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LOS EJES SACRAMENTALES DE LA VIDA


Enviado por   •  8 de Julio de 2013  •  Tesis  •  5.021 Palabras (21 Páginas)  •  305 Visitas

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IX. LOS EJES SACRAMENTALES DE LA VIDA

En la casa-sacramento todo es sacramental, pero existen densidades sacramentales: la habitación de los padres. Todos los objetos son sacramentales, pero existe un tanque que es un sacramento especial. Es más o menos como un templo: todo es santo pero existe el Santo de los Santos. Emergen, por consiguiente, momentos fuertes en la casa, en los que la sacramentalidad total se hace densa y se manifiesta transparente. Así era, y sigue siendo para nosotros, el comer en familia. No se comía hasta que toda la familia estaba reunida. ¡Cuántas veces hemos esperado hasta una hora para que llegase uno de sus miembros! Porque el comer no significa únicamente matar el hambre. Se come con los ojos y con el corazón. No se alimenta sólo el cuerpo sino también el espíritu, la unión familiar y el cobijo. La comida es un sacramento total: estrecha los lazas. Hace de muchas vidas una sola vida: la vida familiar.

Todos los días son iguales, de veinticuatro horas. Pero el día del aniversario es diferente, es sacramental; se celebra el mayor de los milagros: ¡un día comencé a vivir y ahora vivo! Por eso el aniversario está cargado de símbolos y ritos que lo hacen diferente de todos los demás días.

En el aniversario de boda se celebra el comienzo de la historia del amor y el amor de

la historia personal. Pero no sólo se recuerda. Se actualiza cada vez de nuevo el pasado; se fortalece el presente para garantizar el futuro. Por eso es un día sacramental en el que las flores, los abrazos y la cena asumen una función eminentemente sacramental.

1. Si en la Iglesia todo es sacramento, ¿por qué entonces los siete sacramentos?

Esta pregunta, legítima, puede tener respuesta a dos niveles: uno histórico-consciente

y otro estructural-inconsciente.

a) El nivel histórico-consciente

Hasta el siglo XII se empleaba la palabra sacramento en el sentido en el que lo hemos

hecho nosotros, recuperando la más antigua tradición de la Iglesia, para todo lo que se refería a lo Sagrado. A partir del siglo XII, con los teólogos Rudulfus Ardens (1200), Otto de Bamberg (1139) y Hugo de San Víctor (1141), se comenzaron a destacar de entre los cientos de sacramentos (San Agustín enumera 304), siete gestos primordiales de la Iglesia. Eran los actuales siete sacramentos. En el sínodo de Lyon, en 1274, y en el concilio de Florencia de 1439, la Iglesia asumió oficialmente esta doctrina. Por fin el concilio de Trento, en 1547, definió solemnemente «que los sacramentos de la nueva Ley son siete, ni más ni menos, a saber: Baustismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Extrema Unción, Orden y Matrimonio» (Sesión VII, canon I).

Esta es la constatación histórico-consciente, es decir, basada en los hechos conscientes. Esta explicación es legítima pero no suficiente. No suministra, el sentido y el porqué de los siete sacramentos. Es un razonamiento positivista: ¡Es así porque la Iglesia lo determinó y Jesucristo lo quiso! Comprender no consiste en enunciar datos, sino en ver el nexo existente entre ellos y detectar la estructura invisible que los sostiene. Esta no aparece sin más. Se capta a un nivel más profundo. Se revela a través de los hechos. Descender hasta allí a través de los datos y ascender de nuevo para comprender los datos, es el proceso de todo verdadero conocimiento, en ciencia y en teología.

b) El nivel estructural-inconsciente

Al intentar contemplar los siete sacramentos a un nivel más profundo, estructuralinconsciente, tropezamos con su verdadero significado. La elección de los siete sacramentos, realizada conscientemente en el siglo XII, no fue arbitraria. Articuló el sentido profundo expresado en los ritos sacramentales y en el carácter simbólico y arquetípico del número siete. Si consideramos con detención, los siete sacramentos traducen, al nivel ritual, los ejes fundamentales de la vida humana. La vida, especialmente en su dimensión biológica, posee momentos clave. Son una especie de nudos existenciales en los que se entrecruzan las líneas decisivas del sentido transcendente de lo humano. En esos nudos existenciales el hombre siente que la vida no se sustenta en sí misma. El la posee pero como recibida. Se siente inmerso en la corriente vital que sobrepasa el mundo y la comunidad. Experimenta lo siguiente: Yo nunca vivo, sino que siempre con-vivo. Recibo la vida de un plato de arroz con habas, de un poco de agua, de un grupito de personas que me aceptaron en el mundo, me sostienen, me aman a pesar de mi pequeñez, y me permiten creer que vale la pena seguir viviendo. En esos momentos clave, se experimenta la participación de una fuerza que nos transciende pero que se manifiesta en nuestra vida. Tales nudos existenciales adquieren un carácter eminentemente sacramental, por eso los rodeamos de símbolos y ritos aun en la vida más profanizada. Constituyen por excelencia los sacramentos de la vida porque en ellos se condensa de modo transparente la vida de los sacramentos: la presencia del Transcendente, de Dios. Los ritos exteriores dan cuerpo a esta experiencia profunda y quizás hasta inconsciente. Donde se experimente radicalmente la vida, allí se experimenta a Dios.

2. Los siete sacramentos desdoblan y subliman los momentos - clave de la vida

El nacimiento es claramente un momento fuerte de la vida. Ha llegado el niño. Es

pura gratuidad. Depende de la buena voluntad de los demás el que sea aceptado en la familia y sobreviva. El bautismo desdobla esa dependencia en cuanto dependencia de Dios y la sublima como participación en la vida de Cristo.

Otro momento clave de la vida es aquel en que el niño, ya crecido y libre, se decide.

Ya maduró; entra en la sociedad de los adultos. Ocupa su lugar en el mundo profesional. Se trata de un giro importante de su vida en el que se juega, en parte, su destino. El hombre siente de nuevo que depende de una fuerza superior; experimenta a Dios. El sacramento de la Confirmación es el sacramento de la madurez cristiana. Explicita la dimensión de Dios presente en este eje existencial.

Sin alimento la vida no se mantiene. Cada comida permite al hombre hacer la

experiencia gratificante de que su ser está ligado a otros seres. Por eso la comida humana va rodeada de ritos. La Eucaristía desdobla el sentido latente del comer como participación de la misma vida divina.

Otro eje existencial lo constituye el matrimonio. El amor

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