La originalidad de Karl Marx
Ricardo Ochoa HernándezTrabajo15 de Marzo de 2022
5.873 Palabras (24 Páginas)160 Visitas
Historia de las ideas políticas ll
Seminario sobre la originalidad de Karl Marx en la lucha de clases
Ricardo Ochoa Hernández
10/12/21
Dr. Francisco Gil Villegas Montiel
El Colegio de México
Centro de Estudios Internacionales
Licenciatura en Política y Administración Pública
Karl Marx y la lucha de clases
La misma nueva sociedad, a través de los dos mil quinientos años de su existencia, no ha sido nunca más que el desarrollo de una ínfima minoría a expensas de una inmensa mayoría de explotados y oprimidos; y esto es hoy más que nunca.
Friedrich Engels, Sobre el origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado (1884).
Introducción
Desde la Antigüedad hasta el siglo XIX, los pensadores observaban la existencia de las clases y las explicaban, ellos apreciaban que las sociedades se dividían en nobles y plebeyos, libres y no libres, y en ricos y pobres. En La Política, Aristóteles distinguió a la ciudadanía en pobres, clase media y ricos. Además, formuló relaciones entre formas de gobierno y dominación de ciertas clases sociales. Según Stanislaw Ossowski, entre los patriarcas de la Iglesia también era bastante clara la comprensión de una sociedad esclavista que se presentaba junto a la idea de la igualdad social.[1] Los hechos presenciados por los Apóstoles y el Nuevo Testamento están repletos de alusiones a las clases sociales, constantemente señaladas desde la perspectiva de la relación entre ricos y pobre o de los vínculos esclavistas.
En esta línea, Santo Tomás descompuso la sociedad en órdenes sociales bastante férreos, éstos representaban la jerarquía feudal en la Alta Edad Media. De modo semejante, se podría afirmar lo mismo al reflexionar la tradición cultural del Oriente y del Mundo Árabe. Por su parte, en vísperas de la Revolución Francesa, la comprensión de la existencia de clases sociales era sustancialmente rigurosa. La percepción de los tres órdenes sociales se convirtió en un criterio sumamente importante de la conciencia social. Tal es el caso de François Babeuf, en donde se tornó como un determinante en la lucha política; sus interpretaciones de la Révolution française, de las constituciones emanadas de ésta y su punto de vista sobre la sociedad futura, estuvieron vivamente construidas por esta noción. Con los economistas burgueses de fines del siglo XVIII y principios del XIX —entre ellos Adam Smith, David Ricardo y François Quesnay— se avanzó en el ámbito de la anatomía económica de las clases; sin embargo, “vinculaban la división de la sociedad en clases a las relaciones de distribución más que a las relaciones de producción, y no consideraban históricamente a la estructura clasista de la sociedad capitalista, sino como algo natural y eterno”.[2] De forma análoga, se desarrolló una postura nítida de las clases fundamentales de la sociedad burguesa con base en su función económica. La clase agraria, industrial y asalariada tenía su origen en las fuentes subyacentes de la renta: la tierra, el capital y el trabajo.
Más adentrados en el penúltimo siglo del segundo milenio, Saint-Simon analizaba la sociedad en dos divisiones: la clase industrial y la clase ociosa. Y Pierre-Joseph Proudhon llegó a la conclusión de que la propiedad originó la división de la sociedad en clases; pensamiento que de alguna manera existió también, de forma menos precisa, en Jean-Jacques Rousseau. En este sentido, el concepto de clase emana de la operatividad misma de la sociedad. Lo que Karl Marx hace es dotarle, no únicamente una envergadura científica, sino también adjudicarle el papel de desempeñarse como una explicación misma de la sociedad y de su historia. En tanto que para otros pensadores la idea de progreso se mueve, no por la idea de antagonismos, sino por otros motores, para Marx el progreso del hombre solamente es posible en el conflicto; específicamente en la lucha de clases. Entonces, exclusivamente por medio de la trascendencia hacia una sociedad sin clases —alcanzar la igualdad— es posible romper con el ciclo. En otras palabras, la abolición de las clases sociales es para Marx el final de la historia y, por ende, la panacea. Sin más preámbulos, el presente seminario pone de relieve estas discusiones. En este sentido, y en vista de que la igualdad y una sociedad sin distinciones de clase es el principio político por excelencia para el pensador alemán, la pregunta de investigación a contestar es: ¿Por qué es original la concepción de la lucha de clases en Marx? A fin de resolver esta planteamiento, se construye la visión de Marx sobre la lucha de clases en el Manifiesto del Partido Comunista, y además se hace hincapié en las lecturas de Isaiah Berlin, George Holland Sabine y Anthony Giddens.
¿Qué veía Karl Marx?
Friedrich Engels fue una de las amistades más entrañables de Marx, a tal grado de haber colaborado durante lustros con él. Dicha camaradería fue elogiada por el propio Lenin: «superan a todas las conmovedoras leyendas antiguas sobre la amistad entre los hombres». Además, en la medida que podía, siempre reconocía su capacidad teórica y originalidad en las ideas; de ahí emana la célebre frase: «al lado de Marx siempre toqué el segundo violín». Sin embargo, no hay mayor deseo y afán para dos filósofos que escribir un libro juntos, y ambos lo cumplieron al redactar el Manifiesto del Partido Comunista.
Para Marx, la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.[3] El pensador alemán destaca que represores y reprimidos, en cada acontecer de la historia, se han enfrentado en un conflicto ininterrumpido, en donde invariablemente finalizó con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el desmoronamiento de las clases en contienda. En este sentido, la moderna sociedad burguesa, que ha surgido de entre los escombros del régimen feudal, no consiguió abolir las incoherencias de clase, sólo ha cambiado las añejas clases, las anticuadas circunstancias de explotación y las difuntas maneras de luchas por otras novedosas.[4] Sin embargo, el período de la burguesía se diferencia por haber facilitado las contradicciones de clase. Toda la población se va separando, de más en más, en dos enormes esferas enemigas, en dos inmensas clases, que luchan frente a frente: la burguesía y el proletariado.
Desde este punto de vista, Marx argumenta que el auténtico efecto de sus pugnas no son el éxito efímero, más bien la vinculación y el enlace paulatino de los proletarios. Este nexo es fomentado por el aumento de los medios de comunicación establecidos y que interconecta a toda la fuerza trabajadora de múltiples localidades. Con esa unión es suficiente para que diversas luchas locales, que en todo el mundo tiene el mismo sentido y fuerza, se concentren en una sola pugna nacional, en un antagonismo de clases. Por lo tanto, la clase burguesa habita en un conflicto persistente: en un comienzo, contra la aristocracia; y después, contra aquellos grupos de la misma burguesía, cuyos preocupaciones o propósitos se contradicen con el desarrollo de la industria, y todo el tiempo, en definitiva, contra los burgueses de todas las demás naciones.[5] En todos estos combates, se ve obligada a recurrir a la clase trabajadora, a pedir su apoyo, y conducirle de este modo al movimiento político. La clase burguesa le hizo llegar al proletariado todos sus ingredientes para la educación; en otras palabras, las armas contra ella misma.
Por consiguiente, tan pronto como en el transcurso de la historia se hayan esfumado las desigualdades de clase y se haya consolidado toda la producción en las manos de las personas asociadas, el poder público perderá su sentido político.[6] El poder político, hablando genuinamente, es la violencia estructurada de una clase para la subyugación de otra. Si en la pelea contra los burgueses, los proletarios se establecen irremediablemente en clase; si por medio de la revolución se transforman en la clase dominante y, en tanto clase dominante, terminan por la coacción las vetustas relaciones de manufactura, elimina, paralelamente, estas mismas relaciones de producción, el contexto indispensable para la lucha de clases y, por consecuencia, su propia dominación como clase.[7] En reemplazo de la anticuada sociedad burguesa, con sus clases y conflictos, emanará “una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos”.[8]
La lectura de Isaiah Berlin
Isaiah Berlin fue un politólogo, filósofo e historiador de origen judío que nació en Letonia. Sin lugar a duda, está considerado como uno de los máximos pensadores liberales del siglo XX. Pero cabe preguntarse qué papel desempeña en este trabajo, dado que se sabe que Marx y Berlin son dos personajes completamente antagónicos. El fundador del marxismo y el eminente pensador liberal argumentan dos modelos del hombre y de la sociedad que, desde una perspectiva cabalmente severa y consuetudinaria, son inconciliables. En consecuencia, la aproximación biográfica e intelectual que elabora Berlin sobre el pensador alemán se torna mayoritariamente provocadora y de pleno interés. A lo largo de su libro, Karl Marx, Berlin desarrolla una breve narración de su vida y pensamiento, a tal grado que se considera como un clásico y uno de los mejores estudios críticos del autor de El capital.
...