Comentario de texto de Descartes.

Este fragmento pertenece al prólogo de la obra más conocida de Rene Descartes el discurso del Método.  Publicada anónimamente en 1637, una obra innovadora no solo por el contenido sino también por su estilo autobiográfico y el uso del francés en lugar del latín. La obra está dividida en tres volúmenes dedicados a diferentes ensayos científicos.

El proyecto que Descartes pretende acometer es el de hallar un método que facilite un conocimiento eficaz del mundo. Aclarar que, en la filosofía cartesiana el conocimiento es un conjunto unitario de la totalidad de saberes (árbol del conocimiento) y, por lo tanto, este se debe afrontar con un solo método.  Este método pretende evitar el error, ayudar en el progreso del conocimiento y lograr salir del estancamiento epistemológico.

Comienza dando los  motivos por los cuales las reglas han de ser las mínimas posibles (principio de sencillez) y deben seguirse rigurosamente. A continuación describe las cuatro reglas principales del método cartesiano. La primera es la evidencia; aceptar solo aquello que la mente capta como incuestionable, esto puede ser gracias a la intuición de la razón, que es capaz de distinguir y aclarar las ideas. La segunda es el análisis del problema hasta encontrar los elementos más simples y poder dividirlo en partes para  que  este sea más manejable. El tercer paso es la síntesis deductiva, respetando siempre el orden de lo más sencillo a lo más complejo hasta lograr deducir el resto de asuntos y llegar a la solución. Para finalizar, se ha de comprobar y repasar todo el proceso. Más abajo, explica su intención de tomar como modelo el matemático, empleado por la geometría, y el porqué.

Rene Descartes (1596-1650) nació en La Haye (Francia) estudió en el famoso colegio jesuita Le Flèche, y es considerado el padre de la geometría analítica e iniciador del pensamiento racionalista moderno.

En el marco político-religioso vive una época de constantes guerras entre católicos y reformistas. En Francia gobierna Luis XIII y el cardenal Richelieu, se enfrenta a los  hugonotes. Las diferencias religiosas se tornan en políticas y derivan en la guerra de los Treinta años. Al mismo tiempo, si inicia una persecución, por parte de ambos bandos y especialmente por parte de la Inquisición, de las ideas teológicas discordantes; quizás esto es lo que hace que Descartes se mude a Holanda que goza de fama de un espíritu tolerante. En 1633 ocurre la abjuración de Galileo y su encarcelación, suceso que impacta a Descartes, puesto que él defendía prácticamente lo mismo en su obra El Mundo.

En el ámbito de la ciencia, desde el S.XIV la explicación de la Escolástica del mundo empieza a ser cuestionada y surgen los primeros intentos de matematización de los fenómenos, de aquí surge la ciencia cuantitativa moderna o filosofía natural. Para esta nueva ciencia es importante las aportaciones de los métodos de Descartes y F. Bacon (desde ángulos bien distintos), junto al pensamiento de Copérnico, Keppler y Galileo, cuya Revolución Científica terminó con las aportaciones de Newton en el S.XVIII.

El método cartesiano, aparte de lo anteriormente expuesto, se caracteriza por la utilización de la duda metódica como punto de partida. Una duda hiperbólica cuya aplicación da como resultado la primera evidencia: el cogito “cogito ergo sum” que revela al hombre como una substancia pensante “res cognitas” (algo ya propuesto, en otros términos, por San Agustín). Esta famosa sentencia da inicio a  la idea moderna del hombre como sujeto. La segunda evidencia que encuentra es la existencia de la sustancia infinita (Dios) que se convierte en garante del conocimiento objetivo y que nos permite llegar a la tercera certeza, la existencia del mundo como “res extensa”. Este mundo es una realidad con rasgos geométricos y matemáticos que Descartes interpreta desde una óptica mecanicista, y que cree que está sujeta al determinismo. Está concepción ontológica de Descartes muestra un dualismo radical y, por tanto, cierta coincidencia con Platón (separación entre cuerpo y alma). Igualmente hay  una pulsión idealista presente en Descartes, puesto que él no considera la realidad parte del hombre, sino algo independiente que solamente es accesible mediante la razón.

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