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Etica En Las Organizaciones

jholuav17 de Octubre de 2013

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE

SAN MARTÍN

FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS

ESCUELA ACADEMICA PROFEIONAL

DE ADMINISTRACION

ASIGNATURA : ÉTICA Y DEONTOLOGIA

DOCENTE : Lic. Ms NORMAN HERRERA

GRUPO N° 4 :

o ROGER LOPEZ PIÑA.

o WALDO ARTURO RIOS YALTA.

o NAHIR MAYTEÉ GÓMEZ GONZALES

o JHONATTAN LUIS AREVALO VASQUEZ.

SEM. ACADEMICO : 2013 - II

TARAPOTO – PERÚ

2013

INTRODUCCION

Los términos ética y moral, aparecen siempre presentes en nuestra vida cotidiana pero seguramente no conocemos a fondo su verdadero significado y los campos de aplicación a lo largo de nuestra existencia.

En ésta ocasión habremos de referirnos a ellos pero relacionados puntualmente con nuestra carrera de administradores y su relación con las empresas.

Se plantea que la ética no es un ingrediente para triunfar en los negocios, pero equivocadamente, ya que los negocios se hacen a través de personas y son éstas quienes consiguen el beneficio para los accionistas pero para algunos de ellos no es importante la forma como se obtienen, pero por otro lado, se encuentran los empresarios a los que no sólo les preocupa maximizar el beneficio sino también la forma de obtenerlo. Para ellos juega un papel muy importante la ética, están dispuestos a sacrificar resultados siempre que tuvieran que actuar de una forma no ética, o con falta de sensibilidad social.

Veremos de la manera más clara, la influencia de la ética en las empresas y los resultados que se pueden obtener manteniendo éste principio.

PANORAMA HISTORICO

La preocupación por el “deber ser” se remonta a los tiempos más remotos. En Egipto se han encontrado manuscritos en los que se describe cómo se formaba a quienes ejercían actividades de “dirección”, exhortándolos a ser veraces y honestos. El Antiguo Testamento prohíbe abusar del débil, condena el fraude y la usura, promueve el respeto a la propiedad ajena. El Nuevo Testamento hace hincapié en el carácter instrumental del dinero y de los negocios.

Durante la Baja Edad Media y el Renacimiento, dos moralistas conocedores de la economía y los negocios fueron Bernardino de Siena y Antonio de Florencia. Ya en el Siglo XVIII, Adam Smith, en su obra La Teoría de los sentimientos morales, identifica el crecimiento de los mercados y la división del trabajo con el progreso material de la sociedad, advirtiendo que paralelamente éste puede aplacar el progreso moral, disminuyendo la solidaridad, la capacidad de entender el sufrimiento ajeno.

A mediados del siglo XIX, los problemas morales creados por la Revolución Industrial estimularon la profundización de la ética. El papa León XIII, en su Encíclica FERUM Novarum (1891), aporta a la economía y a la actividad empresarial una perspectiva ética. De igual forma, en 1899, Andrew Carnegie, publicó un libro llamado El evangelio de la riqueza. En él introdujo el concepto de responsabilidad social de las empresas, sobre la base de dos principios paternalistas: el principio de caridad y el principio de custodia, en alusión al papel que los dueños de las empresas desempeñaban en la sociedad.

En Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, y en Estados Unidos a partir de los años cincuenta y sesenta, comenzaron a desarrollarse movimientos a favor de las responsabilidades sociales de las empresas.

Ya en los años setenta y ochenta convergían dos corrientes:

La visión clásica, cuyo defensor más representativo es Milton Fridman, Premio Nobel de Economía en 1976. Esta postura sostiene que los gerentes son empleados que deben rendir cuentas a los inversores y proteger sus intereses, a partir de la premisa de que la única responsabilidad de la administración es maximizar los beneficios de los accionistas sin engaños ni fraudes y en franca competencia.

La visión socioeconómica sostiene que la responsabilidad de la administración trasciende la obtención de ganancias e incluye la protección y mejoramiento del bienestar social.

INFLUENCIA DE LA ETICA Y LA MORAL EN LA EMPRESA

La ética y la moral deben hacer parte integral de toda nuestra existencia y deben estar presente en cualquier actividad que desarrollemos, solo así lograremos dejar huella entre nuestros semejantes y cuando nos situemos en el ocaso de nuestra vida, será éste comportamiento ético y moral el que nos llene de orgullo y nos haga eternamente sabios.

En el mundo empresarial, o particularmente en la realización de un negocio, la aplicación de una estrategia, la omisión de información relevante o la desinformación, puede ser beneficiosa económicamente. En efecto, se podría decir que un negocio ha sido bueno no solo porque se han beneficiado ambas partes sino porque uno ha sacado mayor provecho (desde el punto de vista de éste último).

Se podría establecer que un negocio bueno en el sentido moral, es un mal negocio en el sentido económico, ya que en el sentido moral se busca un acuerdo beneficioso sincero para ambas partes, y en el sentido económico se busca sacar una ventaja desde el punto de vista de la expectativa (ó a veces directamente a costa de la ingenuidad o ignorancia de la otra parte). Se plantea que la ética no es un ingrediente para triunfar en los negocios, pero equivocadamente, ya que los negocios se hacen a través de personas (el factor humano), y por lo mismo sería un error llevar la interacción estrictamente al enfoque del beneficio provechoso para él más fuerte (en este caso la negociación se trata como el campo de batalla).Se recuerda que la fórmula de éxito debe ser "win−win", es decir, aquellos negocios realizados por conveniencia mutua basada en complementos beneficiosos para ambos. De lo contrario, se encontraría latente el ánimo de sacar ventajas favorables personales.

En estos casos se verificaría que el comportamiento inmoral convertido en norma (aceptación general) se hace un elemento de difusión. El hacer honradamente el propio trabajo es una de las exigencias radicales del hombre en cualquier cultura. En el campo de la competencia en la cual la empresa se encuentra inserta, tampoco aplica la estricta visión ética. Por el contrario, la competencia es cruda y para lograr éxito se construyen sofisticadas estrategias de impacto. Esto es una actuación de guerra, donde la mente del consumidor es el campo de batalla. Para muchos, esta batalla no podría ser sobrellevada bajo un sentido ético, sin embargo, es imposible separar los negocios y los valores, como si ambos permanecieran a mundos diferentes, porque la ética pertenece a la misma realidad por cuanto es una dimensión de toda actividad humana.

LOS SUJETOS DE LA ÉTICA APLICADA A LOS NEGOCIOS

La empresa no vale sino para el hombre, ella no funciona sino gracias a y por los hombres, los que aportan el capital, sus dirigentes y sus asalariados, por ello cabe afirmar que no hay ética empresarial sino la que emana de las “personas éticas”. Por tanto sería más lógico referirse no a la “ética de las empresas” o “ética de los negocios”, sino a la “ética de los empresarios” o de los “hombres de negocios”.

“La libre empresa, concepto inseparable del de sociedad abierta, es una fuerza impersonal, incapaz de decisiones morales...” por lo que es posible afirmar que la empresa desempeña su rol social, crea valor en tal sentido y asume los riesgos conexos que ello implica, a través del discernimiento y compromiso ético de las personas que la integran y en especial de sus directivos. La definición de los valores y principios críticos en la generación de calidad será un fiel reflejo de la ética personal de sus dirigentes; el diálogo y la búsqueda de acuerdos, permitirá que el pensamiento moral y las expresiones valorativas se difundan a través de toda la estructura.

Los responsables de establecer las políticas de la empresa, deberían considerar los intereses de todos aquellos involucrados por su actividad. Así se reconocerán los derechos de los empleados y se procurarán políticas de personal que favorezcan el potencial humano y la creación de un sentido de misión y de logro en todos los niveles de la organización.

La ética en los negocios es por tanto un resultado, una consecuencia del desempeño ético de su management, quien ejercerá un liderazgo ético si él es un hombre ético en su carácter; si no mantiene a la ética y a los negocios en dos mundos separados; si ha asumido la responsabilidad que le compete, consciente de estar preparado para ello y de que no basta con sus buenas intenciones y su conducta honorable.

Hacia dentro, la ética interna de la empresa se evidenciará en las relaciones con los asalariados, creando

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