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Capítulo I. Reencarnación del rayo; Jace Lightning entra en escena


Enviado por   •  30 de Junio de 2018  •  Ensayos  •  1.111 Palabras (5 Páginas)  •  95 Visitas

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Capítulo I. Reencarnación del  rayo; Jace Lightning entra en escena.

—Soy Jace, Jace Lightning —se presentó el joven recién ingresado ante los incompetentes, como él los llamaba, del aula de clases a la que recién ingresaba—. Espero llevarme bien y todo eso que se supone debería decir.

La clase entera le miró mal, incluida la profesora, todos a excepción de un pequeño grupo de alumnos reunidos en un círculo. La profesora de mala gana mandó a sentar al joven Lightning donde se le antojase, mirándolo de reojo, él empezó a mirar hasta que divisó un solo asiento disponible, rodeado del grupo que no le había visto mal.  Se abrió paso entre las hileras de asientos con estudiantes que aún le miraban, él los ignoró. Se sentó, finalmente, en el asiento disponible que antes había visto, rodeado del grupo, que no parecía prestarle atención.

Revisó sus alrededores. Un par de chicas a ambos costados, había otra detrás de la que estaba a su derecha, el resto de los nueve pupitres era ocupado por chicos. La aburrida clase de la profesora dio inicio, él decidió ignorarla y sacar un libro de su bolso, camuflándolo entre un cuaderno, ignoraba lo que la profesora explicaba mientras leía más sobre uno de sus tópicos favoritos, mitología. La fémina a su izquierda lo miró.

—Oye ¿qué lees? —preguntó la chica, moviendo sus azulados cabellos grácilmente, él giró a verla—.

—Mitología —respondió, fue casi un efecto inmediato el que ella le quitara el libro de entre sus manos. —

—Existen muchas ¿sabes? —abrió el libro de suave tapa y comenzó a hojear las páginas esperando ver algo—.

—Nórdica, y griega—.

Contuvo la emoción al oír a Jace mencionar ello. Hojeó con más emoción, notable de por sí, buscando imágenes referenciales a los títulos, admirándolos con atención, deteniéndose a leer brevemente cortos relatos, narraciones bien escritas sobre la antigüedad. Minutos antes que la campana sonara para alertar a los estudiantes sobre el almuerzo. Tenía una pequeña sonrisa sobre sí.

—Lo siento —se disculpó—, realmente me gusta la mitología.

—No es nada.

No toda la clase es incompetente” se dijo sí mismo. A final de cuentas la campana finalmente sonó, y con ella la estampida de alumnos que parecían tener algún complejo de toros derribaron la puerta desesperados por salir, Jace pensó en la puerta como la capa roja un torero. El aula quedó en silencio, realmente pequeño. Un grupo de estudiantes se había quedado, tres estudiantes rodeaban a Jace, la fémina que había tomado “prestado” su libro seguía ahí, sacando de su bolso azul oscuro otro par de libros de tapa dura, uno castaño, otro café. Le entregó el café a Jace, un poco polvoriento.

—Cassandra, ¿quisieras buscar más rápido? —preguntó un joven sentado diagonal a Jace, frente a la chica a su derecha—.

—Cállate Chase —le espetó— Lily ayúdame.

Ambas figuras tenían rasgos particulares. Chase tenía un cabello rojizo, con toques naranjas, ojos carmesí, con toques ámbar que le daban la capacidad de poseer una especie de aureola rodeando su pupila, dentro del iris. Cassandra era un tema aparte, De cabello rubio platinado, de querer ser blanco podría serlo, ojos ambarinos, demasiado claros para serlos, tenían un pequeño brillo nunca antes visto por Jace, él aún se preguntaba por los rasgos que estaba viento, hasta que Lily azotó el libro café frente a él, devolviéndolo a la realidad.

—Me gustan las runas, ¿a ti no? —quitó su mano del libro y dejó ver la cubierta—.

“Runas antiguas”. Jace mostró interés, no dijo nada.

—¿Tienes el mismo gusto por la mitología que ella? —preguntó Cassandra, observando a Lily camuflarse en un libro—.

—Me arrebató un libro hace unos minutos —Jace mostró desinterés encogiéndose de hombros—.

—Sois el uno para el otro —comentó Chase dejando salir un pequeña risilla que compartió con Cassandra—.

Jace le dedicó una mirada a Chase, Lily igualmente. El silencio volvió a reinar la sala, donde solo el aire y los murmullos de otro grupo presente, sin importancia momentánea, se escuchaban. Hasta que Cassandra encontró lo que busca

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