Finalidades Antropológicas, Científicas Y Pedagógicas De La Educación

Curso:

Filosofía y Ciencias de la educación en la práctica educativa

Profesor Tutor:

Irma González Martínez

Actividad 3.2

Realizar ensayo sobre las finalidades antropológicas, científicas y pedagógicas de la educación

20 de Octubre de 2013

Introducción

El presente trabajo tiene como finalidad reflexionar respecto a las finalidades de la educación bajo la óptica de la antropología, en la cual el ser humano, es pensado dentro de un contexto social y cultural, la pedagogía, por su parte nos permite e identifica como se concibe la educación como medio de humanización y la ciencia; buscando identificar los objetivos antropológicos, científicos y pedagógicos de los diversos pensadores que han plasmado por medio de teorías y textos sus diversas posturas respecto a la esencia y la existencia de la humanidad en sus diferentes etapas históricas siendo epicentro de la análisis la educación.

De igual forma se presenta una descripción de cada una de las pedagogías que han emergido a lo largo de los años, iniciando con la relación entre hombre y sociedad, describiendo por qué se considera a la educación como teleológica y posteriormente, analizando desde el punto de vista de la filosofía de la esencia las teorías tradicionalistas como la platónica, la marxista y la personalista las cuales están basadas en una separación entre la naturaleza y la cultura y desde el punto de vista de las nuevas pedagogías, a las pedagogías existencialistas, como las libertarias, las freudianas, las activas, las tecno científicas y el existencialismo que son consideradas como pedagogías de legitimación de las desigualdades, en donde el hombre es un organismo en el que pueden imprimirse conductas.

Desarrollo de ideas

Se han realizado diversos estudios tecno científicos respecto al acto de educar, inicialmente Fullat señala al saber humano como una necesidad de aprender para asegurar su supervivencia. Resultante del acto de pensar se dio el primer saber concreto que fue filosofar; así suscitó la idea de poner en orden las ideas y Aristóteles aportó una interesante clasificación de saberes en donde discrimina los saberes: teórico (sabiduría), práctico (decidir), productivo (saber hacer) y zoológico (experiencia). Dichos preceptos se suma Platón, separando el conocimiento humano en tres fases: el sensorial, la intelección, el juicio o decisión.

Es imposible hablar de la educación del ser humano sin dejar de ubicarlo dentro de un contexto social determinado y por consiguiente dentro de un ambiente cultural, “la cultura es la forma como el ser humano camina hacia su realización siempre abierta” (Fullat, 2000, p. 9) en este sentido, dentro de la historia de la cultura encontramos dos grandes clasificaciones de los diversos saberes: el científico y el no científico. Si desglosamos cada saber, encontramos que el científico se centra en las proposiciones lógicas y matemáticas, sin embargo, se vuelven “tautológicas pues afirman lo mismo” (Fullat, 2000). En este caso, el conocimiento no aumenta aunque existan claros procesos analíticos. Otro enfoque de este primer saber, lo constituyen las ciencias (física, química, biología, etc.) convirtiéndose en otra manera de investigar en la búsqueda de respuestas ante los fenómenos presentes en la naturaleza.

Pasando al segundo saber científico, encontramos las ciencias empíricas o experimentales; se diferencian de los saberes anteriormente expuestos en que no se aplican en la naturaleza, si no en el hombre y sus obras. Se dividen en: ciencias empírico–naturales y en ciencias empírico – humanas, todo lo anterior vincula ideologías, utopías, valoraciones y en algunos casos subjetividad.

Los seres humanos y los animales estamos en el mismo medio y tenemos acciones y reacciones de acuerdo a los estímulos y las circunstancias. La diferencia radica en que los seres humanos nos hemos apartado a reacciones primitivas y hemos pasado a responder basándonos en proyectos, dicho proceso es denominado Cultura que no es otra cosa que la “decantación histórica de los proyectos humanos” (Fullat, 2000).En este sentido, el ser humano está en constante transformación de su realidad y por consiguiente de su entorno.

Es importante enfatizar la filosofía de la educación y su enfoque analítico respecto al estudio de los lenguajes de los educadores y pedagogos. Esto conlleva a un proceso epistemológico que busca la verdad como idea reguladora y se fusionan dando como resultado una epistemología de la educación que tiene como fin dar una explicación lógica y una valoración significativa a cada una de las ciencias de la educación.

Para finalizar, se habla de una antropología de la educación, en donde se estudian doctrinas acerca del ser humano y más específicamente en la tarea educadora como medio para entender la historia del ser humano por medio de la antropología de la educación en donde converge el estudio del sentido del hombre desde el ámbito educativo y a su vez, vincula modelos de existir humanos en donde la educación se torna comprensible.

Existe una relación mutua entre la antropología y la pedagogía ya que una enriquece a la otra. La tarea educadora contribuye a la comprensión histórica del ser humano y viceversa ya que este busca entender el procedo de evolución del conocimiento que ha adquirido. De tal manera que la acción educadora posibilita la comprensión del ser humano, mientras que los paradigmas existenciales antropológicos nos hacen comprensibles el acto educador ya que es a través de estos paradigmas el ser humano reflexiona los procesos educativos por los que han pasado para entender el acto educativo en la actualidad. “Educación del hombre y existencia del hombre se condicionan mutuamente” (Fullat, 2000 p. 66)

Dentro de las finalidades antropológicas de la educación está la de humanizar al hombre pues se nace para ser humanos y esto se constituye no desde el nacimiento sino en el proceso de interacción que se tiene en el contexto familiar, escolar y social. A sí mismo para Abad (1987) la antropología educativa trata de buscar una área interpretativa del hombre que, por un lado, asuma los datos científicamente comprobados de los demás, dándoles un principio de unidad, y que, por otra, lo considere desde su propia perspectiva. En esta meta

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