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Morín, Edgar (1977) La identidad humana, Círculo de lectores, Madrid. 4ª, Sesión, pág. 75-104


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2019  •  Reseñas  •  1.998 Palabras (8 Páginas)  •  187 Visitas

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ANGUIANO CRUZ CELIA INES

Morín, Edgar (1977) La identidad humana, Círculo de lectores, Madrid. 4ª, Sesión, pág. 75-104

La tradición filosófica occidental se ha fundado en la noción de sujeto. La ciencia determinista ha disuelto al sujeto, la filosofía positivista y la filosofía estructural lo han expulsado, el sujeto supone un individuo, pero a noción de individuo, solo adquiere sentido si comporta la noción de sujeto. La definición primera del sujete be ser en primer lugar biológica. El ser sujeto es situarse en el centro del mundo, tanto para conocer como para actuar. La ocupación del puesto egocéntrico comporta un principio de exclusión y un principio de inclusión. El principio de exclusión: no lo puede ocupar nadie más que uno mismo, ni en el caso de los gemelos homocigotos, sin embargo se le asemeja hasta confundirse con él y dispone exactamente e la misma identidad, pueden tenerlo todo en común salvo el mismo YO (el yo no es compartible). Ningún otro individuo puede decir YO en mi lugar, pero todos los demás pueden decir YO individualmente, cada individuo se vive y se experimenta como sujeto, esta unicidad singular es la cosa humana más universalmente compartida. (Morín, pág. 81) El individuo no tiene identidad física estable; sus moléculas se degradan y son sustituidas por otras, sus células mueren y otras nacen pero la identidad de su Yo permanece, la cualidad de sujeto trasciende las modificaciones del ser individual. El egocentrismo del sujeto favorece no solo el egoísmo, sino también el altruismo, puesto que somos capaces de consagrar nuestro Yo a un Nosotros y a un Tu. Hegel menciona que “un Yo (Moi) que está en Nosotros y un nosotros que está en Mi (Moi)”, cuando el Yo (Moi) domina, el Nosotros esta recesivo. Cuando el Nosotros domina, el Yo (Moi) esta recesivo; hay una posibilidad egoísta que llega a sacrificarlo todo a uno mismo y una posibilidad altruista que llega al sacrificio de uno. La primera puede llevar al antagonismo del semejante y la segunda puede suscitar una fraternidad que incita a dar la vida por el amigo, el hermano, etc. Todo ocurre como si en nuestra subjetividad hubiera un cuasi-doble dispositivo lógico, uno que manda al “para sí”, el otro que nada al “para nosotros” o “para los otros” y el dispositivo lógico altruista puede ser focalizado por una parte, lo consagra al Nosotros en el sentido biológico del termino: hijos, padres; por otra parte, lo consagra al Nosotros en el sentido sociológico del termino: patria, partido, religión. El cuasi-tetra-dispositivo lógico es comentario según el momento y las circunstancias en el dispositivo lógico, ya sea por el YO, sea por el TÚ, sea por el NOSOTROS y en el nosotros sea por la familia, sea por la sociedad; el sujeto experimenta el enfrentamiento de dos conminaciones contradictorias: Su egoísmo y su altruismo. (Morín, pág. 84) La subjetividad comporta la efectividad. Por ello el sujeto humano está consagrado potencialmente al amor, la dedicación, la amistad, la envidia, los celos, la ambición, el odio.

LA RELACION CON EL OTRO: el otro es a la ves el semejante y el desemejante: 1) semejante por los rasgos humanos o culturales comunes, 2) desemejante por las singularidades individuales o las diferencias étnicas 🡪 el sujeto está abierto y cerrado por naturaleza 🡪La teoría de la especialidad de Jean-Louis Vullierme señala que: el sujeto se estructura por la mediación de los otros sujetos, antes incluso de conocerlos propiamente hablando. El sujeto emerge al mundo al integrarse en la intersubjetividad. El medio de existencia del sujeto 🡪 Lo que se produce en la intersubjetividad es la connivencia. Es decir la posibilidad de comprensión que permite reconocer al otro como sujeto y sentirlo eventualmente en el amor (Morín, pág. 86). La necesidad de reconocimiento es inseparable de la necesidad subjetiva de autoafirmación. Si es ignorado, el sujeto es herido y dolido. Rousseau señalo la necesidad de la mirada del otro para existir humanamente. Engloba dos visiones de la metáfora del doble dispositivo lógico y reconoce el carácter originario simultaneo de la afirmación del Yo y su relación con el otro: a) el sujetamiento: Cualidad del sujeto donde asegura la autonomía del individuo (ser sujetado) en donde una potencia subjetiva fuerte se impone en el centro del dispositivo lógico egocéntrico y al individuo que se encuentra poseído al interior del mismo, b) lo objetivo de lo subjetivo: Cualidad esencial del sujeto para observar, empezando por la aptitud para observarse a uno mismo, a reconocerse; según Paul Ricoeur “así mismo como otro”. (Morín, pág. 87). Cada sujeto puede considerarse a la ves como sujeto y como objeto, es capaz de dejar de ver la subjetividad de los otros y considerarlos solo como objetos, a partir de ahí se vuelve inhumano. EL SUJETO Y LA MUERTE: la muerte no es solamente la descomposición de un cuerpo, es al mismo tiempo la aniquilación del sujeto. La muerte es la unión de la subjetivación absolutas que induce la contradicción en el centro de la conciencia del sujeto. CURIOSO SUJETO: el individuo sujeto experimenta la autoridad social, la impronta y la norma de una cultura. El sujeto es complejo por naturaleza y por definición (Morín, pág. 89).

LA IDENTIAD POLIMORFA: todo individuo es uno, singular irreductible. Y sin embargo, al mismo tiempo es doble, plural, innumerable y diverso. La paradoja de lo femenino-masculino: La especie humana es separada y unida por lo masculino y lo femenino. La diferencia entre lo femenino y lo masculino no es únicamente cultural, es anatómica, fisiológica, hormonal y mental: del hemisferio cerebral derecho en la actividad mental femenina y del hemisferio izquierdo en la masculina. (Morín, pág. 91). La cultura establecen una diferenciación entre hombres y mujeres en sus roles sociales, los especializan en sus tareas cotidianas, sobre determinan las diferencias psicológicas. La civilización ha sido fundamentalmente bisexuada, en la civilizaciones del poder masculino el hombre todo poderoso se somete al poder domestico de la esposa, al poder erótico del amante, reconocida la una y la otra como Amas. El hombre dominador puede ser dominado por la mujer. Lo masculino esta en lo femenino y viceversa, cada sexo lleva al otro. Jung señala que: el alma femenina (anima) está presente en el hombre de forma reprimida, y por ello el espíritu masculino (animus) está presente en la mujer de forma reprimida y por ello muchas mujeres buscan y encuentran su animus e su hombre (Morín, pág. 93) LA PARADOJA DE LA EDAD: cada edad tiene sus verdades, sus experiencias, sus secretos a través de la multiplicidad sucesiva de edades cada cual, sin darse cuenta de ello, lleva en sí, presentes en cualquier edad.  LA DUALIDAD INTERIOR: la noción del sujeto, que unifica al ser individual, comporta no óbstate una dualidad interior, el YO se objetiva en un YO (morí) cuando se considera y realiza automáticamente un bucle reflexivo, lo reidentifica con el YO. El doble de algún modo la concretización corporal del Yo (Moi) objetivado. Siempre presente, solo se disocia del cuerpo durante el sueño, y solo se libera de el con la muerte, el alma y el espíritu son entidades sensibles para cada cual y cada cual puede sentirse habitado por una y el otro. De este modo, el sujeto uno e indivisible produce, al afirmar precisamente su unicidad, una dualidad propia. LA UNIDAD PLURAL DE LA IDENTIDAD PERSONAL: la identidad personal se define por referencias a los ancestros y a los padres; el individuo de una tribu se designa en primer lugar como “hijo de” y después por un nombre que puede ser de un pariente, un patriarca, un profeta, un santo. En nuestra sociedad, nos definimos por el apellido familiar, por un nombre que no somos el único titular. Nos definimos por referencia a nuestra ciudad, nuestra provincia, nuestra nación, nuestra religión. Llevamos de manera confusa, indistinta, esta multiplicidad de seres que de este modo sobreviven más allá de su muerte (Morín, pág. 96). MULTIPLICIDADES Y DUPLICIDAES INTERNAS: la dualidad del cuerpo y la mente, recubre la división entre nuestra mente consciente y la republica policelular que constituye nuestro ser biológico. Una parte inconsciente de nuestra identidad ignora la muerte mientras que la parte consciente nos sabe irremediable mortales. Jung decía que el si es una entidad profunda, que el ego no conoce verdaderamente. Pero, igualmente, el si no conoce el ego, después de que hubiera comunicación entre la vida personal y la vida social, siguió habiendo una dualidad mental entre el individuo privado y el ciudadano. (Morín, pág. 97). LOS DESDONLAMIENTOS Y MULTIPERSONALIDADES: el cambio de personalidad en primer lugar la excepción patológica de los casos clínicamente bien conocidos de doble personalidad revelan que en un mismo individuo pueden habitar dos personalidades revelan que en un mismo individuo pueden habitar dos personalidades diferentes e ignorarse entre sí, dispone de su propio comportamiento, su propio, temperamento, su propia voz, su propio lenguaje, su propia lenguaje, su propia caligrafía, incluso sus tics y enfermedades propias. Todo ocurre como el conjunto complejo que constituye una personalidad que retroactuan sobre sus elementos, creando así una nueva personalidad. Los fenómenos llamado patológicos de doble o múltiple personalidad son un fenómeno normal: es el de las innumerables discontinuidades psicológicas y afectivas, según los humores, amor, el odio, el desprecio, la indiferencia, el deseo, el fervor, el éxtasis, la adoración, el miedo. Los cambios de humor, saltos e carácter, antojos, caprichos, de hecho son cambios temporales de personalidad. La cólera, el amor, el odio no solo modifican nuestras voces y nuestros comportamientos, sino nuestra persona (síndrome maniaco depresivo: alternancia de melancolía y de exaltación) (Morín, pág. 99). Hay modificaciones duraderas de personalidad, Pierre Courtade en el que se habían disociado dos personalidades: el comunista privado escéptico, parlanchín, irónico; el comunista oficial, rígido, excomulgador, lohengriniano; dos personajes se acuestan en la misma cama, pero no se han dado cuenta mutuamente de su presencia. ROLES DE VIDA, TEATRO Y MIMESIS: esta multiplicidad de personalidades se añade, en nuestra civilización, la multiplicidad de roles sociales, y en ocasiones ambos interfieren, adoptando roles sociales. Los roles sociales son personalidades estereotipadas, embajadoras del Yo (Moi) respecto del otro, pero también e las imágenes del Yo (Moi) respecto de uno mismo. La mimesis es un fenómeno importante de la vida animal (insectos que imitan las hojas de los arboles) y también humana. La experiencia cotidiana del actor reside en la potencia de la mimesis, aptitud para mimar personajes reales o de ficción, no solo imitando sus comportamientos, sino introduciéndose en el interior de ellos mismos, dejándose poseer. Este estado hibrido entre simulación y posesión esclarece una y otra vez la multipersonalidad, quienes están dotados de esta pueden habitar la personalidad de otro y ser habitado por ella (sentimientos y pensamientos). El actor puede encarnar personajes imaginarios y en el proceso de mimesis/histeria/posesión, y nosotros mismos podemos insertarnos en otra personalidad, utilizando su voz como mediación para lograr aspirarla en nosotros por completo. Nosotros mismos cuando pasamos de una personalidad a otra bajo los efectos del cólera y el amor, vivimos histéricamente nuestros estados psíquicos, los cuales se encarnan en una personalidad particular que por un momento se convierte en nuestra persona. Todo ser humano lleva cosmos en sí, todo individuo, incluso el más reducido a la más banal de las vidas, constituye en sí mismo un cosmos. Cada cual contiene una galaxia de sueños y fantasmas, impulsos no saciados de deseos y amores, abismos de infelicidad, inmensidades de indiferencia, etc. Cada cual en si una solidad increíble, una pluralidad inaudita, un cosmos insondable. El Yo es el unificador de una multiplicidad formidable y de una totalidad multidimensional. Todo individuo contiene en si una personalidad dominante, no siempre logra inhibir una segunda personalidad antagonista y que tiene secuestradas dos o tres personalidades más o menos cristalizadas. La personalidad domínate puede estar sujeta a eclipses y dejarle lugar a una de las personalidades que caracterizan actualizándose. Un rostro es un teatro en el que juegan múltiples actores, una vida también, los otros nos habitan y habitamos a los otros.

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