran definir un tipo de autoritarismo denominado “competitivo” [r]diferenciándolo de la democracia por la violación recurrente y agraviada de sus criterios mínimos. Los autores para definir estos criterios retoman lo que Larry Diamond llama conceptos de “rangos medios” de democracia, los cuales son: 1) los cuerpos ejecutivo y legislativo son elegidos a través de elecciones abiertas, libres y justas; 2) virtualmente todos los adultos tienen derecho a votar; 3) los derechos políticos y las libertades civiles, incluida la libertad de prensa, la libertad de asociación y la liberad de criticar al gobierno sin represalias, son ampliamente protegidos; 4) las autoridades elegidas tienen autoridad real para gobernar y no están sujetas al control tutelar del ejército o a los líderes religiosos[s]. En otras palabras, los gobiernos autoritarios competitivos, por medio de una transgresión sistémica de estos criterios, crean un campo de juego desigual entre gobierno y la oposición. Gobernantes de este tipo de régimen, a pesar de estar sometidos a elecciones “libres y competidas”, abusan constantemente de los recursos del Estado para perseguir y debilitar a su oposición.[6]

Bajo este contexto ¿dónde estaría ubicado El Salvador? Freedom House, una organización no gubernamental que realiza investigaciones y promoción a la democracia desde 1941, ha catalogado a El Salvador como un régimen híbrido, [t]lo que significa que en el país hay diversas mezclas de características democráticas y autoritarias, los [u]cuales tienen distintas raíces históricas y pueden tener diferentes implicaciones para el desempeño económico, los derechos humanos y las perspectivas para la democracia. Evidencia sugiere que el gobierno de El Salvador anterior a Bukele era un autoritarismo competido: la corrupción, los abusos de poder y la violación de derechos humanos, así como libertades democráticas eran mecanismos por los cuales dos partidos políticos se mantenían en el poder desde el inicio de la democracia en el país.

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