Diagnostico

INTRODUCCIÓN

Durante épocas y más recientemente en estas últimas décadas se ha venido destacando el valor de la autoestima como proceso vital .para el desarrollo del hombre, gestado desde el nacimiento y moldeado por las expectativas, eventos, circunstancias y experiencias que a lo largo de las diferentes etapas del hombre le toca vivir. Se considera que es durante la infancia y adolescencia donde la autoestima crea una marca profunda, porque es en estas etapas cuando el humano se encuentra más vulnerable y flexible.

El niño que no siente que es valorado por sus padres, puede desarrollar el miedo de ser abandonado. Lo mismo se debe hacer, por ejemplo, cuando el niño, en la escuela, es "rotulado" como el malo, el trasto, el impertinente, y lo único que hacen, compañeros y alumnos, es dejarle de lado, discriminarle, haciéndole sentir marginado y rechazado por todos. Esta postura no le ayudará en absoluto. Lo que sí creará es una baja estima en el niño que, en poco tiempo, podrá llevarle al fracaso escolar.

Con el objeto de estudiar esta temática se consideró la teoría de Susan Harter, la cual explica y evalúa la autoestima de niños en cuatro áreas: social, académica, familiar corporal para posteriormente evaluar la autoestima global.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Normalmente durante su desarrollo, los niños suelen presentar muchos cambios en sus conducta productos de las diferentes experiencias vividas y experimentadas en diversos contextos, para ir construyendo su personalidad y estilo de vida, en consecuencia eso es totalmente normal ya que el niño necesitará contrastar distintas situaciones.

La forma como los niños se sienten consigo mismos influye en cómo actúan. Se considera que una alta autoestima es el resultado deseado del proceso de desarrollo humano, el cual se ha vinculado con la salud mental a largo plazo y con el equilibrio emocional. Dentro de ese contexto sociocultural, la familia es el elemento clave, ya que constituye el primer agente socializador, en el cual el niño se plantea los patrones de conducta, los cuales le permitirán una interacción efectiva con el contexto que le rodea.

Al respecto se ha venido señalando que la función básica de la familia es formar individuos sanos y equilibrados los cuales puedan vincularse a la sociedad de una manera positiva y creativa, de allí los distintos papeles que los miembros del grupo familiar deben desempeñar (Universidad Pedagógica Libertador. 2002)

Estos planteamientos son compartidos por Roche Olivos (2000), quien destaca la importancia de la familia para el desarrollo del individuo, admitiendo además que la baja autoestima se ha venido expresando como un factor de influencia en el abuso de drogas y en embarazos no deseados. También se le ha asociado con trastornos de la alimentación como anorexia y bulimia nerviosas, con la depresión y el suicidio infantojuvenil. Afirma el autor que las personas con baja autoestima se muestran abiertamente vulnerables a la crítica, al rechazo y a la burla de los demás.

Según Montoya (2004), las opiniones que los niños tienen de sí mismos se llaman autoestima, o auto concepto. Se considera que la autoestima incluye no sólo los juicios cognoscitivos de los niños sobre sus capacidades sino también sus reacciones afectivas antes este auto-evaluación. En pocas palabras, la autoestima como lo afirma Cortes (1999), es un juicio personal sobre el propio valor que se expresa en las actitudes que el individuo tiene hacia sí mismo.

Por lo tanto, la autoestima positiva está relacionada con afectos positivos como son el gozo, la confianza, el placer, el entusiasmo y el interés. La autoestima negativa conlleva afectos negativos como el dolor, la angustia, la duda, la tristeza, el sentirse vacío, la inercia, la culpa y la vergüenza.

Dentro de una perspectiva más general, Cuerelly (2004), en una entrevista realizada sobre síntomas de las personas que sufren un desorden en su autoestima expresa:

Los síntomas en las personas de baja autoestima son muy variables porque depende de las personalidades de las mismas. En general manifiestan desde desgano y ellas mismas crean una falta de oportunidades, tienen dificultad para saber qué es lo que quieren, no logran concretar nada, tienen dificultades con el contacto social, se sienten fracasados en situaciones de su vida, ya sea con los hijos, porque no puede establecer una buena relación con su pareja o no les va bien en el trabajo. Pero ellas se justifican para cubrir los errores que cometen y para que nadie se dé cuenta que se sienten mal.

Según lo explica esta autora, “la autoestima es un elemento básico en la formación personal de los niños”, de eso dependerá su desarrollo en el aprendizaje, en las buenas relaciones, en las actividades, y por qué no decirlo, en la construcción de la felicidad.

Cuando un niño adquiere una buena autoestima se sentirá competente, seguro, y valioso, entenderá que es importante aprender, y no se sentirá disminuido cuando necesite de ayuda. Será responsable, se comunicará con fluidez, y se relacionará con los demás de una forma adecuada.

Al contrario, el niño con una baja autoestima no confiará en sus propias posibilidades ni de las de los demás. Se sentirá inferior frente a otras personas, y por lo tanto se comportará de una forma más tímida, más crítica, con poca creatividad, lo que en muchos casos le podrá llevar a desarrollar conductas agresivas, y a alejarse de sus compañeros y familiares.

La idea expuesta es compartida por Montoya (2004. p 45), quien agrega que “la autoestima no es una asignatura de un currículum escolar”. Pero sí debe ser un espacio jamás ignorado por los padres y docentes. Hay que estar atentos del aspecto emocional de los niños, y en especial en la etapa desde el nacimiento a la adolescencia, por su vulnerabilidad y flexibilidad. Todo lo que se consigue en este periodo puede sellar su y su postura hacia la vida, en la edad adulta.

Con

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