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ETICA EN LAS ORGANIZACIONES


Enviado por   •  12 de Mayo de 2014  •  1.846 Palabras (8 Páginas)  •  174 Visitas

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Ética en las Organizaciones

Es oportuno recordar a uno de los padres de la ciencia económica, Adam Smith, quien fue profesor de Filosofía moral de Glasgow antes de enseñar Economía. Esta misma economía, tal cual la concebimos hoy en su gran dominio, la economía de mercado, tuvo en su gran constructor intelectual los valores éticos desde el punto de partida, y considero que ello ha vuelto también en nuestros tiempos: es muy sintomático que hace unos años el Premio Nobel fuera otorgado a Amartya Sen entre otras razones porque su obra clave para ese reconocimiento mundial fuera Ethics and Economics.

Esto significa que el tema está trascendiendo ya los límites de los que hablan solamente de filosofía, para pasar a aquellos directamente relacionados con la vida económica.

Los autores de esta obra se esmeran en destacar en que vivimos en una época histórica

en la que los desafíos éticos están frente a nosotros y son, por lo tanto, ineludibles.

El tema aparece en distintas dimensiones. Por un lado están los beneficios gigantescos

que las revoluciones tecnológicas en plena ebullición hoy nos presentan. Esta ola de innovaciones en los instrumentos de la nueva economía, las nuevas tecnologías, crea oportunidades inmensas para la humanidad. Sin embargo, todo eso implica que los bienes y servicios que la civilización dispone no están ciertamente distribuidos con equidad.

Al escribir este libro da la impresión de que los autores desean poner de manifiesto la gigantesca transformación que atraviesa la sociedad contemporánea y describir la esencia de la nueva sociedad con las distintas fuerzas conductuales éticas que surgirán de ella. Son tantos los acontecimientos que colapsan la imaginación que, en todo caso, uno de los autores insiste en que no pretenden dar recetas, así como tampoco una lista de sugerencias concretas en cuanto a medidas políticas morales que deben aplicarse, ni mucho menos lineamientos y consejos directivos empresariales para suprimir la corrupción; no es un libro que pretenda eso.

El objeto es intentar situar la arrolladora transición que afrontamos en el presente, dentro del margen general del mundo laboral, para de esta forma intentar predecir cuáles serán los comportamientos éticamente adecuados que necesitaremos con miras hacia el futuro al que nos desplazamos y recurrir con más conciencia a la riqueza de las decisiones que aboguen por la responsabilidad social de las empresas, que no son decisiones casuísticas sino avaladas en la vivencia contractual que vivimos. De alguna el comportamiento ético de las personas y de las organizaciones que quedaron traumatizadas con los cambios que se iniciaron a mediados de los años setenta, y tuvieron su rúbrica 20 años después con la caída de la multinacional ENRON, todo un símbolo de empresa multinacional, muchas veces puesta como ejemplo de lo que múltiples empresas debían hacer con sus empleados.

Eduardo describe en los primeros capítulos de la obra el impacto de la globalización en la actitud ética y en la incidencia de ésta en el liderazgo; al respecto, señala con un estilo muy personal esta transformación. Qué duda cabe que en los últimos 20 años hemos atravesado un punto de inflexión en la historia del mundo. A este efecto, toda explicación acorde a la experiencia y el conocimiento alcanzado hasta ahora se cuestiona, o lisa y llanamente se anula. Son innumerables los ejemplos de conductas extravagantes de las personas y los mercados financieros, pero también son muchas las tendencias fundamentales concernientes al rumbo del progreso técnico y al nuevo tipo de empleo que buscan las empresas, que resultan igualmente atípicas o inescrutables. Esto último lo analiza en el capítulo sobre personalidad, dejando de manifiesto distintas características necesarias para mejorar y optimizar el proceso de selección en un ambiente globalizado. Con este marco de referencia como de telón de fondo, plantea que

se acercan cambios aún más radicales, y que aplicando inteligencia emocional a las

nuevas perspectivas, éstas pueden no resultar tan impactantes.

El impacto sabe convertir en “autores-actores” a los que leen sus páginas. Impulsa el

deseo de iniciativa y de autonomía; mediante la confianza que manifiesta en su lectura

y se ubica en la capacidad del otro, motiva a cada lector a tener confianza en sí mismo

para entender mejor los cambios y a las personas protagonistas del mismo cambio de

actitud hacia el ambiente y la responsabilidad de las empresas en este cambio.

Para que la acción sea buena han de serlo el objeto, el fin y las circunstancias. Actuar

éticamente consiste, según hemos visto, en buscar el bien propio y el de los demás

–y el concepto de bien es muy rico–, moviéndonos por motivaciones superiores –inmanentes

o trascendentes–, sin rechazar el bien propio ni las demás motivaciones, que

no tienen por qué ser inmorales.

Alternativamente, actuar éticamente es observar unos principios no inventados,

sino derivados del fin del hombre, de los bienes que intenta conseguir y de las motivaciones

que le mueven a ellos. La ética de los fines no es, pues, distinta e independiente

de la ética de los principios.

Eduardo describe muy bien en estos primeros capítulos que las dos posibles relaciones

que se establecen entre las acciones humanas y su modo de ser (Ithos) son la bondad

o la maldad. A ello les llama genéricamente moralidad. El bien y el mal morales son el

bien y el mal que las acciones poseen en tanto que humanas. El bien moral coincide con

el de la persona en la medida exacta en que está en juego la acción libre y se realiza a

través de ella. Sigue describiendo que la ética pretende dirigir los actos libres hacia el

bien perfecto o fin último de la persona. Por tanto, concluye acertadamente que la acción

ética es la que cada sujeto realiza libremente dirigiéndose a sí mismo hacia su

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