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LAS DEMOSTRACIONES DE LA INMORTALIDAD DEL ALMA Y LA EXISTENCIA DE LAS IDEAS


Enviado por   •  25 de Marzo de 2021  •  Ensayos  •  1.881 Palabras (8 Páginas)  •  60 Visitas

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“LAS DEMOSTRACIONES DE LA INMORTALIDAD DEL ALMA  Y LA EXISTENCIA DE LAS IDEAS”

ANGELA LORENA CASTILLO TIMANA.

INSTITUCION EDUCATIVA MUNICIPAL CIUDAD DE PASTO

PASTO-NARIÑO

2021

Introducción

Hablaremos de las demostraciones de la inmortalidad del alma y la existencia de las ideas teniendo en cuenta el libro “El Fedon” dando un punto de vista y explicación.

  1. Las demostraciones de la inmortalidad del alma. ……………………………..  3
  2. La existencia de las ideas. ……………………………………………………... 5

        

  1. Las demostraciones de la inmortalidad del alma.

“Si uno dijera que sin tener cosas semejantes, es decir, tendones y huesos y todo lo demás que tengo, no sería capaz de hacer lo que decido, diría cosas ciertas. Sin embargo, decir que hago lo que hago a causa de ellas, y eso al actuar con inteligencia, y no por elección de lo mejor, sería un enorme y excesivo abuso de expresión. Pues eso es no ser capaz de distinguir que una cosa es la causa de las cosas y otra aquello sin lo cual la causa no podría ser nunca causas”

Lo cual los filósofos de la naturaleza entendían como causa no era para Platón más que la condición material del ser de las cosas. Este es un punto que los asocio de una manera directa a Anaxágoras, a quien se le debería el haber postulado la realidad del Nous como la causa regidora del mundo. A partir de un punto de vista de Platón, el hallazgo de Anaxágoras es insuficiente, debido a que se limita únicamente a la enunciación de un inicio importante sin embargo que este no se lleva a la indagación concreta de la naturaleza, puesto que al referirse a las razones del ordenamiento del mundo, Anaxágoras incurre en el mismo error que sus antecesores al confundir la causa con la condición material debido a que instituye recursos físicos para describir la generación y devastación de las cosas. La concepción del Nous implica un distanciamiento extremista de este método puesto que constituye un inicio espiritual para ofrecer cuenta de lo real, y, a partir de allí puede darse el salto a la teoría de las Ideas en tanto concepción que además expone un motivo parecido a ese. Una vez establecida la existencia de las Ideas, Platón propone la tesis de que, en rigor, no existe el tránsito dialéctico al contrario a otro en el sentido de que ellos se generen uno del otro recíprocamente.

En la esfera de las cosas concretas vemos que las propiedades de ellas se alteran pasando de un estado a su contrario, así por ejemplo, el estar-dormido del estar-despierto, u otro esta no es la propiedad de las Ideas pues su constitución de pura identidad no lo admite. Platón se refiere explícitamente a la determinación del cuerpo por el alma al modo de un apoderamiento o dominación cuando dice que todo aquello a lo que el alma domina le suministra continuamente la vida.

¿Hay una parte de nosotros –dijo Sócrates- que es el cuerpo, y otra el alma? - Ciertamente – contestó Cebes. ¿A cuál, entonces, de las dos clases que es más afín y familiar el cuerpo? Para cualquiera resulta evidente esto: a la de lo visible. ¿Y qué el alma? ¿Es perceptible por la vista o invisible? No es visible al menos para los hombres, Sócrates - contestó. (…) ¿Qué afirmamos, pues, acerca del alma? ¿Qué es visible lo invisible? No es visible. ¿Invisible entonces? Sí. Por tanto, el alma es más afín que el cuerpo a lo invisible, y éste lo es a lo visible. Con toda necesidad, Sócrates”

Sobre la base de esta con naturalidad del alma con el entorno de las Maneras, se erige la tesis de que ella es de naturaleza intangible y sencilla. A partir de este criterio Platón fundamenta un dualismo de alma y cuerpo humano colindante con el del orfismo, al entablar que el alma es innata con el entorno de lo divino, en tanto que el cuerpo humano pertenece al de lo mortal. En funcionalidad de este supuesto, al alma le corresponde la función de regir al cuerpo humano, puesto que lo divino es lo cual por naturaleza está preparado para mandar y ejercer guía, mientras tanto que el cuerpo humano, por otro lado, lo está para ser guiado y definido por lo divino.

“La esencia del alma no es construida, sino vista en la experiencia del vivir interior. Resplandece ante el que habla como su eidos. Es un griego quien habla. Siente el hecho de la condición perecedera de la forma más intensa. Observa que todo queda preso dentro de esta condición perecedera, pero descubre en la propia interioridad algo que se comporta de otra manera que lo que pasa. Esta algo es el alma. Él no la inventa, tampoco la presiente, sino que la percibe”

De esta interacción con los valores supremos resulta el vínculo del alma con la Iniciativa; por medio de este parentesco el alma se orienta a lo eterno, dejando de lado todo lo fútil que constituye el entorno de lo terrenal. Con este giro importante el alma se vuelca hacia la inmortalidad. El otro aspecto decisivo que Guardini ve en los planteamientos platónicos alrededor de la inmortalidad del alma radica en su carácter religioso. Para el comentarista existe más allá de la certeza lógica de los argumentos una fe en la inmortalidad que nace de la reacción religiosa hacia lo cual Platón concibe como la verdad divina suprema, que es el eterno Bien. Recordemos que la Iniciativa del Bien es la más alta de todo el mundo espiritual inteligible en el cual supone Platón, y en ella se sustenta el ser y el costo de las otras Ideas, y, con ello, toda la verdad en su integridad. Romano Guardini muestra que la figura del sol, que es utilizada metafóricamente para representar al Bien, es además un símbolo del dios Apolo; por ende, habría en la concepción platónica del Bien una alusión implícita a la creencia apolínea, que sustentaría la fe en la inmortalidad del alma más allá de los argumentos filosóficos orientados a éste objetivo. La reacción de Sócrates frente a la condena que se le impuso, que se distingue por un temple de serenidad a toda prueba, sin amedrentarse ante la inminencia del deceso, con la estabilidad de que el destino que le aguarda va a ser conveniente, se conserva en pie, según Guardini, en ventaja de una convicción religiosa más bien que a raíz de una prueba lógica bien articulada.

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