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DESCARTES 1. La filosofía moderna

tomas adornoDocumentos de Investigación30 de Mayo de 2021

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        TEMA: DESCARTES                    

        1. La filosofía moderna

        Descartes puede ser considerado como el primer filósofo de la modernidad europea. Y esto se debe a las peculiaridades que tiene su filosofar, donde la razón humana es colocada en la base de toda reflexión.

        El período en que vive este pensador no llega desprovisto de antecedentes históricos que lo unen con el final del mundo medieval. Por ejemplo, la formación de los estados nacionales, la existencia de grandes monarquías, el progresivo desarrollo de la burguesía, el interés por la ciencia empírica, etc.

        Pero también es cierto que hay diferencias profundas. Desde una perspectiva filosófica, encontramos, por ejemplo, que progresivamente los idiomas nacionales serán el medio de expresión literario de las nuevas ideas, reemplazando al latín de uso en el medioevo. Esto expresa, en un plano, lo que en el mundo político se está dando: el creciente poder de los estados nacionales.

        También el contenido de las obras se modifica. Mientras en el período medieval lo usual son los comentarios, y en ese sentido diríamos que en los finales de la edad media desarrollan una cultura libresca; ahora nos encontramos con tratados originales, tratados en los que se expresan ideas que no son comentarios a los clásicos.

        Además, la actividad de estos pensadores es relativamente independiente de las estructuras educativas. En general, los últimos pensadores medievales están ligados a la enseñanza superior, son profesores universitarios. En la modernidad, los filósofos están desconectados de la enseñanza, la originalidad de sus ideas hace que no tengan cabida en las instituciones tradicionales. Debemos esperar hasta la época de Kant para encontrar profesores de filosofía que filosofen.

        Otra diferencia, y esta de mucha importancia, se da en las relaciones que la filosofía establece. La filosofía medieval, estaba estrechamente ligada a la teología, los filósofos de este período fueron teólogos antes que filósofos. Por eso es que la filosofía en el medioevo es "sierva de la fe". En la filosofía moderna este vínculo se rompe y será más bien la ciencia la que ocupe el lugar de la teología. Encontramos así, que progresivamente, temas como el hombre, la política, la sociedad, etc. serán considerados a partir de modelos científicos. Este lugar, el de la ciencia, recién será profundamente cuestionado a partir de nuestro siglo.

        Pero este es, fundamentalmente, un período en el cual comienza a desarrollarse una confianza cada vez mayor en el poder de la razón, por ejemplo, la duda (como en el caso de Descartes) o la crítica (como el caso de Kant), para citar los casos más salientes. Es un momento en que el hombre comienza a afirmarse a sí mismo, a desarrollar el pensamiento a partir del sujeto, constante ésta de todo un gran período. Aquí aparecen los primeros sistemas filosóficos racionales (el de Descartes será uno de ellos), en los cuales a partir de determinados principios evidentes por sí mismos, se deduce todo un conjunto de verdades que nos proporciona conocimiento acerca de lo que es.

        Dentro de este período y coincidiendo con la mayor parte de estas características encontramos a Descartes. En él, el hombre moderno partirá de una certeza: la existencia del sujeto como un sujeto racional, entendiendo así a la razón como una facultad subjetiva, como un facultad humana.

        2. Vida y obra

        Nació en La Haya en 1596 y murió en 1650, su vida transcurrió durante la primera mitad del siglo XVII. Aproximadamente desde los diez a los dieciocho años sestudió en el famoso colegio jesuita de La Fleche. Se graduó luego en derecho en la Universidad de Poitiers en el año 1616.

        Viajó por Europa, residiendo en Alemania, Italia, Holanda y Francia, procurando llevar una vida apacible y alejada del trato social. En 1649 viajó a Suecia invitado por la reina Cristina con el fin de que la instruyese en su filosofía. Allí el filósofo enfermó de neumonía y murió al año siguiente.

        Sus principales obras son: el Discurso del método publicado en 1637, las Meditaciones metafísicas de 1641, los Principios de filosofía de 1644, y Las pasiones del alma de 1649. Quedó sin publicar las Reglas para la dirección del espíritu, obra de la cual circularon manuscritos, pero que recién salió impresa cincuenta años después de la muerte de su autor. Hay otras obras de menor importancia que no vale la pena mencionar. De toda su producción las dos más importantes son el Discurso y las Meditaciones.

        El Discurso del método lleva un título más extenso que nos indica el fin que la obra persigue: Discurso del método para dirigir bien la razón y buscar la verdad en la ciencia. Inicialmente oficiaba de prefacio a tres trabajos científicos: La dióptrica, Los meteoros y la Geometría, luego pasó a ser un texto independiente. Fue escrito en francés, siendo así el primer gran libro en la historia de la filosofía moderna publicado en un idioma nacional.

        Las Meditaciones son la obra más profunda y técnica desde el punto de vista filosófico. La primera edición se hizo en latín, lo cual muestra la intención del autor de dirigirse a un público erudito. Su título original recoge la designación aristotélica para las cuestiones metafísicas: Meditaciones de prima philoso-     phia. Su publicación fue acompañada con las objeciones que, a solicitud de Descartes, le hicieron personajes intelectualmente importantes de su momento y las respuestas que a ellas dio su autor.

        3. Evaluación del saber de su época

        Para plantear la cuestión tomaremos algunos pasajes del Discurso. Ya desde el comienzo advertiremos un rasgo típicamente cartesiano: la reflexión desde el sujeto. En efecto, tanto el Discurso como las Meditaciones están escritas en primera persona, allí es el autor el que formula posturas que critica y repostula, el alma sostiene un diálogo consigo misma, es como si el diálogo se diese en el interior del sujeto.

        Dice: "Me eduqué en las letras [léase humanidades] desde mi infancia, y como me aseguraban que por medio de ellas podía adquirir un conocimiento claro y seguro de todo cuanto es útil para la vida, tenía extremado deseo de aprender". Descartes enuncia aquí aquello que es su ideal de saber: un conocimiento claro y seguro, es decir, cierto o, lo que es lo mismo, del cual no pueda dudarse, sobre todo lo que tiene utilidad en la vida.

        Sin embargo el saber que esos estudios le proporcionan no lo satisface pues agrega que al terminar el curso "me embargaban tantas dudas y errores que procurando instruirme no había conseguido más provecho que el de reconocer más y más mi ignorancia".

        Peor esta deficiencia no se debe al lugar en que estudia, pues "era una de las escuelas más célebres de Europa"; tampoco a una incapacidad personal: "no veía que se me creyese inferior a mis condiscípulos"; por último, tampoco es un problema de su época ya que agrega "parecíame nuestro siglo tan floreciente y fértil en buenos ingenios como puede serlo cualquiera de los precedentes (Descartes no piensa, como el humanismo, que haya épocas preeminentes, sino que cree que en toda época ha habido buenos ingenios).

        Por todo esto podemos pensar que la insuficiencia de este saber está en el saber mismo, esto es, carece de un fundamento sólido que lo sostenga. Y para explicitar esto hace un análisis del estado de las principales disciplinas.

        De las matemáticas por ejemplo, afirma que daban certeza y evidencia, elementos importantísimos para él, pero que sólo tenían aplicación en las artes mecánicas. Se lamenta entonces, de que no se hubiese construido nada más elevado sobre ellas, porque si bien las matemáticas nos dan un conocimiento claro y seguro, es éste un conocimiento casi inútil o de utilidad muy restringida. Tengamos en cuenta aquí que, para Descartes, las matemáticas son una parte fundamental de las nuevas ciencias; la física moderna (en gran medida fundamentada a partir de la filosofía cartesiana) está basada en las matemáticas. Por ello, la observación de Descartes está señalando el papel restringido que hasta ese momento se le ha dado a las matemáticas.

        De la teología nos dice que no se atreve a someterla a la flaqueza de su razón. Esta va a ser una actitud constante den Descartes: la teología es respetada, pero dejada de lado.

        En filosofía "no hay nada que no sea objeto de disputa". Este es un argumento clásico en el que se objeta a la filosofía por las contradicciones existentes entre las distintas posiciones que en ella se desarrollan. Como las diferentes filosofías se contradicen entre sí, todo en ella es dudoso y debe ser dejado de lado.

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