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Filosofia De La Ciencia

hoyos9816 de Marzo de 2014

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La filosofía de la ciencia desarrollada a lo largo de s. XX está dominada por un conjunto relativamente escueto de autores, cuyas aportaciones forman lo que podríamos denominar la cultura común acerca de la validez y métodos de la ciencia actualmente compartidos.

Todos ellos se nutren de unos presupuestos filosóficos comunes que interpretan con variantes más o menos marcadas. Sus puntos de vista son, pues, más o menos complementarios, aunque no faltan las contradicciones o los acentos marcadamente diferentes. Este fondo común procede principalmente de la mentalidad empirista: un modo de concebir la experiencia y su papel en el conocimiento; de la estructura lógica y formal de raíz kantiana, reinterpretada dentro de la filosofía matemática y del lenguaje: Russell, Wittgenstein...; así como del positivismo en la comprensión general de lo humano y del papel del desarrollo científico en el progreso histórico.

En la consolidación de un marco de referencia a partir del cual elaborar las diversas interpretaciones, el trabajo del llamado Círculo de Viena fue fundamental.

1. El Círculo de Viena

En 1929 el Círculo de Viena publica su manifiesto marcadamente neopositivista. Contribuye a través de diversas actividades y publicaciones a consolidar la filosofía de la ciencia como disciplina autónoma. Para el grupo, la Ciencia es un paradigma de racionalidad y de objetividad y, por tanto, la mentalidad científica vendría a sustituir otros marcos de referencia: metafísica, religión, etc. dominantes en estadios menos desarrollados de la humanidad. La determinación de esa racionalidad y de los contornos precisos de la mentalidad propia de la ciencia, planteados por el grupo de forma estrecha, no ha conseguido estabilizarse y superar sus paradojas internas. De hecho, el trabajo de buena parte de los autores más importantes son correcciones a las posturas iniciales del Círculo de Viena.

El empirismo lógico o neopositivismo se desarrolló gracias al esfuerzo de una serie de científicos y filósofos que quisieron establecer una filosofía científica. Se partía del fenomenismo defendido por E. Mach, siguiendo la tradición intelectual moderna. La ciencia no debe plantearse problemas ni asumir presupuestos de valor substancial o metafísico. Sólo se ocuparía de los fenómenos y su trabajo apuntaría hacia su previsión y control instrumental. Moritz Schlick, siguió esta tendencia y exigió una filosofía elaborada con las mismas exigencias de rigor científico. La visión científica del mundo, título que marca el inicio del grupo, es indicativo del talante de su proyecto. Esta visión contenía un fuerte signo negativo: propugnaba la eliminación de las posturas metafísicas. Seguían en esto las propuestas de Wittgenstein, que trataba de mostrar la imposibilidad del lenguaje para alcanzar el ser real: La filosofía no tiene tema propio, sino que su función es la de aclarar el lenguaje de los saberes humanos a través del análisis lógico y lingüístico de las expresiones y teorías.

El lenguaje solamente tiene sentido en el contexto de la ciencia experimental y en la vida ordinaria. A pesar de que Wittgenstein se da cuenta de que sus propias afirmaciones van más allá de estos estrechos límites, este problema no es atendido por el Círculo, que defiende que la verificación solamente es viable en este contorno. Esta paradoja acabaría, sin embargo, saliendo a la luz y provocando profundos cambios en el modo de plantear las cuestiones.

El grupo filosófico fue muy activo. Su revista, Erkenntnis, dirigida por Carnap y Reichenbach, tuvo amplia difusión. Se organizaron congresos y tuvieron contactos con pensadores de diversas áreas, especialmente anglosajones: W.O. Quine, K.O. Appel, Ernst Nagel...

El criterio de significado empleado es tajante: Solamente los enunciados sobre hechos o fenómenos experimentables tiene sentido y es verificable. Las demás proposiciones son solamente poesía intelectual, carentes de significado. La ciencia es un sistema de proposiciones empíricas verdaderas. La filosofía tiene como función aclarar ese sentido y mostrar que no cabe más sentido que éste: las proposiciones y problemas metafísicos son pseudoproposiciones y pseudoproblemas.

Pronto, sin embargo, aparecieron dificultades notables: las proposiciones con que se enuncia el punto de vista del grupo no son ellas mismas proposiciones científicas, ni su aclaración. Configuran, pues, una tesis “metafísica”. Además, los hechos o fenómenos no pueden ser expresados en un lenguaje directo y estricto, sino que, incluso los enunciados más elementales son una “traducción” de los hechos e incluyen generalizaciones inobservables. Hempel, en 1950, ya señaló los problemas. No es posible establecer una ciencia sin presupuestos que van más allá de ella, incluidos los neopositivistas. De todos modos, cabe elegir este marco de referencia como un a priori injustificado, cuya razón de ser derivaría de su utilidad en los resultados.

Popper, ya en 1935, decía: “Los positivistas, en sus ansias por aniquilar la metafísica, aniquilan juntamente con ella la ciencia natural.” Efectivamente, una ciencia sin presupuestos es imposible, y es imposible justificar cualquier presupuesto científicamente. De ahí que el neopositivismo derive hacia posturas utilitaristas: la ciencia es un elemento necesario para el desarrollo tecnológico y su última justificación no procede de su verdad, sino de su utilidad.

El trabajo del Círculo de Viena, dispersado por razones políticas en los años treinta, ha dejado como frutos principales: la extensión de una mentalidad cientista que hoy es muy común, y una serie de nociones y problemas que son punto de referencia obligado para las actuales discusiones. También se les acusa de generar los actuales callejones sin salida de la teoría en torno a la ciencia. Establecen, en cierto modo, los puntos de partida.

2. Karl Popper

La filosofía de Popper se centra en lo que él denomina la Actitud racional. Aunque estuvo en contacto con los miembros del Círculo de Viena, sus ideas se diferencian en puntos importantes. En su pensamiento influye su encuentro con Einstein, que sirve de personificación de su propuesta, así como el alejamiento de formas de pensar “dogmáticas”: el marxismo y la psicología de Freud. El padre de la relatividad había puesto de manifiesto que su teoría no sería válida si no superaba pruebas experimentales cruciales; mientras que el hecho de que hubiese un acuerdo experimental no significaría que la teoría fuese válida. En esto vio una actitud encomiable: en lugar de perseguir verificaciones, se tataba de poner a prueba las teorías.

La actitud científica se basa en la actitud crítica. Las teorías científicas son hipótesis o ensayos teóricos que deben contrastarse con la experiencia, siguiendo el esquema de ensayo- error. Solamente los experimentos fallidos nos dan información para avanzar. Ante un problema, se propone una posible solución (teoría), de valor conjetural que, al contrastarse con la experiencia, será progresivamente corregida. La diferencia entre la ciencia y el conocimiento común radica en el carácter sistemático de la primera.

De modo análogo al Círculo de Viena, Popper considera necesario deslindar entre lo que consideramos ciencia de lo que no. Sin embargo, no cree que el criterio de significado neoempirista sea adecuado. Llamará a su propuesta Criterio de demarcación. Lo que no es ciencia no carece de significado, pero no cumple las condiciones básicas del saber científico. Denomina “metafísicas” a las afirmaciones que están más allá de la ciencia, pero piensa que algunas son necesarias como entorno de la ciencia (el realismo, por ejemplo), pero que no son contrastables con la experiencia. Deberían valorarse en función de su capacidad para resolver ciertos problemas humanos.

Popper destaca los aspectos objetivos y lógicos en la valoración de la ciencia, de modo que los factores subjetivos no aportan ningún fundamento. De todos modos, como los fundamentos lógicos sólidos son formales, la ciencia experimental siempre es provisional o conjetural. La verdad de las teorías científicas nunca es demostrable, y el contraste con la experiencia es confuso porque, a su juicio, no hay datos puros de experiencia, ya que su misma formulación descriptiva incluye numerosos elementos teóricos.

De todos modos, pesar de no ser tampoco definitivo, Popper propone lo que denomina asimetría lógica entre verificación y falsación: aunque no verificables, las teorías serían falsables si no muestran acuerdo con enunciados experimentales. Es el Criterio de falsación. En la ciencia no se cumple el viejo ideal de la episteme griega: el saber seguro por causas. Todo nuestro saber es solamente provisional. En el fondo, siempre hay acuerdos convencionales no estrictamente justificables. Si la inducción es inviable: las teorías generales nunca son deducibles de la experiencia, él propone un método deductivista: la teoría es creativa, y el control experimental se ejerce sobre las situaciones que se derivan de la univeralidad de la teoría.

Los criterios de utilidad, los acuerdos convencionales, etc. son necesarios en el quehacer científico y se fundan, en último término, en tendencias innatas que llevan al hombre a enfrentarse a sus problemas con unos parámetros de eficacia determinados, de los que la actitud científica defendida por el autor vendría a ser el modelo más depurado.

Reconoce que las ideas de verdadero y falso no pueden ser precisadas en su interpretación.

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