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Filosofia De La Matematica


Enviado por   •  9 de Mayo de 2013  •  3.142 Palabras (13 Páginas)  •  325 Visitas

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1-Filología:

La filología (del latín philologĭa y éste del griego φιλολογία, “amor o interés por las palabras”) se ocupa del estudio de los textos escritos, a través de los cuales intenta reconstruir, lo más fielmente posible, el sentido original de los mismos con el respaldo de la cultura que en ellos subyace. El filólogo se sirve, por tanto, del estudio del lenguaje, la literatura y demás manifestaciones escritas, en cuanto constituyen la expresión de una comunidad cultural determinada. También comprende el estudio de las lenguas y la cultura de sus hablantes.

1.2 Desarrollo histórico

Filología helenística

En la cultura griega el término filología tuvo varias acepciones, aunque fue ganando terreno aquella que concebía al filólogo como alguien consagrado a la explicación de textos desde todos los puntos de vista posibles, actividad ésta que comenzó siendo una afición noble cultivada con mayor o menor acierto, pero siempre de manera no profesional.

Los primeros filólogos en el sentido moderno fueron los alejandrinos (siglo III a. C.), discípulos de los sofistas,1 cuyo más sobresaliente representante es Aristófanes de Bizancio(siglo III a. C.), fundador de un método que su discípulo Aristarco de Samotracia, director de la Biblioteca de Alejandría, aplicó, más tarde, al estudio de los poemas de Homero. Estos primeros filólogos desarrollaron, en la Biblioteca de Alejandría, una importante actividad editorial, centrada en la copia de los manuscritos de los más importantes y representativos autores del pasado, cuyos textos se limpiaban de errores y se interpretaban de acuerdo con unas normas determinadas. En manos de los alejandrinos, la filología se convirtió, así, en un conjunto de conocimientos sistemáticos y ordenados, aunque amplios y poco profundos, puesto que el filólogo debía poseer no sólo conocimientos lingüísticos y literarios, sino también históricos, geográficos, artísticos, retóricos, etc. Es por eso que se le consideraba la persona ideal tanto para explicar los textos como para reconstruirlos, modernizarlos y restaurarlos.

Así, pues, la filología comienza ocupándose, por una parte, de la lectura correcta de los textos y, por otra, de la fijación, depuración y exégesis de los mismos. Las experiencias adquiridas y los materiales empleados en esta actividad se van recogiendo en léxicos, repertorios, inventarios, etc. La filología se convierte, así, en época alejandrina, en una disciplina de carácter enciclopédico que abarca enseñanzas de gramática, retórica, historia, epigrafía, numismática, bibliografía, métrica, etc. los filólogos así formados son, por antonomasia, hombres cultos que reúnen, aunque sea de manera superficial, los saberes de su época.

Época clásica latina

Roma asimiló los métodos de los cesarianos y continuó la labor emprendida por éstos; fue el caso de Varrón (siglo I a. C.), por ejemplo. En época imperial proliferan los que estudian, critican y comentan las obras maestras de la cultura latina, llamándose a sí mismos filólogos o gramáticos, voz que irá suplantando a la primera hasta hacerla desaparecer. En efecto, el término filología se utilizará poco en el Bajo Imperio, coincidiendo con la decadencia de los estudios de este tipo, que llegan a desaparecer casi por completo a partir de este momento y durante toda la Edad Media. A pesar de ello, aún pueden destacarse las figuras del latino Servio Macrobio (siglo IV) y, mucho más tarde, el bizantino Focio (siglo IX); también puede destacarse la edición de las Suidas (siglo X) bizantinas siguiendo métodos alejandrinos.

Humanismo

Con la llegada del Renacimiento y, sobre todo, del Humanismo, la actividad filológica renace con nuevo vigor, espoleada, sobre todo, por la aparición de la imprenta y la edición de textos clásicos en este nuevo medio. Así, durante el siglo XV, italianos como Aldo Manuzio o Angelo Poliziano se dedican al estudio de los clásicos, cuyo estilo imitan y cuyos textos editan. En el siglo XVI puede destacarse a Jules César Scaliger o Henri Estienne, quienes realizan ediciones críticas de textos clásicos, señalando las distintas variantes críticas, o al holandés Erasmo de Rotterdam, entre otros.

1-3-Siglo XVIII

En el siglo XVIII, la Ilustración y el renovado interés por la ciencia en general hacen renacer el interés filológico. Así, Richard Bentley instaura en Cambridge los estudios clásicos y da un definitivo empuje a los estudios filológicos; por primera vez supera a la filología alejandrina al teorizar la existencia de la digamma en los textos homéricos. En esta nueva etapa se corrigen los textos deteriorados o deformados, acomodándolos al estilo de sus autores (usus scribendi) y a las circunstancias de su época de origen.

En el último cuarto del siglo XVIII, el término filología es rescatado por Friedrich August Wolf, considerado padre de la filología moderna. Wolf, en efecto, abre un nuevo periodo importante para la historia de las disciplinas lingüísticas en sentido amplio. Ferdinand de Saussure, padre de la lingüística moderna, considera la filología de Wolf como un «movimiento científico», que tiene por objeto de estudio no sólo la lengua sino también la fijación, interpretación y comentario de textos, lo que le lleva a ocuparse de la historia literaria, las costumbres, las instituciones, etcétera, utilizando un método propio: la crítica. Estas investigaciones filológicas, según Saussure, tienen el mérito de haber preparado el camino de la lingüística histórica.

1.4-Siglo XIX

El siglo XIX es el siglo del nacimiento de la filología comparada. La publicación, a mediados de siglo, de la primera Gramática comparada por parte de Franz Bopp, sirvió para demostrar que se podían comparar las lenguas entre sí. La filología comparada puede considerarse una consecuencia directa del movimiento romántico. El afán por el conocimiento del pasado, tan propio del Romanticismo, contribuye a crear una mentalidad historicista, mientras que el deseo de conocer el alma de los pueblos, por otro lado, también típicamente romántico, lleva al estudio de su lengua y literatura. Gracias a tales condicionamientos, los románticos miraron hacia las lenguas y literaturas clásicas. Y, en el estudio de las lenguas clásicas, el método histórico-comparativo dio excelentes resultados para reconstruir una lengua de la que no se conservaban textos escritos, pero que podía presuponerse por la comparación de diversas lenguas europeas y asiáticas, especialmente el sánscrito: el proto-indoeuropeo. Muy pronto, en su afán de

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