La condición de la mujer en los tiempos de Jesús
DanieLordColInforme4 de Septiembre de 2021
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La condición de la mujer en los tiempos de Jesús
Es importante recordar que en el Medio Oriente en los tiempos de Jesús de Nazaret, había diferencias entre las prácticas y actitudes de la gente debido a la variedad de culturas, grupos con opiniones distintas dentro de la cultura judía, y características individuales de las personas y familias. Sin embargo, es posible hacer algunas generalizaciones.
La mujer fue considerada como inferior al varón, no sólo en su estatus social sino también en su misma esencia. Hubo gozo al nacimiento de un hijo varón, pero a menudo indiferencia o hasta desilusión si fue mujer. Entre los griegos y romanos, especialmente en familias de escasos recursos o en casos de un defecto físico en el niño, los padres tenían el derecho de “exponer” a un bebé, echándolo de la casa para ser rescatado o a morir, y ésto irrespectivo a los deseos de la madre. Esto se hizo mucho más frecuente con las niZas por ser consideradas menos valiosas; y muchas de estas, si fueron rescatadas, fueron llevadas a servir como esclavas prostitutas. Los escritores del tiempo consideran a la mujer la responsable para la mayoría de los pecados, especialmente la tentación sexual. El libro apócrifo de Sirac (42:13) expresa esta opinión: “...porque de los vestidos sale la polilla, y de la mujer la maldad femenil.” Según la tradición, los hombres judíos oraban diariamente agradeciendo a Dios por no haber nacido mujer.
El lugar apropiado para la mujer fue en el hogar, el mundo privado de la familia. La vida pública fue la esfera de los hombres. Los hijos varones recibieron una educación amplia para vivir en el mundo, incluyendo instrucción religiosa en la sinagoga, mientras que las niñas fueron instruidas solamente en casa, aprendiendo lo que necesitaban para ser buenas esposas y madres. Los griegos opinaban que lo mejor fue encerrar a las mujeres, sin permitirles salir de la casa. Las consideraban como personas de poca virtud, carecientes de una consciencia moral, e incapaces de tomar decisiones responsables. Las esposas con frecuencias recibían poca atención de sus maridos, y la alimentación dada a los hijos varones fue superior a la que recibieron las hijas. Los romanos y los judíos daban mayor libertad y respeto a las mujeres. Sin embargo, no llegaban a ser consideradas como iguales en valor. Durante toda su vida, la mayoría de las mujeres dependían de parientes varones para su defensa, provisión y estatus social. La mujer romana podía manejar un negocio, pero no podía comprar ni vender propiedades sin el permiso de un “tutor”, un pariente varón que fuera su representante legal. Las mujeres judías asimismo podrían salir, y podrían trabajar junto con sus esposos o hijos en los campos o vender para sus esposos, pero esto mas por necesidad económica que por considerarse lo ideal. El conversar mucho con personas fuera de la casa, podría ser causa porque el esposo la divorcie. A los varones también se les desanimaba a hablar mucho con mujeres, y fue indigno de un rabino que le hablara a una mujer en la calle.
El divorcio fue relativamente común, y los hombres judíos en aquel tiempo podrían divorciar a sus mujeres por casi cualquier motivo. A la mujer, sin embargo, se le permitía iniciar un divorcio sólo en casos muy limitados. Cuando una señorita fue prometida a un futuro esposo (normalmente alrededor de los 12 aZos de edad), se hizo un contrato con el padre que en efecto le hizo a la mujer “propiedad” del varón, muy similar al contrato de compra de un esclavo. Aunque ella normalmente recibía una cantidad de dinero al casarse, y que fue su propiedad personal, cualquier ganancia por la inversión de ese dinero, o cualquier ganancia por la labor de la mujer, fue propiedad del esposo. Si la dejara, el esposo debía pagarle una fuerte cantidad de dinero, lo que podría ser motivo por no despedirla; pero había algunos motivos por los cuales podría divorciarla sin tener que pagar. La herencia pasaba primero a los hijos varones, y luego a sus descendientes, antes que a las hijas de una familia.
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