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MUNDOS Y PARADIGMAS

DIEGO ALEJANDRO JARAMILLO GUZMANInforme1 de Junio de 2021

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Mundos y paradigmas

G. Valencia

Documento 222 material fotocopiado

Facultad de ciencias humanas

Universidad de Antioquia

  1. LA NOCION DE PARADIGMA

Denominase paradigma aquella realización capaz de unificar la comunidad profesional. Este reconocimiento hace que dicha realización sirva como modelo para la práctica científica posterior, fundando, así, una tradición coherente de investigación.         

Al presentar, indisolublemente unidos, un conjunto de teorías, métodos, procedimientos y aplicaciones de condición ejemplar, el paradigma define los criterios para la práctica de la especialidad.

Este conjunto de restricciones que prescribe la realización paradigmática, logra afectivamente delimitar el campo que en adelante precisa investigación, estableciendo las normas necesarias para la determinación de los problemas y los cánones que regulan su solución.

Ahora bien, imponer un determinado régimen para la actividad científica implica concebir el mundo de cierta manera, pues la profesión sólo se enfrenta a la naturaleza desde la práctica de su especialidad, cualificándola por tanto. Es por ello por lo que se entiende el conjunto de expectativas que se generan en el interior de un paradigma: ningún procedimiento es inocente. El modelo ejerce una determinación efectiva sobre el universo que intenta explorar.

A partir de aquí, y provisto de estas especificaciones, el análisis aborda una serie de consideraciones que radicalmente lo enfrentan a las más usuales concepciones de la empresa científica. Esta lucha contra lo que ha llegado a ser convicción entrañable y común, nos  parece ser la propia de toda epistemología racionalista que desde el momento mismo de su constitución se aparta de las falsas evidencias que las concepciones primeras otorgan. En efecto, las posiciones fundamentales que se infieren de este análisis del desarrollo de las ciencias  – y que expondremos inmediatamente- nos parecen los compromisos adonde naturalmente conduce la solidaridad con las tesis más elementales de este tipo de posición epistemológica, de antaño su lugar común: imposibilidad de una separación categórica entre las observaciones y las interpretaciones; permanente indisociabilidad entre los hechos y las teorías; reconocimiento del papel de la teoría tanto en el diseño como en la interpretación de los experimentos; artificialidad de una distinción radical entre los descubrimientos fácticos y las invenciones teóricas.

En una investigación guiada por paradigmas, lo que las cosas sean es un asunto que se define con arreglo a las exigencias que el modelo impone. Sólo desde el paradigma, y por él, las cosas adquieren una determinada significación. No puede hablarse, en estricto rigor, de una pretendida naturaleza de la cosa independientemente de los marcos teóricos que posibilitan su existencia de una cierta manera. Qué sean las cosas, cuál su naturaleza, es un asunto que se define en el interior de una investigación dirigida por modelos. A este respecto, frente a la visión de una cosa, la alternativa no es la cosa como independiente de la visión, si no la visón que determinada esta vez por el paradigma, convierta en otra cosa la cosa inicial[1]. En este sentido, los paradigmas constituyen las cosas.

Un tipo de concepción de la construcción cognoscitiva de esta índole, exige decir que en su seno ha dejado de existir el mundo como referencia absoluta, estable e inmediata. Si los paradigmas son determinantes esenciales de la naturaleza, ésta, en su existencia para las ciencias, ha dejado de ser fija y dada. Por tal motivo, carece de razón, en cualquier motivo del desarrollo investigativo, una apelación a lo real mismo, entendido como aquella instancia invariable. Más radicalmente aún, es manifiesta la imposibilidad para plantear la existencia de una naturaleza independiente frente a la que podemos respaldar irrestrictamente nuestros juicios. Presa siempre de nuestros marcos y delimitaciones, ella no puede ser entendida como aquella norma exterior frente a la que sea posible el discernimiento absoluto de las distintas teorías científicas.

En este contexto, un cambio de paradigma presenta una transformación decisiva en el universo propio de la profesión. En el sentido fuerte de la expresión, puede decirse que los nuevos paradigmas cambian el mundo, sí, en el único sentido en que éste es posible para la investigación científica. De igual modo nos referimos a los paradigmas como parte constitutiva de la naturaleza: de aquella única naturaleza que es accesible al mundo del conocimiento.

Este esfuerzo constructivo, en el que la actividad científica consiste, arranca desde la elaboración misma de los datos, informando en cierta manera la experiencia, estructurando el modo mismo como la percepción se hace posible. Los datos aparentemente  más inmediatos nunca son portadores de una información pura del mundo, pues ello supondría un sentido según el cual serian anteriores a la existencia del paradigma. Por el contrario, al no existir ni la más rudimentaria investigación sin un paradigma que la oriente, el dato es fruto de una bien determinada interacción entre el mundo y el paradigma. La experiencia más inmediata está siempre estructurada, y ha probado ser a lo largo del desarrollo científico indefinidamente estructurable, precisamente en función de las construcciones propias de los modelos.

A ello se debe que en el interior de una investigación científica existan preguntas que preguntan e indagaciones que se juzgan inapropiadas por no respetar las exigencias impuestas por el paradigma. Problemas y pseudo- problemas son siempre tales en función de los requerimientos del modelo.

A todo este respecto, empirismo no es tanto relievar la importancia de la experiencia cuanto conceptuar que ella, no estando informada por estructuras, nos pone en contacto con datos puros y absolutos, estables y fijos, producto de una naturaleza que goza también de las mismas características.

Dada esta concepción de la naturaleza en el interior de la actividad científica, el alcance de las llamadas pruebas se torna profundamente limitado: la circularidad de los argumentos es el nuevo lugar necesario. No puede esperarse una verificación suficiente, inequívoca y absoluta. Este tipo de prueba incontestable, final y definitiva, no sólo exigiría una naturaleza completamente exterior e independiente sino un régimen único y singular para la práctica de la investigación científica, donde métodos, normas y reglas fuesen los elementos exteriores a la teoría y destinados a comprobarla. En forma muy diferente hemos mostrado cómo todos estos cánones dependen estrechamente del propio paradigma. Él es quien define las pruebas como pruebas.

Finalmente, séanos permitido introducir algunas consideraciones generales sobre los estudios psicológicos acerca del desarrollo mental, con el objeto de mostrar cómo estas investigaciones contribuyen a hacer mucho más comprensibles las tesis expuestas aquí sobre el desarrollo de las ciencias. En efecto, estamos convencidos de la pertinencia y significación de los estudios sobre el funcionamiento intelectual, como que proporcionan explicaciones en todo equivalentes a las que resultan de los análisis de la constitución de las actividades científicas. Nos parece que un mismo ambiente constructivo y un ímpetu creador manifiesto recorre estos mundos psicológico y científico, sólo aparentemente extraños y distintos.

La investigación de los procesos a través de los cuales se estructura la inteligencia da cuenta de una relación fundamental entre las actividades del sujeto y el mundo de los objetos. Tal relación se expresa más cabalmente en términos de una constitución reciproca permanente.

Ante todo, reciprocidad tal no permite, en ningún nivel del desarrollo mental, una disociación completa entre estas nociones centrales. En el seno de las sucesivas construcciones intelectuales no es posible escapar a este nexo que las vincula en su significación misma. Por ello, en estricto rigor, cada nueva etapa del proceso intelectual cristaliza una nueva estructuración, un mundo nuevo por tanto. Un progreso en la estructuración del mundo interno es, al mismo tiempo, y por ello, un progreso en la estructuración del universo externo. Se dice, entonces, que el mundo objetivo es siempre resultado y meta de un esfuerzo constructivo cada vez mayor.

Además, qué sea cada uno de los polos de esta constitución es asunto que se define en el interior de un desarrollo incesante, cuyos resultados, por tanto, son siempre relativos a un momento del proceso permanente. Ello es lo que permite entender por qué las nociones de sujeto y objeto no son ni dadas desde la partida ni constituidas de una vez por todas en alguna etapa de su desarrollo.

He ahí el fondo sobre el cual bien puede hablarse de una constante estructuración de la experiencia en función del grado de desarrollo de la propia organización intelectual. No existe la posibilidad de una experiencia estable, ni son posibles los datos como absolutamente inmediatos, ni los estímulos como completamente exteriores. Los diferentes mundos sólo surgen en cada nueva etapa del desarrollo mental, al cabo de un esfuerzo constructivo, posible merced a la actividad asimiladora estructurante del sujeto sobre el universo de los objetos.

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