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EL PENSAMIENTO FILOSOFICO. LA PATRISTICA


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2015  •  Reseñas  •  2.514 Palabras (11 Páginas)  •  488 Visitas

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EL PENSAMIENTO FILOSOFICO

En el siglo I. aparece una religión destinada a tener una influencia extraordinaria en el futuro: El cristianismo, una doctrina de salvación “funda por Jesucristo hijo de Dios, enviado por Dios padre como mesías, para salvar a los hombres, según habían anunciados los profetas Hebreos”.

La religión cristiana se caracteriza por su monoteísmo trascendente (la creencia en la existencia de un solo Dios, Omnipotente y creador), idea procedente del judaísmo.

Los pensadores cristianos adoptaron también muchas ideas del pensamiento griego. Así por ejemplo, de Aristóteles tomaron unas series de conceptos, como los de sustancia, causa y materia. La moral Estoica aporto también valioso elementos a ética cristiana. El Platonismo, con su desprecio del mundo sensible, su creencia en la inmortalidad del alma humana y la afirmación de la existencia de un mundo celestial, prefiguraba el cristianismo. La filosofía cristiana puede dividirse en dos grandes épocas: La Patrística, filosofía de los padres de la iglesia, y La Escolástica, filosofía de las escuelas cristianas.

LA PATRISTICA

Se denomina así el movimiento teologico-filosofico cristiano que se origino durante los primeros siglos de nuestra era y finalizo en el siglo VIII. En ese arco de tiempo, los llamados “Santos Padres” por la iglesia Crearon una filosofía cristiana que pretendía ser la base de una futura teología. La Patrística contó con grandes figuras, como Orígenes y San Agustín. Aunque fue en Oriente donde se desarrollo con mayor intensidad, su máximo pensador San Agustín escribió en latín. Este movimiento suele dividirse en tres grandes periodos:

Primer Periodo (Hasta el concilio de Nicea,325). La necesidad de defender la fe contra las persecuciones y las herejías dio origen a la apologética, en la que destacaron San Justino, Taciano, Tertuliano, Atenágoras, San Ireneo y Lactancio.

Segundo Periodo: Hasta el concilio de calcedonia, 451. Época de apogeo en la que se desarrollaron los principales dogmas del cristianismo (Trinidad, naturaleza de Cristo). Sus figuras más importantes son: Sam Clemente de Alejandría, Orígenes, Gregorio, Nacianceno, Gregorio de Nisa y San Agustín.

Tercer Periodo: Decadencia. Sistematización de las doctrinas de los periodos anteriores. Entre sus representantes cabe destacar a Máximo Confesor, Juan Damasceno, Marciano Capella, Boecio, Isidoro de Sevilla y San Gregorio.

Pertenecen también a este momento los escritos atribuidos falsamente a Dionisio Areopagita (pseudo Dionisio)

Los centros más importantes de este movimiento fueron la escuela de Alejandría (creadora del método alegórico para la interpretación de textos bíblicos), la de Antioquia y la de Cesareas.

La mayoría de los temas de que se ocupa La Patrística tienen carácter teológico, pero algunos interesan también a la filosofía. El esfuerzo de reflexión de los padres estuvo motivado principalmente por la necesidad de fijar el dogma y por la lucha contra las herejías, en especial, y en sus orígenes gnosticismo.

En su controversia contra las nacientes herejías, el concilio de Nicea estableció Las verdades de la religión cristiana en forma de dogmas indiscutibles. A partir de entonces, la especulación de los padres fue limitada, ya que no podían enfrentarse a ninguno de los dogmas y verdades oficialmente decretadas, so pena de excomunión. Todo ello impuso la definición de la filosofía como Ancilla theologiae, es decir, como Esclava de la Filosofía de Dios, como sierva de la Teología.

SAN AGUSTIN (354-430)

La figura más relevante de La Patrística nació en Tagaste (en la provincia Romana de Numbia; hoy Argelia), hijo de padre pagano y madre cristiana (Santa Mónica). Tras una juventud turbulenta, se convirtió al cristianismo, después de estudiar retorica fue profesor en Tagaste y Cartago y pasó después a Roma y Milán (384).

Según su propia confesión, se sintió atraído por la filosofía a los diecinueves años al leer el dialogo, hoy perdido de Hortensio,  del gran orador y filosofo neoacademico Cicerón (siglo IA.C). Cicerón despertó a San Agustín de su sueño frívolo para enfrentarlo con la verdad, proporcionándole cierta desconfianza en la razón humana.

En Milán leyó los escritos del filosofo y místico neoplatónico Plotino (siglo III) traducidos por el cristiano Mario Victorino, y descubrió en ellos algo fundamental para la historia del pensamiento occidental. “Dios y el alma realidades inmateriales”.

En 386 abandonó la vida académica para profundizar en la filosofía, en 387 recibió el bautismo, Ordenado sacerdote en 391, fue nombrado obispo de Hispona hacia el 395.

Este polemizó fundamentalmente contra tres movimientos:

  Maniqueísmo. Admite la existencia de dos principios originarios en el mundo en permanente lucha, Ormuz (luz, bien) y Arimán (obscuridad, mal). Ambos están presentes en el hombre, a través del alma corpórea.

  Donatismo. Defiende la separación total y absoluta de la Iglesia y el Estado. Según ellos los eclesiásticos que colaboraban con el Estado perdían su pureza y no podían administrar los sacramentos, por lo que era difícil establecer una jerarquía eclesiástica, así lo constaba el hecho de que los obispos, equivalentes a los gobernadores de las provincias romanas, podían dictar sentencias de carácter inapelable.

  Pelagianismo. Admite que el hombre puede obrar el bien por sí mismo, rechazando así el pecado original.

El problema filosófico que impulso a San Agustín hacia el cristianismo es un problema que ha movido a grandes sabios de todas las épocas; la búsqueda de la felicidad. San Agustín creyó que la verdadera felicidad consiste en la sabiduría, por lo que su vida consistió en una larga investigación de la verdad; “Quiero conocer a Dios y el Alma”. El mundo manifiesta a Dios, pero, para buscarle el hombre debe entrar en su propio interior. La exterioridad de las cosas conduce a San Agustín hacia la interioridad del alma. El alma es de algún modo, un fundamento de las cosas porque encuentra las certezas en ella misma, no en las cosas.

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