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Cambio Social

CONGAL16 de Septiembre de 2014

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CAMBIO SOCIAL: algunas interpretaciones

Marta Fernández

Una vez más la metáfora de Heráclito sobre los cursos de agua sirve para ejemplificar el devenir social y cultural. Porque los procesos de cambio social en determinados contextos -a semejanza de los ríos- tiñen a las sociedades donde transcurren, empapándolas con torrentes en constante movimiento, caudalosos y serpenteantes por causas provenientes de sus fuetes, afluentes o fenómenos externos a sus cauces. Por ello, las distinciones entre las sociedades "medieval", "capitalista", "subdesarrollada", “de la información”, “ postindustrial” u otras adjetivaciones sirven para expresar que el mismo sujeto en su devenir cambia sus contenidos y formas.

Desde la perspectiva gnoseológica, el concepto cambio social mantiene su significado, a pesar que la entidad empírica con la que mantiene relación se encuentra en continua transformación. Con lo expresado, se resalta la idea que las instituciones, grupos, normas, pautas y valores mantienen inalterables sus particularidades tipológicas, sin perjuicio de los movimientos que se observan internamente.

En pos de completar las ideas sugeridas se considera conveniente realizar una distinción relacionada con las alteraciones que se producen en el devenir social. Unas, se vinculan con modificaciones que resultan de las interacciones cotidianas. Otras, expresan puntos de ruptura.

Sobre este tema la literatura especializada presenta una variedad de perspectivas analíticas diferentes, respuestas contradictorias y niveles de estudio dispares. Existen teóricos que tratan de explicar el desarrollo de la sociedad y predecir su futuro en términos de un esquema definido. Así, algunos intentan comprender el desenvolvimiento de la sociedad como un proceso evolutivo, en el cual la complejidad –como factor- cumple funciones crecientes, porque la interdependencia entre las partes de la estructura social se tornan cada vez más diferenciadas y determinan uniformidades. Otros consideran que el existir social está regido por el ciclo vital: nacimiento, infancia, madurez, vejez y muerte.

La teoría marxista propone como paradigma una sociedad sin clases, que se logra con el triunfo del proletariado y el surgimiento de una nueva sociedad. Marx concibe a las sociedades como en un estado de evolución permanente; por ello, en el prólogo de "El Capital" dice, las sociedades menos desarrolladas tienen en las desarrolladas el espejo de su futuro. En el especular marxista el concepto “cambio” es entendido como un proceso que parte de un estado previo originario y feudal, que se transforma en otro intermedio y capitalista, para devenir en un tercero final y socialista.

Weber al observar el surgimiento del capitalismo no desconoce la existencia de estadios históricos anteriores, pero concentra su análisis en los elementos fundamentales que lo causaron –entre los principales- el racionalismo y la ética protestante.

Los teóricos del funcionalismo explican el cambio como subprocesos particulares dentro del sistema. Según Parsons, sin elaborar una teoría general de los procesos de este tipo en los sistemas sociales. Para este enfoque el conflicto es un mecanismo de autorregulación que facilita la continuidad del sistema.

Para otros, como Nisbet, el cambio social es un continuo de diferencias en identidades que permanecen en el devenir del tiempo. Desde esta perspectiva un sistema cambia cuando en el fluir del tiempo se observan modificaciones: en los grupos, instituciones, asociaciones, estructuras y en todo tipo de agrupamiento humano. Las condiciones que deben darse son las siguientes: que un hecho sea diferente del anterior, que exista continuidad temporal, que se suceda en el tiempo y que la identidad del que se modifica continúe a pesar de las diferencias que lo afectan.

Kuhn se refiere a este tema cuando al analizar el cambio de paradigma sostiene que no es producido por la acumulación de pequeñas innovaciones; al contrario, por la irrupción de lo nuevo en el tema superado, “la transición de un paradigma en crisis a otro nuevo del que pueda surgir una nueva tradición de ciencia normal, está lejos de ser un proceso de acumulación, al que se llegue por medio de una articulación o una ampliación del antiguo paradigma” (KUHN, T.S: 1980, 139). Según esta corriente, el cambio proviene fuera del sistema y le atribuye la función de revivir aquello que existe; enunciado que abarca a las instituciones. A su vez, agrega que “revoluciones científicas poseen características semejantes a las revoluciones políticas, pues sostiene que tanto en el desarrollo político como en el científico, el sentimiento de mal funcionamiento que puede conducir a la crisis es un requisito previo a la revolución... aunque las revoluciones tienen una función vital en la evolución de las instituciones políticas, esa función depende de que sean sucesos parcialmente extrapolíticos o extrainstitucionales” (KUHN, T.S: 1980, 150/151). Una de las contribuciones de Kuhn consiste en resaltar el carácter de transformación substancial que debe tener un área –científica o política- para categorizarla como revolucionaria y destaca que la vida social está en permanente movimiento y modificación; circunstancias que no necesariamente pueden ser explicitadas apelando a la idea de cambio social. Radcliffe-Brown convalida esta idea cuando distingue entre la transformación natural de todo proceso social, como el de una familia al casarse uno de sus miembros y el cambio de una sociedad al modificar substancialmente su estructura.

Estas diferentes idealizaciones del cambio social se relacionan con los paradigmas que se emplean para estudiar la estructura social. Por lo tanto, según sea la perspectiva desde la cual se analice ese fenómeno será su definición. Esta precisión sirve para disolver la aporía de considerar como cambio aquello que es movimiento, desarrollo, interacción o ajuste.

En las páginas siguientes se presentan algunos de los enfoques más significativos sobre el problema realizados por sociólogos argentinos. Ellos no escapan a las tendencias mencionadas.

Como integración y problema.

En la obra de Germani el cambio social conforma uno de los núcleos más significativos y sus especulaciones sobre ese tema fueron enriquecidas por su conocimiento de las obras de autores europeos, norteamericanos y argentinos. Parsons tuvo una influencia fuerte en su pensamiento, pero sin desplazar otras orientaciones, algunas críticas de esa referencia intelectual.

A pesar de analizar el cambio social con un esquema funcionalista y aparentemente evolucionista, sostiene que la sociología latinoamericana debe orientarse hacia: "una dirección fructífera que supere el estado actual y a la vez evite la imitación de los errores ajenos... (para lograr este objetivo) no debemos olvidar aquellos elementos de nuestra tradición intelectual que sin duda nos colocan en una posición más favorable que la existente en el país del norte. La influencia de nuestra cultura predisponen, casi de modo <<natural>>, a la ubicación de los problemas dentro del contexto mayor de la estructura social percibida históricamente, procedimiento que Mills recomienda con tanto énfasis" (GERMANI, Gino: 1964, 134)

A la aceleración de los cambios, el incremento de la especialización y diferenciación institucional como la creciente secularización, los presenta como factores que contienen -de manera latente- el germen para las agudizaciones de las crisis en la sociedad futura. Su desarrollo en la materia reconoce una premisa, percibir al cambio como un aspecto normal de la sociedad, porque es observable en el devenir de la historia social; con otras palabras un fenómeno de todo tiempo. Sostiene que el presente se caracteriza por ser de transición. En los días que enunció esa proposición, Argentina y Latinoamérica experimentaban una serie de transformaciones profundas que impactaban en las estructuras económica-sociales y en las formas del conocer científico.

El cambio, para Germani, es un proceso de transformación y, a su vez, el resultado que se observa en la estructura una vez operada la modificación. A medida que se realiza este proceso la estructura social va adquiriendo diferentes configuraciones, condicionando la transición y en su transcurso se puede orientar a cristalizar configuraciones estructurales específicas. A su vez, es probable que éstas se incorporen al proceso mismo y se transformen en factores claves para explicar su desarrollo ulterior. Con esta hipótesis es posible construir una teoría de las etapas del cambio, porque permite identificar una base más objetiva para su selección.

Considera posible, aunque complejo investigar el cambio social. Parte del estudio de la modernización vinculándolo con unidades analíticas concretas, sociedades definidas por el entrecruzamiento de coordenadas espacio-temporales acotadas y utiliza esquemas descriptivos para estudiar la sucesión de etapas que abarca. En ese sentido, para explicar los procesos de modernización de América Latina emplea períodos susceptibles de comparar con la situación empírica que analiza. En ese aspecto se aleja sutilmente del evolucionismo e infiere que los procesos latinoamericanos no pueden ser comparables con los de los países de desarrollo temprano, porque las condiciones iniciales son distintas.

Una perspectiva latinoamericana.

El estudio del cambio social en América Latina es abordado por Juan Marsal, quien formula los interrogantes clásicos empleados

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