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Dignidad Humana


Enviado por   •  1 de Mayo de 2014  •  1.963 Palabras (8 Páginas)  •  296 Visitas

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Escuela Provincial Técnica N° 748 Ex Enet N°1

Electrónica

6° 1° TEL

Materia: Formación ética y Ciudadana

Trabajo Práctico N° 1: Valores, la moral, la ética, los dilemas éticos actuales

Profesora: Silvina Coulter

Alumno_

_Rueda, Luis Gabriel

Fecha de entrega: 16/04/2012

Competencia 2 “Dignidad humana”

1) Conceptos y ejemplos (5)

a dignidad humana es aquella condición especial que reviste todo ser humano por el hecho de serlo, y lo caracteriza de forma permanente y fundamental desde su concepción hasta su muerte. es una condición inherente al ser humano, es decir, que no se puede renunciara esta

como condición de ser humano, es el hecho de acceder sin ningún costo o remuneración económica a los derechos y las obligaciones que poco a poco, se van generando con el paso del tiempo y de acuerdo a las condiciones sociales en las que normalmente se mueve por el hecho de estar o pertenecer a un grupo social

Ejemplos:

_Tener un techo propio

_Tener un plato de alimento todos los días

_Tener un trabajo en honesto, blanqueado

_Ser respetado golpeado

_Poder estudiar

2) Breve evolución histórica

Lo que se entiende por dignidad ha tenido un cambio substancial desde que este valor surgió en la sociedad de la antigua Roma hasta que fue incorporado en la cultura cristiano-occidental: de una conquista individual pasó a ser inherente a la condición humana.

La dignidad del hombre radica en su valía, cuya toma de conciencia dispone a una actitud que pide respetar ese valer. Vista así, la dignidad adquiere un significado distinto según qué sea lo que el hombre valore de su ser. Y esto está influido fuertemente por la cultura en que se viva.

En la sociedad romana preimperial, la dignitas respondía a méritos en una forma de vida que estaba ligada, por una parte, a la esfera política, por otra, a una recta mora. El romano defendía su dignidad, luchaba por ella, la asentaba y lucía. Ella no tenía un orden rígido: podía aumentarse, rebajarse, perderse, restituirse. La dignitas era un logro personal que, por un lado, daba derecho a un poder y, por otro, por el impulso interior a ser moralmente intachable, exigía un deber. La dignitas era elitista. No todos los ciudadanos gozaban de las condiciones para llevar esa forma de vida portadora de la dignitas y esta, además, no se concebía sin libertad; era, por tanto, incompatible con la condición de esclavo.

La dignitas con sus gradaciones fue uno de los rasgos característicos de esa sociedad romana de sello aristocrático, fue lo que Cicerón echó de menos en la sociedad democrática ateniense de la época: le faltaba el ornato de la dignitas.

Cicerón dio los primeros pasos en separar el contenido moral del aspecto político de la dignitas, y también enunció los esbozos del fundamento humano de la dignidad.

Según este auto, el concepto romano de vida con dignidad ha de apoyarse en el dominio sobre sí mismo, el abandono de toda liviandad y del actuar impulsivo.

La dignidad humana encontró en Cicerón su fundamento en la delimitación de la naturaleza del ser humano, en la que cada hombre, al reconocerse a sí mismo, verá algo divino, de ahí su semejanza con los dioses y también su dignidad.

En la concepción bíblica, la dignidad del hombre tiene el triple fundamento en su origen divino, en su calidad de imagen y semejanza a Dios y en su finalidad en el Creador mismo. La dignidad queda así definida, para todos los hombres por igual, en relación directa con Dios, con independencia de toda otra condición, así, raza, nacionalidad, sexo, edad, creencias, condición social. Esa dignidad dota al hombre de ciertos derechos inalienables y de ella nacen las tareas de protección y respeto.

En la época moderna se produjo otro cambio, que ratificó el concepto cristiano de la dignidad humana: el Estado asumió el deber de preservar la dignidad de los hombres. Este papel del Estado apareció enunciado por primera vez en Don Carlos de Schiller, y con la Revolución Francesa la dignidad se hizo fundamento de los derechos del hombre.

Hoy, en la cultura occidental, los conceptos de persona y dignidad van inseparablemente unidos. La dignidad aparece como el predicado esencial de la persona. Este predicado, después de la Declaración de Los Derechos Humanos, aparece todavía más claro a la razón humana: la dignidad pertenece a todo ser humano, y esta no le viene por su pertenencia a una clase social, etnica, color, raza, libre o esclavo, o por el lugar más o menos alto que ocupa en la pirámide del poder político o social, sino por ser quien es: persona. La persona, entonces, es y se realiza. La Declaración Universal de los Derechos Humanos es considerada como una de las mayores conquistas de la historia. La base de ese documento único está en la persona y su dignidad.

La dignidad humana no puede ser entendida solo como una conquista, pues habría muchos que, conforme al parámetro establecido de dignidad, no la alcanzarían.

El tema de la persona es inevitable en antropología. El hombre moderno ha topado consigo mismo y vive obsesionado por alcanzar la comprensión, la expresión y la realización de sí mismo. Todavía estamos inmersos en el horizonte de lo antropológico, entre la admiración y el espanto que nos produce lo humano. Andamos sin reposo por los senderos de los múltiples saberes que se han acumulado en torno al hombre, y perdidos porque aún ignoramos las respuestas decisivas a nuestra insistente pregunta: ¿Qué es el hombre? Esta pregunta la hacía con humildad y sencillez el salmista: Señor Dios nuestro, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él? (S.8,1). En esta situación cultural, mientras es bien claro que la pregunta por el hombre sigue suscitando respuestas contradictorias e insuficientes, todos convienen en que el ser humano es un ser personal. Hombre y persona no son conceptos equivalentes, pero son inseparables, se dan la mano,

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