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LA ÉTICA COMO TEORÍA Y ARTE DE SER FELIZ


Enviado por   •  29 de Julio de 2021  •  Apuntes  •  1.846 Palabras (8 Páginas)  •  230 Visitas

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LECTURA 12  

 LA ÉTICA COMO TEORÍA Y ARTE DE SER FELIZ

Ya hemos señalado que la perfección de un ser consiste en adecuarse a su propia naturaleza. La perfección de la tijera es cortar, como la del perro pastor es cuidar ovejas.

La perfección del ser humano

¿Cómo encuentra el ser humano su perfección? Nosotros partimos ahora de un hecho evidente: el ser humano es un animal racional. Tiene una dimensión animal: instintos, órganos, ciclos vitales, necesidades fisiológicas, etcétera. Pero el animal humano destaca entre el resto de los vivientes porque ejerce dos actividades exclusivas: piensa y elige libremente.

Nuestro cuerpo está al servicio de nuestra racionalidad. Su estructura corporal es la mínima indispensable para que pueda comportarse racionalmente. El ser humano, comparado con los leopardos, caballos, antílopes, gacelas o águilas, es lento. Carece de pelaje suficiente para resistir bajas temperaturas. No tiene garras ni colmillos para defenderse ni para proporcionarse alimento. Sus crías requieren especiales cuidados durante años (en algunos casos hasta los dieciocho), a diferencia de un potro que a los pocos minutos de nacer es capaz de ponerse en pie. A pesar de todas estas desventajas, el ser humano se impone al resto de los vivientes. Domina la naturaleza. Es lento, pero fabrica vehículos más veloces que el sonido; carece de pelaje, pero utiliza vestidos; le faltan garras, pero forja espadas.

La racionalidad nos coloca por encima del resto del mundo natural. No son ni sus facultades sexuales, ni sus potencias locomotoras, ni su fortaleza física, lo que lo ubica en la cumbre de los vivientes. Si el ser humano hubiera apostado a su animalidad, hace tiempo que se hubiese extinguido. Requiere de su racionalidad para sobrevivir. Las facultades animales del ser humano son medios que sirven a nuestra racionalidad. Éste es el orden natural.

¿Dónde encontramos nuestra perfección? Comportándonos racionalmente. Sin embargo, hay que evitar también el exceso racionalista. Cuando una persona reprime sus instintos y sentimientos y pretende actuar como una especie de autómata, también está comportándose antinaturalmente. Es cierto, nos distinguimos entre los seres vivientes por la razón, pero la persona es mucho más que su inteligencia. La salud mental puede perderse por el alcoholismo, la drogadicción, el exceso de placeres, pero también se pierde cuando no damos cabida a nuestros sentimientos y emociones.

Perfección y felicidad

¿Qué es lo que todos los humanos desean? La respuesta es contundente: la felicidad ¿Dónde encontramos la felicidad, ¿cómo la logramos? Es otro asunto que trataremos más adelante. El hecho es que naturalmente queremos ser felices. Hay una especie de instinto —tendencia natural— hacia la felicidad. Es tan determinante este deseo, que ni siquiera podríamos imaginamos a una persona que fuera feliz contra su voluntad. ¿Puedes imaginarte frustrado por haber alcanzado la felicidad?

Es importante distinguir esta tendencia a la felicidad de un mero estado transitorio de bienestar. La felicidad que deseamos es nuestra plenitud, nuestra perfección, un estado de absoluta satisfacción. Eso es lo que deseamos. La felicidad no es un fin de semana en la playa, ni correr un Porsche, ni tener al novio o a la novia más guapa del salón, ni ser el hombre más rico y más poderoso del mundo. La felicidad que deseamos no es pasajera. No nos bastaría vivir durante 500 años como el individuo más querido, respetado y obedecido de la Tierra. Nosotros querríamos serlo por siempre. Saber que esa felicidad tendría su término al cabo de 500 años, bastaría para que no fuéramos completamente felices.

La felicidad como fin último

Nuestra finalidad última es la felicidad. Todo lo que hacemos —desde lavamos los dientes por la mañana, hasta conseguir un título universitario— lo hacemos buscando la felicidad.

Todo lo que elegimos es un medio o instrumento para la felicidad. La buscamos en cada uno de nuestros actos libres, por insignificantes que parezcan, aunque hay algunos más importantes que otros. No es lo mismo elegir entre comer una torta de jamón o una de pierna, que elegir entre casarse con una persona o con otra.

Hay que resaltar dos puntos sobre el deseo natural de felicidad:

Todos necesariamente queremos ser felices. Esto no quiere decir que todos vayamos a alcanzar la felicidad. Lo invariable es el deseo de ser felices, pero llegar a la meta es otro asunto. La ética es, ni más ni menos, una teoría sobre la felicidad, y es también el arte práctico de acercamos a ella.

No es egoísmo buscar en todas nuestras acciones la felicidad. La palabra egoísmo es confusa y ambigua. Egoísmo significa, en estricto sentido, aplastar a los demás para alcanzar nuestras metas. Así como no es egoísmo tener hambre y sed, no es egoísmo la tendencia natural a la felicidad; es un deseo natural.

La felicidad como bien supremo

Hemos dicho que los seres alcanzan su perfección comportándose naturalmente. Un buen caballo de carreras es bueno porque corre velozmente. El bien supremo del hombre, su perfección, se alcanza cumpliendo su finalidad: la felicidad. ¿Cómo se alcanza? Siendo plenamente humano. Es decir, desarrollando al máximo las capacidades propiamente humanas: pensar y elegir libremente.

De acuerdo con el psiquiatra alemán Erich Fromm, la finalidad de la vida consiste en “ser capaz de amar, ser capaz de emplear la razón y ser capaz de tener la objetividad y la humildad de estar en contacto con una realidad exterior e interior sin desfigurarla”. Observa cómo en las palabras de Fromm aparecen esas dos cualidades distintivas del ser humano: la voluntad libre (ser capaz de amar) y la inteligencia (ser capaz de emplear la razón). Piensa por un momento en lo siguiente: ¿Por qué añade también la capacidad de no desfigurar la realidad exterior e interior? ¿Será capaz de amar verdaderamente una persona que se cree el centro del mundo? ¿Estará empleando adecuadamente su inteligencia?

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