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Capitulo 8 Sartori


Enviado por   •  20 de Marzo de 2014  •  1.905 Palabras (8 Páginas)  •  1.019 Visitas

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Capítulo VIII - La política como ciencia

Se sostiene que no hay ciencia propiamente dicha sin método científico. La geometría y la matemática suministraron desde la Antigüedad su primer modelo y el primer arquetipo de la cientificidad. Por otro lado, la botánica, la mineralogía, la zoología y en parte la biología y la medicina son básicamente ciencias clasificatorias.

Si la física propone un modelo que hoy llamamos “fisicalista”, existen muchas ciencias que no se pueden reducir a este modelo. “Ciencia” está queriendo significar, en sustancia, ciencia exacta, ciencia del tipo fisicalista. Reconocemos la existencia de una pluralidad de ciencias y de métodos científicos que van desde las ciencias “clasificatorias” hasta las ciencias “fisicalistas”.

Al concebir la ciencia con flexibilidad, el patrón historiográfico resulta necesariamente más elástico que el patrón establecido por la epistemología moderna. Lo que puede considerarse ciencia con referencia al pasado, es decir una perspectiva diacrónica, no quiere decir que pueda ser caracterizado como ciencia en el presente.

El historiador podrá alegar que una “observación realista” constituye la premisa y sigue siendo una parte integrante de la forma mentis científica. Aristóteles se coloca en una historia de la ciencia política no simplemente como un atento descriptor de los sucesos de su época, sino específicamente por su forma mentis clasificatoria. El epistemólogo tiene el derecho -y hasta el deber- de replicar que si la observación realista se anticipa a la ciencia, tomada en sí misma no es todavía ciencia.

Sin embargo, a despecho de su insatisfactoria cientificidad, Mosca, Pareto y Mchels han hipotetizado y teorizado tres “leyes” de la política. Entonces, la formulación de “leyes” ¿no es acaso un objetivo, y no de los menores, del conocimiento que llamamos científico? ¿La ciencia política puede realmente ignorar la historia y la experiencia histórica?

Durante cerca de un siglo se habló de ciencia política para calificar la confluencia entre un modo autónomo de estudiar la política y una política vista en su propia autonomía. Un modo autónomo de estudiar la política en el sentido de que el politólogo no es un filósofo, no es un jurista, no es un economista y no es un sociólogo. Una política vista en su propia autonomía, queriendo decir que la política tiene sus imperativos, sus “leyes” y que no es reductible a otra cosa.

Son varias las separaciones, como se ve; pero la decisiva fue la separación de la filosofía.

1. Filosofía, ciencia y teoría

Para las ciencias del hombre, el problema de las relaciones con la filosofía sigue estando en pie. La pregunta específica es qué diferencia la filosofía política de la ciencia política.

La filosofía puede ser vista como un contenido de saber y/o como un método de adquisición de ese saber.

Bobbio reduce la filosofía política a cuatro grandes temas de reflexión:

1. La búsqueda de la mejor forma de gobierno y de la república ideal;

2. La búsqueda del fundamento del Estado y justificación del compromiso político;

3. La búsqueda de la naturaleza de la política, o mejor de la esencia de la política, y

4. El análisis del lenguaje político.

Según Bobbio también el tratamiento filosófico se caracteriza por “al menos uno” de los elementos siguientes:

1. Un criterio de verdad que no es la comprobación, sino más bien la coherencia deductiva;

2. Una tentativa que no es la explicación, sino en todo caso la justificación;

3. La valoración como presupuesto y como objetivo.

El planteo de Bobbio pone frente a frente los criterios constitutivos del tratamiento filosófico con los del método científico que consisten en:

1. El principio de la comprobación;

2. La explicación;

3. La no valoratividad.

Admite que Maquiavelo debe ser incluido en la filosofía si se toma en cuenta su tema: la indagación sobre la naturaleza de la política. Pero en cambio resulta difícil decidir esa inclusión en base a uno de los tres criterios que según Bobbio distinguen el filosofar. A este respecto, Maquiavelo está más próximo a la comprobación que a la deducción, a la explicación que a la justificación y a la no valoración que a la axiología.

Para diferenciar la filosofía de la ciencia, los más se valen de una contraposición dicotómica. Una primera dicotomía contrapone la filosofía como discurso axiológico-normativo a la ciencia como discurso descriptivo-no valorativo..

También se propone una antítesis entre la filosofía como saber “no aplicable”, no dedicado a problemas de aplicación, y a la ciencia como saber no sólo operacional sino también operativo.

Dentro de la acepción “filosofía” se incluiría al pensar caracterizado por uno de los siguientes síntomas -no necesariamente todos-:

1. Deducción lógica.

2. Justificación.

3. Valoración normativa.

4. Universalidad y fundamentalidad.

5. Metafísica de esencias y

6. Inaplicabilidad.

En cambio dentro de la voz “ciencia” tendríamos el pensar caracterizado por los siguientes rasgos -no necesariamente todos-:

1. Comprobación empírica.

2. Explicación descriptiva.

3. No valoración.

4. Particularidad y acumulabilidad.

5. Relevamiento de existencias y,

6. Operacionabilidad y operatividad.

Podríamos definir la teoría política en lo que tiene de irreductible como el modo autónomo (ni filosófico ni científico) de “ver” la política en su propia autonomía.

Resumiendo, podemos establecer tres puntos:

a. A todo lo largo del camino cuyos extremos están caracterizados por los tipos ideales de “filosofía” y “ciencia”, encontramos

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