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Como entender a sí mismo en la vida cotidiana

Ensayo12 de Mayo de 2015

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Casi todos nosotros en este mundo confuso y brutal, tratamos de labrarnos nuestra propia vida privada, una vida en la que podamos estar felices y tranquilos y, no obstante, vivir con las cosas de este mundo. Parecemos pensar que la vida cotidiana que llevamos, la vida de lucha, conflicto, pena y dolor, es algo separado del mundo externo de desdicha y confusión. Al parecer, creemos que el individuo, el "uno", es distinto del resto del mundo con todas sus atrocidades, guerras y disturbios, con su desigualdad y su injusticia, y que esto es algo por completo diferente de nuestra vida particular de individuos. Cuando uno mira un poco más atentamente, no sólo su propia vida sino también el mundo, ve que lo que uno es —su existencia diaria, lo que piensa, lo que siente— es el mundo externo, el mundo que a uno lo rodea. Uno es el mundo, es el ser humano el que ha creado este mundo de desorden total, el mundo que llora impotentemente en medio de un gran dolor. Ese mundo es uno mismo, el ser humano que lo ha construido. Por lo tanto, el mundo exterior a nosotros no es diferente del mundo en el que cada cual vive su vida privada.

Esta división entre el individuo y la sociedad realmente no existe en absoluto. Cuando uno trata de labrarse su propia vida, el individuo no es diferente de la comunidad en que vive. Porque es el individuo, el ser humano, el que ha construido la comunidad, la sociedad. Creo que debemos tener muy en claro desde el principio, que esta división es artificial, completamente irreal.

Al producir un cambio radical en el ser humano, en uno mismo, uno está dando origen a un cambio radical en la naturaleza y estructura de la sociedad. Pienso que es necesario comprender muy claramente que la mente humana, con toda su complejidad, su intrincado mecanismo, forma parte de este mundo exterior. El "uno" es el mundo y, al generar una revolución fundamental —ni comunista ni socialista, sino una clase por completo diferente de revolución dentro de la propia estructura y naturaleza de la psique— uno producirá una revolución social. Ésta tiene que empezar, no por lo externo sino internamente, porque lo externo es el resultado de nuestra vida privada, interna.

Cuando haya una revolución radical en la estructura misma del pensamiento, del sentimiento y de la acción, entonces, obviamente, habrá un cambio en la estructura de la sociedad. Este cambio completo en la estructura de la sociedad tiene que producirse. La moralidad social no es moral. Para ser completamente moral uno ha de negar la moralidad social. Esto significa que el individuo, el "uno", tiene que investigar toda la estructura de sí mismo, tiene que comprenderse a sí mismo no conforme a algún filósofo, sacerdote o analista, quienquiera que pueda ser. Tiene que comprenderse a sí mismo tal como es, no de acuerdo con algún otro. Cuando nos comprendemos a nosotros mismos, la autoridad de cualquier especialista, psicológico, sociológico o de otra clase, llega a su fin. Siento que cada uno de nosotros tiene que comprender esto antes de que avancemos más. Porque casi todos nosotros, desafortunadamente, somos esclavos de las ideas de otras personas. Nos persuaden muy fácilmente, somos influidos por el especialista, por la autoridad. Especialmente cuando vamos a investigar esta cuestión de comprendernos a nosotros mismos, que es de primordial importancia, no hay ninguna clase de autoridad, porque ustedes tienen que comprenderse a sí mismos y no a algún otro o lo que algún otro dice acerca de ustedes. Pienso que es realmente muy importante que capten esto porque, como acabo de decir, aceptamos y obedecemos muy fácilmente, nos amoldamos a la autoridad y la consentimos, tanto si es la autoridad de la iglesia como la de algún líder espiritual o especialista analítico. Pienso que uno tiene que descartar completamente todo eso, porque la autoridad ejercida por algunos y la obediencia, por parte de cada uno de nosotros, a un ideal conceptual, han ocasionado muchísima desdicha en el mundo.

No sé si han observado cómo el mundo está dividido en nacionalidades, grupos religiosos, diversas categorías de razas, prejuicios, con una religión en contra de otra, un Dios opuesto a otro Dios. Tienen que haber observado esto. Sin embargo, habiéndolo observado, sabiendo cómo esto crea desdicha, conflicto y división en todo el mundo, siguen adhiriéndose a sus nacionalidades particulares, a sus particulares conceptos religiosos, a sus creencias, todo lo cual engendra división entre hombre y hombre. Infortunadamente, aceptamos la autoridad establecida por la tradición de la sociedad o de la iglesia, los dictados de las jerarquías autoritarias de la religión organizada. Pero rehusamos aceptar la tiranía política; no aceptamos que alguien pueda negarnos el derecho de hablar libremente o de pensar lo que queramos pensar. Por desgracia, no ejercitamos la misma libertad con respecto a las cuestiones espirituales. Esto ha conducido en todo el mundo a indecible desdicha y división entre la gente.

Si queremos comprendernos a nosotros mismos, lo cual es absolutamente esencial —porque sin comprendernos a nosotros mismos no tenemos una base para pensar o para percibir claramente—, si queremos pensar de una manera racional, cuerda, tenemos que conocernos, tenemos que buscar las causas que nos hacen pensar y hacer ciertas cosas, tenemos que descubrir por qué somos agresivos, brutales, codiciosos, dominadores, posesivos, ya que todas estas características son causas de conflicto entre los seres humanos Y cuando anhelarnos producir un cambio social, el cual tiene que ocurrir, éste debe comenzar, sin duda, en la mente humana, no en la estructura externa de la sociedad. Una vez más, ha de comprenderse claramente que para dar origen a un cambio radical en la estructura social de modo que los seres humanos puedan ser libres, que no haya más guerras ni más división entre las personas como cristianos, hindúes, musulmanes, etc., tiene que haber una verdadera comprensión propia mediante el conocimiento de nosotros mismos, de cómo estamos hechos, tanto biológica como psicológicamente. Entonces, en el propio proceso de comprendernos a nosotros mismos, daremos origen a un cambio radical que será natural, no una revolución sangrienta. Todas las revoluciones políticas, religiosas y económicas han producido gran desdicha y confusión en el mundo. Ustedes ven lo que está sucediendo en el mundo comunista, la represión y el retorno al estado burgués.

Viendo todo esto, las guerras, la tiranía, la opresión, la injusticia social, la inanición en Oriente contrastando con las extremas riquezas, observando todo esto, no intelectualmente sino de manera real, observándolo en nosotros mismos, en nuestra vida cotidiana, debemos ver inevitablemente que tiene que haber una revolución radical en la actividad misma de nuestra existencia diaria. Y para producir un cambio semejante tiene que haber conocimiento propio [de sí mismo], tenemos que conocernos tal como somos, las causas de nuestras acciones, por qué somos agresivos, brutales, envidiosos y estamos llenos de odio, el cual se expresa en el mundo externo. Espero que esto esté claro, no sólo lógicamente, verbalmente, racionalmente, sino también porque lo perciben. Si no perciben agudamente, con gran intensidad el estado actual del mundo, el estado real de la propia vida de cada uno de ustedes, entonces lo que hacen es escapar por medio de ideologías y teorías.

¿Saben?, las ideologías no tienen absolutamente ningún sentido, ya sean comunistas, capitalistas o religiosas. Las ideologías —el pensar conceptual con sus palabras— han separado al hombre del hombre. Todos ustedes tienen diferentes ideologías y no ven claramente por sí mismos la necedad que implica tener ideologías. Estas impiden ver lo que realmente ocurre, lo que realmente es. ¿Por qué debemos tener ideologías de cualquier clase sabiendo cómo han dividido al hombre contra el hombre, ya fueran ideologías cristianas, hindúes, musulmanas o de cualquier otra religión, cada cual aferrándose desesperadamente a su creencia? ¿Por qué? Jamás cuestionamos las ideologías, las aceptamos. Si uno cuestiona e investiga profundamente este problema de las ideologías, verá que existen a fin de que podamos escapar de lo real.

Tomemos, por ejemplo, toda la cuestión de la violencia que se está extendiendo por el mundo a una velocidad asombrosa. Somos violentos: los seres humanos en todo el mundo son violentos, agresivos, brutales. Ese es un hecho derivado, heredado del mundo animal. Somos personas violentas. No abordamos esa violencia, no averiguamos por qué somos violentos y vamos más allá de la violencia. Pero tenemos al respecto ideas, ideologías. Decimos que debemos ser no violentos, que debemos ser amables, gentiles, tiernos y demás. Esto es meramente un pensar conceptual que nos impide entrar en contacto con nosotros mismos cuando somos violentos. Eso es bastante claro, ¿no es así?

Nos estamos preguntando por qué los seres humanos se complacen en ideales y por qué pensamos que es una cosa de lo más extraordinaria no tener ideales. Ustedes piensan que vivir sin principios —por favor, escuchen cuidadosamente esto—, que vivir sin principios, sin creencias, sin ideales, es muy mundano, muy materialista. Por el contrario, aquellos de ustedes que tienen ideales, creencias, principios, son las personas más materialistas del mundo porque no tratan con la realidad, no tratan con la violencia, no tratan con los hechos tal como son. Estoy seguro de que muchos de ustedes creen en Dios, aunque algunos tal vez no crean. Podrán decir que son ateos, lo cual es otra forma de creencia. Jamás se preguntan por qué creen en Dios, lo aceptan porque esto forma parte de la tradición, de la autoridad ejercida por la propaganda.

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