El Problema Del Mal En Kant

EL PROBLEMA DEL MAL EN KANT

Kant comienza por afirmar que el problema del mal no es del dominio de la razón pura; afirma que ella busca la idea a priori del uno, pero el hombre no está destinado solo al uno sino también a la felicidad, lo cual exige que ambas se integren en un mundo coherente y este debe ser el sensible. Pero la razón pura es limitada y por lo tanto debemos renunciar a ella. Para demostrar la finalidad del hombre se debe hacer una filosofía negativa que parta de los límites y que debe armonizar con la razón moral. A partir de ello puede llegar a un saber verdadero pero no especulativo sino a partir de un sentimiento que debe llevar a la fe y con fe, aceptar las diversas situaciones de la vida.

En cuanto al mal moral Para Kant los únicos Objetos de una razón práctica son el bien y el mal; pero ambos conforme al principio de la razón. Lo que nosotros debemos llamar bien, debe ser un objeto de la facultad volitiva; el mal debe ser un objeto de aversión, por lo que, además del sentimiento es necesaria la razón. El bien y el mal no pueden ser determinados fuera de la voluntad, lo que quiere decir que no son reales por si mismos. Para Kant la base de la moralidad no puede estar en las cosas que son incognoscibles, sino en la moralidad de la intención, si es conforme al deber dictado por la razón (Así, el mal físico no se encuentra en la realidad sino brota sólo de lo moral).

Para determinar la moralidad existe el deber, que es una ley que proviene a priori de la razón y se impone por si misma a todo ser racional: el imperativo categórico: “obra solo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal”; Cualquier acto es bueno si se ajusta esta forma.

Precisamente así interpretó el mal radical de la naturaleza humana como la posibilidad general de la desviación de la conducta del hombre, la máxima de alejarse, ocasionalmente, de la ley moral. Este mal es una inclinación que no se sabe cuando contrajo el libre albedrio, pero es imputable. El mal nos esclaviza cuando no obramos conforme a la ley moral sino a las leyes de los instintos.

El hombre debe someter su acción a la razón. No es el bien quien determina el deber sino que el deber determina el bien; por consiguiente la moral kantiana es una moral del deber; sabemos que debemos hacer el bien aún cuando no nos convenga.

La moralidad presupone la libertad humana; no es simplemente que deber implica poder. Ser libre es obrar sin estar determinado por causas extrañas, sino determinando uno mismo la ley de su propia acción.

La moral no necesita de la religión, pero esta le ayuda hacer frente a él, en el campo de la imputabilidad; buscando que el hombre vuelva a su bondad originaria y ofreciéndole 3 mediaciones para su regeneración: la representación, de la lucha entre el bien y el mal; la creencia que retoma la representación y pretende restablecer una capacidad en el hombre y la institución, que reafirma la necesidad de mediación.

Ante estas mediaciones la categoría esencial es la esperanza.

EL PROBLEMA DEL MAL EN HEGEL

El pensamiento de Hegel, a partir del cual va a desarrollar el problema del mal, se basa en la fenomenología y en la dialéctica. Para él, el mal es equiparado: con el error, con la mera ausencia del bien y con el no

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