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El “extrañamiento de sí mismo” como consecuencia de la “soledad”

eugenia1997Ensayo21 de Abril de 2017

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El “extrañamiento de sí mismo” como consecuencia de la “soledad”

1-Introducción

El tema que se desarrollará en esta tesina es el de la soledad y el extrañamiento de sí mismo en tres obras distintas: El Extranjero, de Albert Camus; Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi y Hamlet, de William Shakespeare.

Existen relaciones y similitudes muy notables en los tres personajes principales: Hamlet, en la famosa obra de Shakespeare; Pereira, en Sostiene Pereira y Meursault, en El Extranjero, ya que en todos los casos el protagonista vive en un ámbito de soledad, aislamiento y extrañamiento de sí mismo.

Para comenzar se definirá primero qué se entiende por soledad. Según el Diccionario de la Real Academia Española, la “soledad” se define como “Carencia voluntaria o involuntaria”[1] de compañía.

Por otro lado, es necesario explicar qué se entiende por“extrañamiento de uno mismo”. En las tres obras los personajes principales irán replanteándose y sorprendiéndose ante sus propias acciones. En muchos casos, quedan perplejos ya que actúan la mayoría de las veces por impulsos que carecen de una explicación coherente, tanto para el lector/espectador como para ellos mismos. Lo que habrá que tener en cuenta también para poder darle una explicación a estas acciones llevadas a cabo por los personajes es que ninguno de ellos se maneja en un ámbito completamente “normal”. Cada uno tiene un su cabeza una idea que lo perturba y no lo deja desarrollarse socialmente como se esperaría que una persona normal lo hiciera. Tanto las muertes como las traiciones y  abandonos llevan a los personajes a estar solos. Esta soledad que sufren los empuja a hacer cosas que en algún momento se van a replantear e y de las que incluso, en algunos casos, se van a arrepentir. Todas estas acciones marcan la vida de los personajes, es decir que no son irrelevantes. Los hechos que se llevan a cabo definen el rumbo de vida de los personajes condenándolos en todos los casos a vivir una vida peor de la que ya llevaban.

El personaje protagonista en Sostiene Pereira, es condenado al exilio; en El extranjero, a la muerte y, Hamlet a cargar con el asesinato de su propia madre.  En el primer, caso se ve como un personaje que llevaba una vida normal termina autocondenándose a un exilio social luego de escribir en una carta una serie de sucesos que atentaban con las condiciones políticas del país (Portugal). En el siguiente caso, se verá como un personaje sin ningún objetivo en la vida se va descarrilando cada vez más hasta cargar con el asesinato de un árabe en un momento en el cual lo único que podía percibir era el calor irradiado por el sol y el sudor de su propio cuerpo. Por último, en Hamlet, se puede hablar perfectamente de un final trágico, tras un periplo en el que el personaje intenta luchar por lo justo pero sin resultados positivos. Empeora su situación ya que termina con la vida de su propia madre y la suya.

Como lectores/espectadores nos llama la atención esta forma de vida que los personajes adoptan y nos llevan a veces a pensar que están al borde de la locura. Lo que es atrapante en los tres casos es ir viendo la evolución de los protagonistas que se van quedando cada vez más solos y hacen cosas que ni ellos creían ser capaces de hacer. Esto es lo que, en este trabajo, se considera “extrañamiento de uno mismo”

2-Un extranjero para la sociedad, su familia e incluso para el mismo

El Extranjero es el nombre que Albert Camus le da a su famosa novela que narra la solitaria vida que lleva un hombre llamado Meursault tras la muerte de su madre. El protagonista refleja la filosofía de lo absurdo, la sensación de desencanto frente a la vida. A media que se desarrollan los hechos, el autor va mostrando cómo el aburrimiento, la cotidianeidad  van haciendo al narrador protagonista insensible, indiferente y hasta despiadado. Da la sensación de que al personaje le da igual ser de una forma u otra. Meursault carece de una conciencia definida y de personalidad, lo que lo lleva a un estado de incertidumbre y aislamiento con respecto a su entorno. Se ve cómo va perdiendo la capacidad de reflexión y de cualquier forma de pensamiento, dejándose llevar por impulsos. Es interésante analizar a Meursault en cuanto a la sociedad que lo rodea e ir viendo la evolución del personaje, quien hacia el final, ya sentenciado a muerte, realiza una afirmación de la vida frente a su triste final. Tal como afirma Fernando Carmona Fernández. Anales de Filologia Francesa, n. °11,2002-2003. En “El Extranjero de Albert Camus en Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi:

“…es un personaje solitario que nos cuenta, en un relato en primera persona, algo que les ha acaecido y cambiado su vida. Forma parte de esta familia de personajes solitarios y que resultan socialmente extraños… Desde el primer momento son seres aislados que contemplan desde fuera la sociedad que les rodea.”

Meursault permanece tan aislado y su grado de insensibilidad en varias ocasiones es tan grande que para el lector resulta anormal. Termina siendo un extraño para la misma sociedad, para el mismo e incluso para la persona que lee los sucesos de su vida que el mismo escribe poco antes de morir.

 El relato comienza con la muerte de la madre del narrador protagonistas quien no parece verse afectado por las circunstancias, lo único que percibe es el calor, el sudor de su cuerpo, y el fuerte rayo del sol de la mañana. Estas sensaciones que el personaje percibe, provenientes de la naturaleza, se van a ir repitiendo a lo largo de la novela. Abundan las situaciones en las cuales su mente parece estar en otro mundo en donde solo hay calor y sudor. Esto significa que solo puede conectarse con lo que siente su cuerpo, pero está vacío de otro tipo de sensaciones: carece de sentimientos o, por lo menos, no es capaz de manifestarlos.

Debe tenerse en cuenta que Meursault se encuentra solo en la vida, sin hijos ni familiares. Sin embargo, en ningún momento muestra ganas o, si se quiere arrepentimiento por no haber formado una familia, ni tampoco por no llevar una vida sana, sin fumar y comiendo bien. Su vida es rutinaria, triste y sin sentido, sin metas. Pareciera que espera su muerte los días domingo en su balcón observando a las familias felices y a los adolescentes que caminan por la calle:

Meursault, desde el balcón de su casa, pasa la tarde mirando el espectáculo de ir y venir a las gentes de su barrio en el atardecer del domingo. Familias que salen de paseo con niños con traje de marinero, niñas con vestidos de lazos de color rosa; matrimonios con trajes y atuendo de día de fiesta. Después, los jóvenes del suburbio también endomingados a su modo que entre risas se dirigen a los cines del centro”[2]

Meursault es un hombre del que no se sabe nada: ni su edad, ni su lugar de nacimiento, ni siquiera su nombre de pila (únicamente su apellido), a pesar de estar escrita la novela en forma autobiográfica; es como si él mismo diera por sentado que estos datos son exclusivamente suyos o que son simplemente datos irrelevantes.

Está solo, absolutamente solo, desde las primeras líneas de la novela cuando se entera de que su madre ha muerto ese día. La soledad de Meursault es realmente un estado nihilista.[3] Está inmerso en una indiferencia absoluta en la que la vida o la muerte son totalmente intercambiables. Junto a la soledad y el nihilismo de su conciencia, que le impide percibir incluso los más simples momentos placenteros, está la indiferencia, una indiferencia que lo lleva a tal estado de no compromiso, de inacción, que acaba finalmente con su condena a muerte por un crimen tan absurdo como su existencia.

Cuenta que no llora la muerte de su madre, como tampoco había ido a verla al asilo donde ha fallecido por el esfuerzo de ir al autobús, de tomar los billetes y de hacer dos horas de viaje. Simplemente no despierta en él ningún sentimiento el hecho de haber tenido alguna vez una familia, no hay recuerdos, aunque sí memoria; no hay sentido de pertenencia, no hay arraigo alguno y le cansa el esfuerzo que supone desplazarse a visitar a su madre, como lo cansó su

Escucha y ve pasar por su lado la vida de sus vecinos, el viejo, su perro y su relación de amor odio, el señor Raymond, que maltrata a las mujeres; pero no entabla relación de amistad o confianza aunque parece que ellos sí lo desearían, porque tomarse la molestia de tener que sentir algo más que indiferencia por ellos, le resulta excesivo esfuerzo. Registra adecuadamente las actitudes de los otros, escucha las confidencias si se le solicita su atención y está ahí, sin más:

“…había poca gente y apurada. Pasó primero una familia que iba de paseo: dos niños de traje marinero, los pantalones sobre las rodillas, un tanto trabados dentro de las topas rígidas, y una niña con un gran lazo color rosa y zapatos de charol… Un poco más tarde pasaron los jóvenes del arrabal…”[4]

La extrañeza que impregna toda la novela, podría concretarse al analizar la descripción del absurdo crimen de Meursault: un crimen en el que no hay odio, ni venganza, ni resentimiento. Un crimen que se comete bajo el inmenso poder del sol. La omnipresencia del sol en el relato de este acontecimiento, que marca el punto de inflexión en la vida del protagonista, sería interpretable desde el aspecto de que solamente el sol hace experimentar a Meursault una completa gama de sentimientos: verdaderamente se siente impotente ante una presencia de la que no puede escapar, que lo invade, para la que no encuentra refugio, que no le permite el aislamiento que era su habitual mecanismo de defensa. Es esto lo que le hace cometer el asesinato, es la angustia ante una presencia de la que no se puede librar. Esto podría relacionarse perfectamente con la idea de “extrañamiento de sí mismo” en donde se ve que el personaje no le encuentra una explicación o propósito a las acciones llevadas a cabo. Dentro de ese estado de incertidumbre que posee el personaje comete un asesinato sin ningún sentido ni razón coherente. No logra reflexionar sobre lo que hizo hasta verse cerca de la muerte, ya condenado a la misma. Yace tras las rejas de la prisión tratando de entender por lo hizo, y sus acciones le resultas extrañas. Por esto es que se puede hablar de un “extrañamiento de sí mismo” que se da al final de la obra y no durante el desarrollo de esta.

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