La palabra método proviene del griego meta-odos y significa camino

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La palabra método proviene del griego meta-odos y significa camino. De esta forma, un método, en un contexto epistemológico es el camino o la senda por la que se ha de guiar a la Razón para que despacio y con cuidado pueda llegar a alcanzar resultados verdaderos. Descartes entenderá como método a una serie de reglas ciertas y claras que  no requieran de gasto mental que al observarlas, paso a paso y se llegue a una comprensión de las cosas.

El pensador defenderá la necesidad de seguir un método común para reconstruir el edificio de la filosofía sobre unas bases firmes y sólidas, al haber sido construido por cientos de arquitectos con distintos métodos no adecuados, resultando en unos cimientos frágiles contrarios a los sólidos del edificio de la ciencia, construidos con un ``plan de obra´´ común y seguro, el hipotético deductivo, que les había permitido alcanzar conocimientos verdaderos..

Ya que nos encontramos en una época donde aún no se distinguía ciencia de filosofía, Descartes considerará necesario la aplicación de un método común en todos los ámbitos del conocimiento para alcanzar conocimientos verdaderos. Esto alude a su concepción unitaria del saber y a la representación de este a través de un árbol cuyas raíces son la metafísica, tronco la física y ramas las demás ciencias reducidas a medicina, astronomía y moral. De ahí la necesidad de aplicar un método que reconstruya estas raíces y las haga fuertes, pues es preciso saber qué son las cosas antes de acceder a relacionarlas entre sí y crear nuevos conceptos verdaderos. Estos cimientos serán la Res Cogitans que probaría la existencia del yo, la Res Divina que probaría la existencia de Dios y la Res Extensa que probaría la existencia de las cosas externas al yo. Esto excluiría la necesidad de tener que revisar todos los conocimientos, siendo indispensable la revisión de dichos cimientos.

En la búsqueda del método idóneo estudiará los defectos y virtudes de distintos``caminos´´ como la lógica o la geometría finalmente decantándose por el hipotético deductivo. Descartes rechazará el primero ya que en vez de ampliar el conocimiento se limita a aclarar información de los enunciados. Además alegará que a pesar de ser útil en ocasiones, se mezclan en el camino conceptos superfluos o poco evidentes.

La elección del método utilizado por los matemáticos se basará en su posesión de dos virtudes fundamentales; que se asienta sobre axiomas (principios evidentes y demostrables) y que procede a partir de estos a realizar cadenas deductivas necesarias. Esto se corresponde con la forma en que según Descartes conoce la Razón; la intuición de o instinto natural que capta las verdades simples sin posibilidad de error y la posterior deducción con la que se accede a lo complejo a través de la deducción.

Este método que propone para el correcto uso de la Razón se fundamenta en cuatro reglas, la evidencia, el análisis, la síntesis y el recuento, consistiendo la primera y más importante en el rechazo de cualquier idea que  no se le presente al intelecto de forma clara (que no albergue sombra de duda) y distinta (precisa e inconfundible con cualquier otro concepto) evitando por tanto la prevención y la precipitación. De esta forma afirmamos que esta primera regla implica la duda metódica de Descartes pues  constituye el paso previo a todo el método por consistir esta en dudar de todas las ideas que no cumplan o pasen el criterio de la evidencia.

El filósofo racionalista dudará de prejuicios, opiniones, de la tradición y del conocimiento heredado del pensamiento clásico y medieval que no hubieran pasado el filtro del pensamiento moderno. En la segunda parte del discurso del método, Descartes expone sus razones para dudar de todo lo que conocemos basándose en las cuestionables formas y vías de conocer del hombre. La primera se asienta en la falibilidad del conocimiento que se adquiere por la experiencia sensible pues tal y como alega, no es prudente fiarse de alguien que nos ha engañado en alguna ocasión. La segunda residirá en la incapacidad humana para distinguir el sueño de la vigilia, extendiendo Descartes la duda de lo sensible a lo inteligible.

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