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EL CAMINO Y LA VIDA


Enviado por   •  6 de Junio de 2014  •  6.273 Palabras (26 Páginas)  •  320 Visitas

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EL CAMINO Y LA VIDA

“La vida práctica como escuela es formidable, pero tomarla como un fin en sí misma, es manifiestamente absurdo”

Samael Aun Weor

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Instituto Cultural Quetzalcoatl de Antropología Psicoanalítica, A.C.

www.samaelgnosis.net y www.samaelgnosis.org

EL CAMINO INICIÁTICO

“Hay escuelas que enfatizan la idea de que existen doce caminos, que se hallan correlacionados con las doce Constelaciones Zodiacales. Existen instituciones que suponen que los caminos son siete”...

“Jesús el Cristo, que ha sido el mayor instructor de los últimos tiempos, no dijo que hubieran varios caminos. Quienes hemos estudiados a fondo, tanto los cuatro Evangelios como los llamados «Apócrifos» (que realmente de «Apócrifos» no tienen nada), hemos podido evidenciar, verificar, que en ninguna de sus enseñanzas figuran varios caminos”.

“Cuando nosotros investigamos a Gurdjieff y a su discípulo, Ouspensky, o al Sr. Collins, o al Dr. Nicoll, verdaderos exegetas de la «Cuarta Vía», podemos evidenciar que, realmente, sólo aceptan un solo camino”.

Samael Aun Weor: Conf. “Los Cuatro Caminos”.

UN CAMINO HERMÉTICO Y SECRETO

Jesús el Gran Kabir dijo: «Conoced la Verdad y ella os hará libres».

Más allá de nuestras hipótesis, creencias, suposiciones o teorías está eso que se conoce como la VERDAD, la GRAN REALIDAD: El manantial puro de vida capaz de liberarnos de este mundo de apariencias, de este mundo relativo, de este mundo de ilusiones.

Esa VERDAD no es y no será jamás patente exclusiva de ninguna escuela, credo, filosofía o grupo social. Está más allá del tiempo y sólo puede ser experimentada con plena manifestación de la divina Conciencia.

Adquirir esa preciosa joya (la Conciencia) y bucear en el océano de la GRAN REALIDAD, sólo es posible viviendo de instante en instante los postulados, claves y prácticas que enseña y ha enseñado siempre el Gnosticismo Universal.

Esa actitud frente a la vida, esa doctrina atemporal, lleva al neófito de la mano por una senda muy particular, una senda misteriosa: El Camino a lo Real.

Sin embargo, sin querer en modo alguno herir delicadas susceptibilidades, debemos enfatizar la idea básica de que en el ambiente cultural-espiritual de la humanidad contemporánea, coexisten variadas instituciones venerables, que muy sinceramente creen conocer ese Camino secreto y que sin embargo no lo conocen.

Permítanos el lector la libertad de decir con gran solemnidad que no queremos hacer crítica destructiva; ENFATIZAMOS, y es ostensible que eso no es delito. Obviamente, y por un simple respeto muy profundo hacia nuestros semejantes, jamás nos pronunciaríamos contra ninguna institución.

A ningún elemento humano podría criticársele por el hecho de desconocer algo que nunca se le ha enseñado. El Camino secreto jamás ha sido develado públicamente.

En términos rigurosamente socráticos, diríamos que muchos eruditos que pretenden conocer a fondo la Senda del Filo de la Navaja, no sólo ignoran, sino además ignoran que ignoran.

No queriendo indicar o señalar organizaciones espirituales de ningún tipo y sin el ánimo de zaherir a nadie, diremos simplemente que el ignorante ilustrado no solamente no sabe, sino además no sabe que no sabe.

En todos los libros sagrados de la antigüedad se hace alusión al Camino secreto, se le cita, se le nombra en muchos versículos, mas la gente no le conoce.

Develar, indicar, enseñar la senda esotérica que conduce a la liberación final, es ciertamente el propósito de estos estudios.

Ante todo tenemos que anhelar un cambio verdadero, salir de esta rutina aburridora, de esta vida meramente mecanicista, cansona...

EL CAMINO ANTIGUAMENTE Y AHORA

Es evidente que debido a la universalidad de los Sagrados Misterios que han de conducir al hombre a la liberación final, éstos han florecido en todas las épocas que ha vivido este planeta.

En tiempos ya pasados a nadie se le entregaba este Conocimiento si previamente no demostraba gran anhelo por liberarse, extremado valor para afrontar las adversidades y profundo respeto por esas enseñanzas y tesoros, todavía para él secretos.

A fin de orientar a nuestros queridos lectores quiero verter en estas páginas algunos recuerdos de épocas ancestrales...

Si dijera públicamente que yo recuerdo perfectamente mis existencias anteriores, quizás causaría mofa entre los doctores de la razón. Pero, haciendo honor a la verdad, he de decirles a ustedes qué ni a nosotros ni a la ciencia importa esta risa irónica. Con justa razón decía Víctor Hugo: «el que se ríe de lo que desconoce, está en camino de ser idiota».

Dar fe de todo aquello que realmente hemos experimentado directamente, es un deber para con nuestros semejantes, y ese es nuestro único propósito. Mi caso, francamente, no es el único. Otras personas también recuerdan sus existencias con claridad. Para nosotros la reencarnación es un hecho y no meras conjeturas de la mente...

Pues bien, deben saber ustedes que yo estuve reencarnado en la tierra sagrada de los Faraones durante la Dinastía del Faraón Kefrén Conocí a fondo los antiguos Misterios del Egipto secreto y en verdad digo que jamás he podido olvidarlos.

Una tarde cualquiera, no importa cual, caminando lentamente por las arenas del desierto, bajo los ardientes rayos del sol tropical, atravesé silente como un sonámbulo una calle misteriosa de esfinges milenarias, ante la mirada exótica de una tribu nómada que desde sus tiendas me observaba.

A la sombra de una antiquísima pirámide, hube de acercarme un momento para descansar brevemente y arreglar con paciencia las correas de una de mis sandalias. Después, diligente, busqué con ansia la augusta entrada; anhelaba retornar al camino recto.

El guardián como siempre, estaba en el umbral del misterio.

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