¿DIOS O LA EXPERIENCIA COMO FUENTE DE CONOCIMIENTO HUMANO?

Es sabido que desde siempre los seres humanos hemos tenido el hábito y la maña de personificar a un ser en el cuál podamos depositar todas nuestras esperanzas y nuestros problemas para así encontrarles una tentativa “solución”, siendo esta una buena forma para desplazarnos de eso que nos provoca problemas. Desde la capacidad que tenemos para imitar a los demás, seguir a las masas de personas y de esta manera encontrando una plataforma que nos ayude a encontrar una posición aceptable a nivel social, esto dependiendo del contexto, de la ciudad de dónde se vive. De esta manera, apoyándonos de las creencias de la mayoría, hallamos una estabilidad mental que al mismo tiempo nos limita a racionalizar las cosas, creando un pensamiento mágico y fantástico.

A lo largo de la historia, podemos darnos cuenta de cómo han ido evolucionando esas ideas, esto desde la antigüedad, como cada civilización tenía a sus propios seres perfectos, que según ellos, se originaba la creación de todas las cosas, seres omnipotentes y poderosos que podían ver todo y nunca se equivocaban. En la antigua Grecia, también se puede hacer una mención de lo mismo, se empiezan dudar sobre la ideología y mostrando así un comportamiento un poco más objetivo, siendo este poco el avance que se tuvo, ya que al iniciar la Edad Media en el periodo del oscurantismo la decadencia de las teorías perdió grandes frutos, atribuyéndose al Cristianismo y dejando así como creador de todo a Dios.

En la Edad Moderna, específicamente en el Renacimiento, aparecen filósofos más racionalistas, el pensamiento humano comienza a tomar una postura más “moderna”, retomando ideas nuevas y creando conocimientos. Una teoría interesante sobre la idea de Dios, frente a todo lo que creía en esa época, es impulsada por el racionalista René Descartes, siendo este muy convincente e influenciado mayormente por su educación, postula la idea de Dios, de un Dios que existe y es perfecto. Siendo esta, postulada por Descartes como una idea innata, con la que nacemos, de esta forma un ser perfecto “deposita” la idea de Dios en nuestras almas y esto origina que los seres humanos sepamos qué Dios, como ser perfecto que es, nos creó e hizo de nosotros seres pensantes

Algo importante que menciona René Descartes en sus meditaciones, es el hecho de que el hecho de que dudara sobre lo que veía alrededor no era confiable, ya que para él, los sentidos podían ser engañosos. Gran parte de sus posturas, hicieron que llegara a un punto en el cuál no sabía si realmente ese ser perfecto, que tanto quería demostrar quería que viviéramos en una mentira. Su idealismo por ese ser supremo, le hizo crear una excusa fantasiosa en la cual un genio maligno era el que nos llevaba a cometer los errores, ya que dios en su inmensa bondad no podía ser capaz de hacerle algo así a la humanidad.

Regresando a la tercera meditación “De Dios, que existe”, al poner Dios la idea de perfección en nosotros, está dando a conocer que el es un ser perfecto. Las matemáticas son exactas, es algo que descubrimos, al ser exactas son perfectas, ¿es esta la firma de Dios?, según Descartes sí, y viéndolo desde ese punto de vista, se muestra como un buen argumento, el cual utiliza para poder mostrar algo perfecto, algo que Dios ha dejado en el mundo para que nosotros los seres humanos podamos crear ese incentivo que nos mueve a fantasear de manera que veamos la idea de Dios.

“Si la realidad o perfección objetiva de algunas de mis ideas es tanta que claramente conozco que esa misma realidad o perfección no está en mí formal o eminentemente, y, por consiguiente, que no puedo ser yo mismo la causa de esa idea…” (René Descartes, 1647: Meditaciones Metafísicas).

¿Cómo se dio el origen de Dios? Si se explica desde un punto de vista psicológico, esta idea es una forma de esperanza. Dando seguridad a la vida, siendo esto originado por las fobias, por los miedos que presentamos a lo largo de la vida. Un miedo que vale la pena recalcar, es el miedo a la muerte. El miedo a la muerte nos cambia completamente el panorama de la vida, y que mejor que Dios para encontrar una salida a este.

A lo largo de los años, veneramos y brindamos toda nuestra atención a ese ser que erróneamente pensamos que nos “ayudará” al momento en que morimos. Crecemos con la idea de tener un comportamiento aceptable para la sociedad, de no ser “malos”, malos según el contexto en el que se viva. En su cuarta meditación Descartes define a la maldad, como una carencia, siendo una carencia lo mismo que una imperfección. Con esto quiere

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