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Descartes. fundador de la filosofía moderna


Enviado por   •  3 de Marzo de 2023  •  Síntesis  •  3.646 Palabras (15 Páginas)  •  46 Visitas

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DESCARTES. FUNDADOR DE LA FILOSOFÍA MODERNA.

Vida y obras.

Descartes, calificado con toda razón de «padre de la filosofía moderna», pues su figura marcó un giro radical en el terreno del pensamiento, debido a la crítica a que sometió la herencia cultural, filosófica y científica de la tradición, y por los nuevos principios sobre los que edificó un tipo de saber que ya no se centraba en el ser o en Dios, sino en el hombre y en la racionalidad humana.

René Descartes nació en Turena, en el año 1596. De familia noble -su padre, era consejero del parlamento de Bretaña- fue muy pronto enviado a un colegio jesuita Anjou, que era uno de los centros de enseñanza más famosos de su tiempo. Allí recibió una sólida formación filosófica y científica, (seis años de estudios humanísticos y tres de matemática y de teología). Aquella enseñanza -inspirada en los principios de la filosofía escolástica, considerada como la defensa más válida de la religión católica en contra de los siempre recurrentes gérmenes de herejía- dejó insatisfecho y confuso a Descartes, aunque mostrase sensibilidad ante las novedades científicas y se abriese al estudio de la matemática.

Pronto percibió la ausencia de una metodología seria, que estuviese en condiciones de instituir, controlar y ordenar las ideas existentes, y guiar hacia la búsqueda de la verdad. La enseñanza de la filosofía remitía los ánimos hacia el pasado, a las interminables controversias entre los escolásticos, dejando poco espacio a los problemas del presente.

Aunque critique la filosofía aprendida en aquellos años, Descartes no olvida por supuesto el espacio dedicado a los problemas científicos y al estudio de la matemática. Sin embargo, al término de sus estudios también siente profundamente insatisfecho a propósito de tales disciplinas, y escribe a este respecto: «Lo que más me gustaba era la matemática, por la certeza y evidencia de sus razonamientos, pero aún no me daba cuenta de cuál era el mejor uso de ella: al contrario, pensando que sólo servía para las artes mecánicas, me asombraba que sobre cimientos tan firmes y sólidos todavía no se hubiese construido algo más elevado e importante.

Descartes, pues, abandonó desorientado el colegio y sin un trozo de saber que le sirviese como asidero. Por ello, después de haber continuado sus estudios en la universidad de Poitiers, donde obtuvo el bachillerato y la licenciatura en derecho, y al continuar en la máxima confusión espiritual y cultural, decidió dedicarse a la carrera de las armas. En 1618, cuando comenzó la Guerra de los Treinta Años, se alistó en las tropas de Mauricio de Nassau, quien combatía contra España y en favor de la libertad de los Países Bajos.

Se estableció en Holanda, tierra de tolerancia y de libertades, donde -por sugerencia del padre Marino Mersenne, considerado como el «secretario de la Europa docta», y del cardenal Pierre de Bérulle- se dedicó a elaborar un tratado de metafísica que muy pronto interrumpió para dedicarse a una gran obra física: el Traité de Physique dividido en dos partes, la primera de las cuales, sobre tema cosmológico, y la segunda de carácter antropológico. Una vez enterado de la condena de Galileo, a causa de la tesis copernicana que también él compartía y cuyas razones había expuesto en el Tratado en cuestión, Descartes se apresuró a escribir a Mersenne: «Estoy casi decidido a quemar todos mis papeles o, por lo menos, a no dejar que nadie los vea.»

Descartes advirtió la urgente necesidad de afrontar el problema de la objetividad de la razón de la autonomía de la ciencia en relación con el Dios omnipotente.

Desde 1633 a 1637, combinando los estudios de metafísica -iniciados y después interrumpidos- y las investigaciones científicas, escribió el famoso Discurso del método. A diferencia de Galileo, que no había elaborado un tratado explícito sobre el método, Descartes consideró que era importante demostrar el carácter objetivo de la razón e indicar las reglas en las que había que inspirarse para alcanzar dicha objetividad. Nacido en un contexto polémico y como defensa de la nueva ciencia, el Discurso del método se convirtió en la carta magna de la nueva filosofía.

En este período tuvo con Heléne Jans, una hija, a la que amó con ternura y que murió cuando sólo tenía cinco años. El dolor causado por la pérdida de la niña afectó profunda mente su ánimo y, en parte, también su pensamiento, si bien sus escritos siempre fueron severos y rigurosos. Reemprendió la redacción del Trata do de Metafísica, pero en forma de Meditaciones, escritas en latín porque estaban reservadas a los doctos, y cuyas referencias a «la enfermedad y la debilidad de la naturaleza humana» dan testimonio de un ánimo lleno de angustia.

A pesar de las numerosas polémicas que suscitaban sus escritos de metafísica y de temas científicos, Descartes se dedicó con afán a la elaboración de los Principios de filosofía, obra en cuatro libros y redactada en artículos breves, según el modelo de los manuales escolásticos de la época. Se trata de una exposición resumida y sistemática de su filosofía y de su física, que otorga una relevancia particular al vínculo entre filosofía y ciencia. Amargado por las polémicas que habían desencadenado los profesores de la universidad de Leiden, que llegaron a prohibir el estudio de sus obras, y nada dispuesto a regresar a Francia, debido a la caótica situación por la que atravesaba este país, Descartes aceptó en 1649 la invitación de la reina Cristina de Suecia y dejó definitivamente Holanda, que ya no era hospitalaria con él, sino que estaba llena de contradicciones. No obstante, fue muy breve el tiempo que pasó en la corte sueca, ya que la reina Cristina, dada su costumbre de mantener sus conversaciones a las cinco de la mañana, obligaba a Descartes a levantarse muy temprano, a pesar de la inclemencia del clima y la nada robusta constitución del filósofo. En consecuencia, en la mañana del 2 de febrero de 1650, el filósofo al salir de palacio cayó enfermo de pulmonía y murió después de una semana de sufrimientos.

El hundimiento cultural de una época.

Después de reconocer que fue «alumno de una de las escuelas más célebres de Europa», Descartes menciona el estado de incertidumbre profunda en el que se halló al terminar sus estudios: «Me encontré perdido entre tantos errores y dudas, que me parecía que al tratar de instruirme no había conseguido otro provecho que haber descubierto cada vez más mi ignorancia». Aunque la filosofía «haya sido cultivada por los espíritus más excelentes que hayan vivido» -continúa Descartes en el Discurso del método- no puede presumir «de nada que no se discuta y que por ello no sea dudoso».

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