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Evidencia 2 etica y cultura de la legalidad


Enviado por   •  23 de Febrero de 2019  •  Ensayos  •  1.952 Palabras (8 Páginas)  •  1.234 Visitas

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POSITIVO

NEGATIVO

INTERESANTE

  • Tribunal de las Aguas.

Su tarea consiste en resolver los conflictos que surgen en el campo por el uso de agua de ocho acequias que la toman del río Turia, un uso que está debidamente organizado. Los litigantes acuden al tribunal y el presidente dirige el juego de las denuncias y las réplicas con las sencilla palabras «parle vosté» y «calle vosté». También la sentencia es oral y no se recoge por escrito, porque no hay nada escrito en este ir y venir, sino sólo un valor en el que todos confían, la palabra dada.

Los gastos de transacción, en asunto tan delicado, no pueden ser más bajos, porque se reducen al intercambio verbal de síndicos y afectado. Es sencillamente la confianza la que lo hace todo tan barato. La ética abarata costes en sufrimiento principalmente y también en dinero.

La ética sirve, entre otras cosas, para recordar que es una obligación ahorrar sufrimiento y gasto haciendo bien lo que sí está en nuestras manos, como también invertir en lo que vale la pena.

  • Invertir en lo que vale la pena: saber priorizar.

Ganar músculo ético para evitar estas situaciones antes de que se produzcan, o para buscar las mejores soluciones si el desastre se ha desencadenado.

Con eso no se solucionarían todos los problemas, pero sí que estaríamos mucho mejor preparados para buscar en serio soluciones con altura humana y para ponerlas en marcha.

La integridad consiste en la coherencia entre las declaraciones y las realizaciones. La integridad es esencial para que sean eficientes las relaciones interpersonales, porque el engaño desfigura los mensajes que transmitimos, crea una niebla y ya no sabemos de qué estamos hablando. Por eso la gente valora positivamente la integridad, porque hace que las relaciones entre las personas sean más transparentes y eficientes. La comunicación es más fácil y barata en una sociedad de hombres veraces que en una de mentirosos.

¿Y qué hacer con el dinero ahorrado? Invertir en lo que realmente vale la pena. En prevenir y curar enfermedades, anticiparse en lo posible a las catástrofes naturales para evitar muertes y sufrimiento, empoderar a las personas para que puedan llevar adelante aquellos planes de vida que consideren valiosos, crear puestos de trabajo, universalizar la educación y la sanidad, tantas cosas que ayudan a humanizar la vida.

¿Para qué sirve la ética? Para abaratar costes en dinero y sufrimiento en todo aquello que depende de nosotros, e invertirlo en lo que vale la pena, sabiendo priorizar.

  • Cúpula de Hierro.

Los israelíes han puesto en funcionamiento un escudo antimisiles. Eso les da una ventaja enorme en lo que se refiere a protección, pero al parecer tiene un gran problema, y es el del coste. Lo que se gasta en ella se deja de invertir en hospitales, escuelas o viviendas sociales.

Es una gota en el océano inabarcable de esos gastos en industria bélica, increíblemente elevados, que detraen para la defensa o la muerte lo que podría emplearse en educación, en atención a las enfermedades, en empoderar a las gentes para que puedan organizarse una vida feliz.

  • Asociación Nacional del Rifle.

La razón de su éxito es ante todo el afán de seguridad: los ciudadanos compran armas para defenderse frente a posibles delincuentes. Ése es un coste económico al que hay que sumar el más importante, el de las matanzas.

Una solución a esto sugerida por las asociaciones partidarias de la tenencia de armas consistía en vender todavía más armas. Cuando realmente la solución consiste en cambiar la actitud.

Si las gentes no tomamos nota de lo cara que sale la falta de ética, en dinero y en dolor, si no nos negamos decididamente a pagar ese astronómico precio, el coste de la inmoralidad seguirá siendo imparable.

Por desgracia, los débiles acaban pagando la mayor parte de las deudas de la humanidad por falta de ética.

  • Crisis financiera y económica.

Por desgracia, una de las alternativas para hacer frente a la crisis económica que atravesaba España a finales del 2011 fue la de reducir las pensiones, aún y cuando había un mar de mejores opciones para revertir la situación, tales como que devolvieran el dinero los corruptos que se lo han quedado, que pagaran los que han gestionado los recursos públicos de una forma pésima, que se acabe con los paraísos fiscales, se fije una tasa para las transacciones financieras y la economía especulativa decrezca a favor de la economía real. Todo eso está muy bien, pero empezar por reducir las pensiones es lo más sencillo.

Tantas facultades de economía, tantos políticos por metro cuadrado para que ésta sea la piedra filosofal, que lo más sencillo es empezar por los que están más controlados. Aunque los pensionistas no sean los responsables de las crisis, alguien tenía que pagar y les tocó la papeleta a ellos.

  • Crisis.

Insiste un buen número de economistas en afirmar que la ausencia de algunos valores éticos no ha tenido influencia en las crisis que venimos padeciendo.

Una persona o un pueblo desmoralizados no están en su propio quicio y vital eficacia, no están en posesión de sí mismos y por eso no viven sus vidas, sino que se las hacen otros, no crean, ni fecundan, ni son capaces de proyectar su futuro.

Y a la desmoralización hemos llegado no sólo por lo mal que se han hecho las cuentas, sino también porque se han disfrazado con cuentos perversos, como el de la contabilidad creativa, la constante opacidad y falta de transparencia.

Un mundo sin compasión no es habitable para los seres humanos.

Mucho de lo que ha pasado podría haberse evitado si personas con nombres y apellidos, entidades y organizaciones con un nombre registrado hubieran actuado siguiendo las normas éticas que les corresponden.

  • Conjunto de vacíos éticos.
  • Falta de profesionalidad, por parte de quienes no actuaron por los valores de su profesión.
  • Fracaso de determinados modelos de vida consumista, que aconsejan llevar a cabo conductas imprudentes e irresponsables a políticos, empresarios y ciudadanos.
  • Cortoplacismo, la necesidad de tomar decisiones a corto plazo, que apenas deja tiempo para la reflexión, menos aún para decidir anticipando el futuro.
  • Tribunal de las Aguas.

Es realmente difícil de creer que la base de este tribunal sea solamente la confianza para resolver los problemas, pues en tiempos modernos se carece mucho de ella.

  • Cúpula de Hierro.

Aquí lo relevante era saber que los habitantes de Israel estaban de acuerdo con el tremendo gasto que se hacía por el escudo antimisiles, dejando de lado otros temas que requieren de atención en cuanto a dinero se refiere, aunque de cierta manera puede ser comprensible, porque les sirve de protección frente a los ataques palestinos.

  • Asociación Nacional del Rifle.

A pesar de los resultados negativos por permitir la venta libre de armas en los Estados Unidos, hablando específicamente de las matanzas, es sorprendente saber que, a pesar de las pérdidas humanas por estos hechos, asociaciones den como solución la venta de más armas a los ciudadanos para que así ellos puedan defenderse.

  • Crisis financiera y económica.

No cabe duda que existe gente sin escrúpulos a la que le interesa muy poco la integridad y el bienestar de las demás personas, no les importa enriquecerse a costa de los demás para así tener una vida en la que difícilmente podrán sentir bienestar y felicidad.

  • Crisis.

Que se puede esperar de gente corrupta, sin la más mínima idea de la moral y sin el más mínimo sentido de lo que es la ética. Aún así resulta increíble que no puedan ser capaces de reconocer sus errores y sigan adelante con sus actos inmorales.

  • Invertir en lo que vale la pena: saber priorizar.

No tenía idea de lo que el comportamiento ético y moral podían alcanzar, pero razonándolo un poco y analizando más allá, en el fondo del problema, no cabe duda que si practicáramos y entrenáramos más seguido nuestro músculo ético evitaríamos situaciones desagradables que desencadenan dolor, seríamos más felices y hasta por qué no, ahorraríamos dinero evitando gastos que no tendrían razón de ser, empleándolo en cosas que realmente valen la pena.

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