La Culpa Es Del Otro

LOS INCUMPLIMIENTOS E IRRESPONSABILIDADES DE LOS ESTUDIANTES DE LA INSTITUCIÓN N° 11 SEDE EL CARMEN DE MAICAO - LA GUAJIRA

En las nuevas generaciones de estudiantes de la Institución N° 11 Sede El Carmen de Maicao – La Guajira, es muy común notar que los jóvenes se acostumbren a no responder por sus compromisos académicos, justificando siempre sus comportamientos y culpando a los demás de sus incumplimientos. Surgiendo un planteamiento ¿Buscar un culpable es la salida a los problemas de incumplimiento y deshonestidades o es la cortina de los estudiantes para no asumir las responsabilidades y esconder lo que realmente son?

Por ello en el siguiente análisis investigativo se desglosará y profundizará esta realidad; en primer lugar con una fundamentación teórica que ilumine y sostenga el andamiaje investigativo propuesto. Pasando luego a relacionar la situación indagada con las teorías ya expuestas, para luego analizar con las mismas el objeto de estudio ya definido. Por último se finalizara, como en toda exposición auténtica, con las conclusiones de todo el recorrido realizado, respaldado todo esto de un elenco bibliográfico.

El hombre, en su historia ha querido siempre evadir sus responsabilidades, culpando al otro o a las distintas situaciones, para así no asumir los compromisos y sentirse libre de culpa. Esto lo podemos observar en la religión: cuando en el paraíso se comete el pecado original, “Dijo Dios ¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer? Dijo el hombre: la mujer que me diste por compañera medio del árbol y comí. Dijo, pues, Dios a la mujer: ¿Por qué lo has hecho? Contesto la mujer: la serpiente me sedujo y comí. (Biblia de Jerusalén. Génesis 3,11-13.). De la misma manera, de una forma analógica el hombre actual busca a quien culpar; pero con la diferencia que cuando no lo logra por vías sencillas, se atreve a eliminar el fundamento normativo, verdadero y bueno; consiguiendo con esto el poder convertir un error por el que se le culpa, en una virtud de progreso y civilización. Esto es posible verlo por ejemplo en el caso del aborto, en donde por no asumir un acto de irresponsabilidad, de desenfreno, de no control de las pasiones, por no asumir una persona que traen al mundo sin su permiso; deciden convertir un delito en derecho y así nadie asume las responsabilidades: ni el estado, ni las parejas.

Analizado esto es de diagnosticar en el hombre posmoderno, más que en el del pasado, un afán por el no compromiso y el querer eliminar tres (3) principios fundamentales y normativos, no solo de la vida humana, sino de todo lo creado, estos son:

Verdad: Aristóteles afirma: “porque nosotros pensemos que tú eres blanco, tú no eres verdaderamente blanco; más bien porque tú eres blanco, nosotros, que afirmamos esto, estamos en la verdad” (Libro IX). Yo por mi parte uniéndome al clásico, le agregaría algo más a su frase, para hacerla más explicativa: “porque nosotros y tu pensemos que eres blanco, tú no eres realmente blanco; más bien porque tú eres blanco, nosotros y tu estamos en la verdad. Con esto se elimina toda posibilidad de querer moldear la verdad a nuestro querer, ya que ella se cae por su propio peso; y por lo contrario, somos nosotros los que debemos adecuarnos a ella; algo que no le simpatiza mucho al hombre posmoderno, porque le exige compromiso y responsabilidad y como el huye de todo lo que implique sacrificio; entonces busca evadirla, relativizarla, fragmentarla; para que así la verdad no pueda enjuiciar, cuestionar, con el fin de sentirse libre de culpa como diría Arboleda, Carlos (2007) “ fragmenten la verdad y no tendréis fundamento”.

Hombre: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra” (Biblia de Jerusalén. Génesis 1, 26). De esta manera define la sagrada escritura al hombre; y por ser el hombre imagen y semejanza de Dios, participa de alguna manera de la verdad, ya que Dios es la verdad en plenitud. Lo que conlleva a que el hombre, siendo imagen de Dios, se a medida para corregir las incorrecciones que se den en su medio o en su propia existencia, pero eso solo en cuando estas sean verdaderas. Por otra parte otros autores le llegan a definir como: “Animal racional” “Espíritu encarnado” “Es un animal capaz de ciencia” “El que se selecciona y debe seleccionar supuesto naturaleza” (Moreno, Villa. 1997. p.969) . Lo cierto es que todos estos autores colocan al hombre en una posición elevada, frente a las demás cosas creadas, ya que este por su capacidad racional e imagen y semejanza de Dios puede detectar y ordenar lo que es verdadero y lo que no es. Expresado esto, podemos comparar que las características o definiciones del hombre, antes dadas, no se ajustan a la definición postmodernista, que lo presenta como un consumista, hedonista, como una pieza del rompe cabeza del cosmos, no más importante que las demás cosas que existen, incluso lo llevan a poner por debajo de las demás cosas creadas, ya que su destino depende de los movimientos y fuerzas o energías o cultas de los astros; o como aquel que se debe guiar sin ningún sentido, es decir, vivir por vivir como lo afirma Vattimo, citado por Moreno, Mariano (1997): “la filosofa no puede, ni debe enseñar adonde nos dirigimos, si no a vivir en la condición de quien no se dirige a ninguna parte (p.969); o a realizarnos sin tener presente al prójimo, como lo afirma Raymond Ruyer, referido por Moreno, Mariano (1997): “los cerebros individuales aprendan a producir la miel de la dicha, cada uno en su alvéolo”.

Con esto es claro que al relativizar o al desaparecer al hombre, ser abierto al trascendente, se inicia el reino de la arbitrariedad, del abuso del genocidio legalizado. Es por eso que la crisis de valores, es hoy, la crisis del hombre que no reconoce su dignidad personal y, por eso, no respeta la dignidad de los demás. Causando todo esto, que el otro, no sea criterio de verdad;

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