EL BABY TALK
ADRIANA20BALASíntesis4 de Diciembre de 2013
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EL BABY TALK
El baby-talk (o en inglés, motherese) es el nombre que se usa para designar un sub código lingüístico que emplean los adultos y los niños mayores de 5-6 años, de forma espontánea, cuando se dirigen y comunican con niños más pequeños.
Las características del baby-talk tienen la intención de mejorar y controlar la eficacia de la comprensión de los mensajes por parte del niño, así como de suponer ayudas importantes para la imitación y el aprendizaje del lenguaje.
Al dirigirnos a los bebés tendemos a hablar más despacio, con más pausas y más largas, a subir el tono de voz (empleamos un registro más agudo), cuidamos más la pronunciación, somos más expresivos, nuestras frases son más cortas y simples, repetimos con frecuencia una parte o el todo de la frase, usamos un número más limitado de palabras (en su forma más sencilla y con mayor número de diminutivos), se hacen constantes referencias al contexto mientras se señala o manipula los objetos concretos con los que interactuamos y utilizamos un mayor número de gestos y mímica.
Esta adaptación del lenguaje que se hace contiene un proceso educativo implícito mediante el cual el adulto manifiesta su deseo de darle al niño herramientas expresivas cada vez más elaboradas.
Esta forma de hablarle a nuestro bebé no dificulta ni retrasa la adquisición del lenguaje; al contrario: es una manera positiva e indispensable para ir adquiriendo lenguaje, ya que les ayuda a centrar su atención y a comenzar ese intercambio comunicativo que poco a poco se irá haciendo más
Sus características se sitúan en todos los niveles de producción del lenguaje: gramatical, léxico y prosódico. Se trata de un lenguaje sintácticamente simplificado, formado de frases breves en las que hay pocos elementos como verbos, adverbios y modificadores. Los adultos usan un vocabulario restringido y concreto, ligado a la experiencia cotidiana del niño, y hablan con un timbre de voz más alto, como para atraer la atención del interlocutor, acentuando también con la entonación las palabras más importantes de la frase. La frecuencia de las repeticiones, completas y parciales, es más bien elevada, siendo redundante, ofreciendo al niño más oportunidades de procesar la información lingüística.
Por ejemplo: esto es un lobo. El lobo se llama Lolo. Lolo vive en el bosque. Lolo da un paseo por el sendero del río. En vez de “El lobo Lolo vive en el bosque y pasea por el sendero del río”. La última frase dificulta la relación sujeto-verbo.
El motherese no aparece hasta que el niño no es suficientemente mayor como para comprender y responder a las frases de la madre, más o menos, al final del primer año de vida. Esto pone en evidencia la importancia de la respuesta del bebé según su capacidad efectiva de comprensión y de atención. También está relacionado con las expectativas del adulto sobre la capacidad de interactuar del niño y de participar en la conversación.
Sin embargo, el baby talk no se da en todas las culturas. Por ejemplo, entre los Samoana, Schieffelin y Kaluli en Papúa, no existe. Los adultos casi nunca se dirigen
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directamente a los niños pequeños y ni mucho menos adoptan un lenguaje especial para ellos.
Más bien piden a los niños mayores que se ocupen de las necesidades y preguntas de los pequeños.
Los padres son clave para que los niños aprendan a leer. La lectura, el canto y el habla hacia un bebé estimula el cerebro para que crezca. Las investigaciones muestran que si se le lee a un bebé todos los días empezando el día del nacimiento, esto aumenta la capacidad para las habilidades de idiomas y alfabetismo. Es la cosa más importante para preparar a que un niño sepa leer.
Para más información comuníquese con Shannan Carrell, especialista, Proyectos de Alfabetismo al (815) 802-8307 o scarrell@kcc.edu
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