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Libro Ola De Avlvin

garola25 de Septiembre de 2014

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RESUMEN DEL LIBRO LA TERCERA OLA DE ALVIN TOFFLER

INTRODUCCIÓN

La tercera ola de Alvin Toffler es para los que creen que la historia humana, lejos de concluir, no ha hecho sino empezar. Es un libro que describe la vieja civilización y presenta una cuidada y vasta imagen de la nueva civilización. El mundo que está emergiendo del choque de nuevos valores y tecnologías, nuevas relaciones geopolíticas, nuevos estilos de vida y modos de comunicación, exige ideas y analogías, clasificaciones y conceptos totalmente nuevos. La tercera ola concluye que la desesperación no sólo es un pecado, sino que, además, está injustificada.

El libro divide la civilización en tres partes: Una fase agrícola de primera ola, una fase industrial de segunda ola y una fase de tercera ola que está empezando. La gran metáfora de esta obra es la de olas de cambio que se chocan entre sí.

UN ENTRECHOCAR DE OLAS

I. SUPERLUCHA

Una nueva civilización está emergiendo en nuestras vidas y hombres ciegos están intentando en todas partes sofocarla. Esta nueva civilización trae nuevos estilos familiares; formas distintas de trabajar, amar y vivir; una nueva economía; nuevos conflictos políticos; y también una conciencia modificada. El amanecer de esta nueva civilización es el hecho más explosivo de nuestra vida. Es el acontecimiento central para la comprensión de los años venideros. Es un acontecimiento tan profundo como aquella primera ola de cambio desencadenada hace diez mil años por la invención de la agricultura, o la sísmica segunda ola de cambio disparada por la revolución industrial. Nosotros somos hijos de la transformación siguiente, la tercera ola.

La tercera ola trae una forma de vida nueva basada en fuentes de energía diversificadas y renovables; en métodos de producción que hacen resultar anticuadas las cadenas de montaje de la mayor parte de las fábricas; en nuevas familias no nucleares; en una nueva institución, que se podría denominar el “hogar electrónico”; y en escuelas y corporaciones del futuro radicalmente modificadas.

La civilización naciente escribe para nosotros un nuevo código de conducta y nos lleva más allá de la uniformización, la sincronización y la centralización, más allá de la concentración de energía, dinero y poder. Esta nueva civilización, al desafiar a la antigua, derribará burocracias, reducirá el papel de la Nación-Estado y dará nacimiento a economías semiautónomas en un mundo pos imperialista. Exige Gobiernos que sean más sencillos, eficaces y, sin embargo, más democráticos que ninguno de los que hoy conocemos.

Es una civilización con su propia perspectiva mundial y formas de entender el tiempo, el espacio, la lógica y la causalidad. La civilización de la tercera ola comienza a cerrar la brecha histórica abierta entre productor y consumidor, dando origen a la economía del “prosumidor” del mañana. Por esta razón, entre otras, podría resultar la primera civilización verdaderamente humana de toda la historia conocida.

El nacimiento de la agricultura constituyó el primer punto de inflexión en el desarrollo social humano y la revolución industrial, el segundo. Antes de la primera ola de cambio, la mayoría de los humanos vivía en grupos pequeños y, a menudo, migratorios. En algún momento, hace aproximadamente diez milenios, se inició la revolución agrícola y se difundió lentamente por el planeta, extendiendo poblados, asentamientos, tierra cultivada y una nueva forma de vida.

Esta ola de cambio existía aún cuando llegó la revolución industrial (finales del siglo XVII). Este nuevo proceso —industrialización— se movió por todas partes: así, dos procesos de cambio entrechocaban en toda la tierra. Hoy, la primera ola está ya casi acabada; la segunda aún se extiende, pero ha comenzado la tercera ola.

Para Toffler, de algún modo, hoy se da el entrecruzamiento de las tres olas de cambio: todas ellas moviéndose a velocidades diversas y con diferentes grados de fuerza entre sí. Las entrecruzadas corrientes creadas por estas olas de cambio se reflejan en el trabajo, en la vida familiar, en las actitudes sexuales y la moralidad personal. El conflicto entre los grupos de la segunda y tercera ola constituye, de hecho, la tensión política central que surca nuestra sociedad actual.

LA SEGUNDA OLA

II. LA ARQUITECTURA DE LA CIVILIZACIÓN

En este capítulo, Toffler, tras la descripción del choque entre las civilizaciones de la primera y la segunda ola al aparecer la revolución industrial, habla del pre-requisito de cualquier civilización que, para él, es la energía.

Mientras que las sociedades de la primera ola explotaban fuentes de energía renovable es; las de la segunda usaron fuentes no renovables (carbón, gas, petróleo). Y paralelamente, en la segunda ola, se produjo un gigantesco avance en el campo de la tecnología. Esta nueva tecnología abrió las puertas a la producción en serie. Al extenderse sobre el Planeta la segunda ola, la tecnosfera agrícola fue reemplazada por una tecnosfera industrial: las energías no renovables fueron aplicadas a un sistema de producción en serie, que a su vez, vomitó mercancías sobre un sistema de distribución en serie altamente desarrollado.

Esta tecnosfera creó una sociosfera paralela: nuevas formas de organización social. Apareció la llamada familia nuclear —padre, madre y unos pocos hijos, sin parientes molestos— que se convirtió en el modelo moderno estándar, socialmente aprobado, de todas las sociedades industriales, tanto capitalistas como socialistas. Paralelamente, aparece la educación pública general que, con la familia nuclear, formó parte del único sistema integrado para la preparación de jóvenes con miras al desempeño de papeles en la sociedad industrial.

Aparece en un tercer momento, lo que denomina una “refinada infosfera, canales de comunicación por los cuales podían distribuirse mensajes individuales y colectivos tan eficazmente como mercancías o materias primas. Esta infosfera se entrelazaba con la tecnosfera y la sociosfera, ayudando a integrar la producción económica con el comportamiento privado. Cada una de estas esferas desempeñaba una función clave en el sistema y no habría podido existir sin las otras. La tecnosfera producía y asignaba riqueza; la sociosfera, con sus miles de organizaciones interrelacionadas, asignaba determinados papeles a los individuos integrados en el sistema. Y la infosfera asignaba la información necesaria para el funcionamiento de todo el sistema. Juntas formaban la arquitectura básica de la sociedad.

III. LA CUÑA INVISIBLE

En este capítulo, Toffler comienza diciendo: La segunda ola separó violentamente dos aspectos de nuestras vidas que siempre, hasta entonces, habían sido uno solo. Al hacerlo, introdujo una gigantesca e invisible cuña en nuestra economía, nuestras mentes e incluso en nuestra personalidad sexual. La revolución industrial destruyó la unidad subyacente de la sociedad, creando una forma de vida llena de tensión económica, conflicto social y malestar psicológico. Las dos mitades de la vida humana que la segunda ola separó fueron la producción y el consumo. Estamos acostumbrados, por ejemplo, a pensar en nosotros mismos como productores o consumidores. Esto no fue siempre cierto. Hasta la revolución industrial, la gran mayoría de todos los alimentos, bienes y servicios producidos por la especie humana, eran consumidos por los propios productores, sus familias, o una pequeña élite, que recogía los excedentes para su propio uso. El industrialismo rompió la unión de producción y consumo y separó al productor del consumidor. La economía de la primera ola se transformó en la economía dividida de la segunda ola. Las consecuencias de esta fusión fueron trascendentales. La economía se mercantilizó, porque, según Toffler, la plaza de mercado, que era antes un fenómeno secundario periférico, se situó en el vértice mismo de la vida.

Este divorcio entre producción y consumo, que se convirtió en característica definidora de todas las sociedades industriales de la segunda ola, afectó incluso a nuestras mentes y a nuestras suposiciones sobre la personalidad. Se llegó a considerar el comportamiento como una serie de transacciones. En lugar de una sociedad basada en la amistad, el parentesco o la lealtad feudal o tribal, al paso de la segunda ola surgió una civilización basada en lazos contractuales, reales o sobreentendidos. Incluso maridos y mujeres hablan hoy de contratos matrimoniales.

La brecha abierta entre estas dos funciones —productor y consumidor— creó al mismo tiempo una personalidad dual; y esto comportaría -según Toffler- la división funcional de los sexos: Los hombres, preparados desde la niñez para su papel en el taller, donde se desenvolverían en un mundo de interdependencias, eran incitados a tornarse objetivos, y las mujeres, preparadas desde el nacimiento para las tareas de reproducción, cuidado de los hijos y labores domésticas, realizadas en considerable medida en completo aislamiento social, eran aleccionadas para ser subjetivas y se las consideraba frecuentemente incapaces de la clase de pensamiento racional y analítico que, supuestamente, acompañaba a la objetividad.

IV. INFRINGIENDO EL CÓDIGO

Toffler en este capítulo parte de la siguiente observación: Toda civilización tiene un código alto, un conjunto de reglas o principios que presiden todas sus actividades y las impregnan de un repetido diseño. Al extenderse el industrialismo se hizo visible su diseño oculto. Se componía de seis principios interrelacionados que programaban el comportamiento de millones de personas.

Para Toffler estas reglas

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