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El arte de vivir con Filosofía


Enviado por   •  7 de Mayo de 2018  •  Ensayos  •  2.580 Palabras (11 Páginas)  •  150 Visitas

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El arte de vivir con Filosofía

Cuando se Habla de arte se sabe perfectamente que es todo producto o creación hecha por el ser humano, pero, cuando se habla de “el arte de vivir” es algo mucho más complejo. El arte de vivir es una construcción permanente, un acompañante, un endulzante, etc. Este acompañante va a ser una herramienta que puede ayudarnos a vivir mejor y hacernos mejores, se puede crear a temprana edad a la vez que puede ayudar a reconstruir en etapas mucho más maduras, pero, ¿cuál sería ese perfecto acompañante? Sin duda la filosofía.

La filosofía es un estudio, un interés por conocer, después de todo su significado etimológico es el amor por la sabiduría, pero al filosofar para conocer, debo conocerme a mí mismo ya que el primer paso para la sabiduría tiene que ver con un movimiento del alma. Según Sócrates (filósofo y sabio ateniense): “Amamos lo que nos falta pero en alguna medida conocemos y poseemos. No podemos amar aquello de lo que nada sabemos. El filósofo debe tener la sabiduría necesaria para comprender que el saber es algo valioso y a la vez algo que falta”. Sin duda, Sócrates tenía razón puesto a que realmente vivimos en un estado de búsqueda dual en donde la sabiduría y la ignorancia son atributos imprescindibles en nuestra tarea de vivir con filosofía.

En el viaje para lograr ser ilustrados, debemos tener en cuenta los pensamientos más importantes en el espectro filosófico. Como ser introdujo hace poco el primer paso es el conocimiento de uno mismo, siendo Sócrates el autor de este planteamiento, “Solo una vida examinada merece ser vivida” es la sentencia con la que empezamos, si de verdad consideramos que la vida es un propósito lleno de razones en realidad debemos estar en lo más equivocado, el existencialismo es el mecanismo más fácil para entender esta situación y su desenvolvimiento es de lo más ameno, la ironía. El método socrático implica en la interrogación irónica lo relevante no es la respuesta, sino la pregunta misma, así nos damos cuenta que en realidad no hay una respuesta concreta porque al final todo señala a un vacío, pero, ¿Por qué es tan necesario señalar un vacío? Porque resulta que esa demostración de ausencia es la prueba de que la ignorancia abunda incluso dentro de los que se consideran sabios, pues los sabios no están en nuestro plano existencial. El que es sabio no necesita filosofar y el que es ignorante quiere abstenerse a practicarlo, solo los dioses poseen el atributo máximo de sabiduría ya que va con su naturaleza divina. Así el que hace uso de la filosofía tiene el privilegio de reconocer que es un ignorante que quiere conocer pero que sabe que nunca llegara a ser un sabio, igualmente eso implica que no hay un límite al conocer y que tiene la posibilidad de aprender lo que más quiera sin temor a que se acabe el conocimiento, eso es arte de vivir.

Aprender, quizás se crea mucho que el simple hecho de aprender sea la respuesta en nuestro viaje, sin embargo, dejarse abrazar por la ignorancia de vez en cuando es necesario para el mismo aprendizaje. La filosofía es erótica, no solo epistémica pues es necesario tener desdicha para gozar de este amor por la filosofía. El amor, en general, es el deseo de lo que es bueno y nos hace felices; es el gran amor seductor innato en todos los corazones. Pero de todos los que en diversas direcciones tienden a este fin, hombres de negocios, atletas, filósofos, no se dice que aman y no se les llama amantes; sólo a los que se entregan a una especia de amor se les da el nombre de todo el género y solo a ellos se les aplican las palabras amar, amor, amantes. Se ha dicho que buscar la mitad de sí mismo es amar, pero yo pretendo que amar no es buscar la mitad ni el todo de sí mismo cuando ni esta mitad ni este todo son buenos; y la prueba es que no es lo nuestro lo que amamos, porque los hombres solo aman lo bueno. ¿Basta entonces con decir que los hombres aman lo bueno? ¿No es preciso añadir que también desean poseerlo? ¿Y solamente poseerlo, sino poseerlo siempre? En suma, consiste el amor, en querer poseer siempre lo bueno. ¿Cuál es el acto particular en que buscar y perseguir con ardor lo bueno toma el nombre del amor? Es la producción de la belleza, sea por el cuerpo o sea por el alma.

Platón (filósofo griego y seguidor de Sócrates) proponía historias breves, narraciones cortas que utilizaba para reflexionar y exponer su filosofía. Una de ellas es clave para car en reflexión con nuestro aprendizaje filosófico: “El mito de la caverna”.

“Imagina una caverna muy profunda. Y ahora imagina que en el fondo de esa caverna hay un grupo de prisioneros encadenados desde niños. Por culpa de las cadenas, estos prisioneros tienen muy poca movilidad, ni siquiera pueden girar la cabeza, de modo que están condenados a mirar todo el tiempo lo único que tienen delante de sus ojos: un pared. Sin embargo, están muy entretenidos, ya que en esa pared aparecen continuamente sombras: sombras de animales, de objetos, de personas, sombras de todas las cosas y seres que existen en el mundo. Estos prisioneros, encadenados y encerrados desde niños, jamás han visto un objeto real. Pero un día un prisionero aparece desencadenado, entonces, se asoma y descubre que las sombras son objetos reflejados que arde en una hoguera detrás de ellos, y es por eso que la sombra de esos objetos se proyecta a la pared. El prisionero controlado por el impulso sale al mundo real y se da cuenta de la belleza de todas las cosas reales, al principio se dedica a disfrutar la sensación y de toda la belleza que contempla. Pero, al cabo de poco tiempo, comienza a sentir una gran inquietud. ¿Cómo podría disfrutar de todo aquello sabiendo que sus compañeros siguen encadenados en las profundidades de la caverna? Necesita explicarles que viven engañados y que la realidad está ahí afuera. Entonces, el prisionero emprende un duro camino de regreso y cuando al fin llega a sus compañeros les cuenta sobre lo que ha visto. Pero a sus compañeros les da miedo oír hablar de la luz, de las sombras y del engaño. Sus compañeros a gusto con lo que “viven” deciden que su compañero se volvió loco y en el mejor de los casos, digno de risa.

El mito de la caverna no nos puede llevar a una aporía. Las voces que nos llegan del pasado nos liberan de la cadena ciega de nuestro presente. El fondo de nuestra propia caverna en esta temporalidad inmediata, que no nos deja ver las experiencias de quienes nos precedieron. Encadenados al tiempo, los restos del pasado nos rompen la atadura a la inmediata naturaleza que nos atenaza. La atemporalidad que nos sofoca, se airea así por las experiencias pasadas y el escueto tiempo de nuestra existencia, se engarza en una colectividad que lo contextualiza y enriquece. Emparedados en el presente, urgidos y condicionados por el mundo que nos rodea, solo podemos respirar por la historia, por la memoria colectiva. Y es a través de esa memoria como podemos escuchar la voz de los textos y descubrir que sus mensajes no son pura letra; porque nunca nadie escribió por escribir.

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