Jesús No Esta Muerto
albertoripb13 de Julio de 2015
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¿Alguna vez hemos dudado de nuestra fe? ¿Somos ateos o cristianos? ¿Ha sucedido que se nos da la oportunidad de defender la existencia de Dios por una voz que escuchamos en nuestro interior pese a todas las objeciones a nuestro alrededor? ¿Por qué las personas buenas suelen sufrir más mientras los malos tienden a tenerlo todo en una vida inmersa de comodidades? ¿Estará Dios muerto como muchos científicos o maestros “inteligentes” suelen insistirnos al desechar el creacionismo por el evolucionismo?
Dios No Está Muerto es la película perfecta tanto para creyentes como no creyentes de acercarnos a Dios mismo, recordar el amor de su hijo Jesús hacia nosotros y reafirmar nuestra fe en su misericordia, nuestra salvación. Sabiamente el guión de Cary Solomon y Chuck Konzelman se aleja de la religión enfocándose en sí en la esencia del cristianismo. No existe controversia alguna en este debate espectacular de palabras, citas y argumentos.
A través de distintas historias entrelazadas, comprendemos los diversos puntos de vista y cómo cada persona llega a adoptar esta fe. Los escenarios presentados están ricos en emociones humanas de las cuales eficazmente en un personaje te identificarás o por lo menos reconocerás haber estado en alguna problemática similar. Dada la premisa planteada, el desarrollo fluye con elegancia concluyendo poderosamente en un movimiento activo de fe.
Se retoman versículos claves de la Biblia pero también se implementan los valores, la importancia de nuestro origen y sobre todo el amor a los demás. A veces el sentimentalismo tiende a manchar los buenos deseos y las tragedias trastornan nuestra percepción divina pero no debemos olvidarnos del libre albedrío, la guía del espíritu santo y la razón detrás de la existencia del mal, aquí en esta trama se explica todo esto de la forma más clara posible.
El director Harold Cronk se conduce limpiamente entre los diversos relatos de esta adaptación cuya edición es evidencia suficiente para contrarrestar el exagerado negativismo de algunas sociedades críticas. Habiendo costado $ 2 millones de dólares y con una recaudación de más de $ 50 millones solamente en los Estados Unidos, podría asegurársele como un triunfo taquillero. No cualquiera puede cruzar esta frontera, ni mucho menos estando en salas limitadas.
Cronk ya se había hecho cargo de esta clase de película pero su reconocimiento no se le había atribuido hasta ahora. Inclusive el departamento de edición merece bastante crédito por la forma en que endulzó el debate entre el estudiante y el maestro. Aquellas ilustraciones sirvieron para darle a las presentaciones más dinamismo y un contagio emocional. Básicamente el propósito de entretener pasa a un segundo plano, priorizándose así la necesidad por educarnos en cuestiones divinas.
Shane Harper sobresale como Josh Wheaton, el estudiante que debe enfrentarse a su maestro en orden de defender su fe. Uno de sus aspectos primordiales es su distanciamiento del melodrama, el joven se ve tan cómodo en su papel que las acciones hablan por sí solas y de buena manera. En momentos hace uso de su capacidad expresiva y nos prepara cada vez la atmósfera al subir al pódium. No una cualidad de cualquiera mantenernos a la expectativa mientras nos demuestra la existencia de Dios ante un tiburón.
En el rol del antagonismo, Kevin Sorbo es sublime y por tanto su defensa es notable ante los ojos de cualquiera. Dado su naturaleza del maestro “omnipotente” nos provoca algunas quejas como también contribuye con referencias sólidas. No todo es cómo se ve, aquí yace un secreto del cual una vez que se revela durante la culminación de esta batalla, causará una inmediata comprensión en algunos como también un par de aplausos por la forma en que se exige la confesión.
David A.R. White nos entrega
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