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La filosofía como actividad naturalmente humana


Enviado por   •  11 de Agosto de 2021  •  Documentos de Investigación  •  26.623 Palabras (107 Páginas)  •  1.196 Visitas

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PRIMERA PARTE: ¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?

  1. EL SABER FILOSÓFICO

"Es indigno del hombre no acceder al conocimiento al cual está llamado"

(Aristóteles)

  1. La filosofía como actividad naturalmente humana.

Son diversas las concepciones que se tienen sobre la filosofía. A veces ésta puede parecer como un saber arcano, misterioso, propio de personas especiales. Otras veces puede pensarse que filosofía es cualquier concepción del mundo. Y hasta hay quien la considera como un saber sospechoso.

Sin embargo, la filosofía, en rigor, no es nada de eso. En primer lugar, no es algo inaccesible porque es un tipo de conocimiento humano que como tal es posible de ser realizado por cualquier ser humano. Toda la realidad (el ser humano, el universo y Dios) es   susceptible de   conocimiento filosófico; el cual es posible de ser realizado gracias a las capacidades o facultades propiamente humanas.

La filosofía es un grado de saber   muy   alto,   que como todo lo valioso exige una gran   búsqueda   por   parte del sujeto que la quiera poseer. Pero esa búsqueda del saber es algo que corresponde esencialmente al ser humano. Aristóteles sostiene, al comienzo de la Filosofía Primera1, que todo hombre desea por naturaleza saber. Los seres humanos estamos hechos para el conocimiento, y podemos conocer no sólo sensorialmente, sino también intelectualmente.

El ser humano está constituido   por   una   tendencia al saber, a la verdad. Desde el período de la niñez, al despertar la inteligencia los niños preguntan: ¿Por qué? Todos anhelamos saber. Los seres humanos sufren mucho cuando se encuentran a merced del error o de la ignorancia. Inclusive el derecho a la educación tiene su asiento en este requerimiento: lo propio del ser humano es saber. De ahí también la grave responsabilidad de quienes poseen el saber y tienen en sus manos los medios para promoverlo.

En general, para un ser humano, es motivo de tristeza el no entender algo. Por ejemplo, la primera pregunta que aflora a los labios de una persona ante un dolor muy intenso, que no entiende, es: ¿Por qué? Uno quiere saber. Justamente, uno de los remedios contra el dolor o la tristeza   es conocer la verdad, el por qué de aquello. Encontrarse con la verdad proporciona un gozo inmenso, profundo. Cuando se le explica a alguien el por

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1 La filosofía Primera es una obra de Aristóteles, que luego recibió el nombre de Metafísica

qué de su sufrimiento, él por qué de un suceso, que le ha acaecido a él o a otros, queda confortado. Todo ser   humano   tiene derecho al saber y a su incremento, por que sin el saber se es muy desgraciado.

Evidentemente, a esa exigencia muy humana de saber, le corresponden diversos grados y niveles de conocimiento. Uno puede encontrarse satisfecho con poco, pero también puede tratar de saber lo más que podamos. Esta aspiración es muy necesaria en nuestra época, ya que es muy compleja, y para poderla gestionar no basta con planteamientos parciales o superficiales, porque de esa manera los problemas no se solucionan sino que se agravan, generando los llamados “efectos perversos”. Es conocida la frase de un filósofo, hace unos años: "Lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa". Lo difícil de nuestra situación hace que precisamente acometamos un conocimiento profundo, que esté a la medida de los grandes problemas y los retos que se nos presentan.

En general, aunque cultivemos un área especializada del saber podemos tratar de ahondar y ejercer la filosofía. Incluso, se puede saber más o menos cosas de la realidad, pero cabe no conformarse, se puede profundizar más y entonces preguntarse:

¿y qué es la realidad en cuanto tal? ¿con qué actos de conocimiento yo me puedo medir con ella?, ¿con qué tipos de actos cognoscitivos la realidad se me puede entregar en su núcleo más radical?.

En todas las disciplinas que se cultiven, en las ciencias exactas o en las ciencias humanas, caben niveles cada vez mayores, de conocimiento de esas realidades que se tratan. Por ejemplo, se puede saber más o menos matemáticas, pero todavía puede preguntarse: ¿y qué es el número? Se puede saber más o menos las propiedades de la materia, y aún cabe preguntarse ¿y qué es la materia? Se puede saber todo lo que se refiere a un tipo, específico, de acciones; pero puede preguntarse todavía: ¿y qué es la acción humana? Se pueden tener planteamientos políticos, pero aún podemos preguntarnos ¿qué es la sociedad, la ley, la política, la democracia?

No es   conveniente hacer votos de pobreza intelectual. El ser humano tiene necesidad de saber cada vez más, no está hecho para la ignorancia, y cuando se instala en ella es porque ha violentado mucho su inteligencia, de manera que le parece bien vivir en esa oscuridad, sin deseos de conocer más. Precisamente cuando el afán humano de saber se desvirtúa, cuando no crece o

no se alimenta correctamente, la naturaleza sale por sus fueros y en su deseo de saber un ser humano intenta aquietar esos afanes abocándose a saber nimiedades, cositas prácticas, cosas insignificantes: las apariencias, en ámbitos propios o ajenos, y entonces se da lugar a los chismes, murmuraciones, a palabras huecas (cuando no manipuladoras o interesadas, de la realidad), etc.

Si bien el conocimiento filosófico es accesible a cualquiera no quiere decir que se reduzca a una simple cosmovisión o concepción de la vida que cualquiera pueda tener. La filosofía como ciencia es un saber sistemático de manera que hay una coherencia entre sus diversas partes. Debido a los temas que trata y la profundidad con que lo hace, la verdad que alcanza es de mucha importancia para la vida humana.

Se puede conocer algo de la Filosofía, pero, del mismo modo que a las personas sólo se les quiere cuando se les trata y se les conoce, también a la filosofía la amamos en la medida en que la buscamos y la ejercemos. Uno de los modos de ejercer la filosofía es volviéndonos a plantear los problemas que los grandes filósofos   han   tratado   de   comprender. Sin embargo, la filosofía no se conoce con sólo la lectura somera de los textos, sino que es preciso que el sujeto ejerza la actividad filosófica, es decir que realice los actos de conocimiento que ha tenido que realizar el filósofo a quien lee, esforzándose por ponerse en su situación, de pensar como él, manteniendo un diálogo a través de lo cual se conoce la intención de verdad que tal filósofo ha tenido y entonces se puede ver si ha logrado o no responderse adecuadamente.

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