NATURALEZA DE CRISTO
ingrid_y11 de Junio de 2014
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LA NATURALEZA DE CRISTO.
La mejor manera de responder a la pregunta ¿quién es Cristo? Es dando a conocer y explicando los nombres y títulos por los cuales es conocido.
Hijo de Dios (Deidad.)
De la misma manera que la frase “hijo del hombre” significa nacido de hombre, así también “Hijo de Dios” significa nacido de Dios. De ahí que este titulo proclame la deidad de Cristo. A Jesús jamás se lo denomina un Hijo de Dios, en el sentido general en que los hombres y los ángeles (Job 2:1) son hijos de Dios. Es el hijo de Dios por excelencia, en sentido especial y único. Según la descripción que de Jesús nos hacen Las Sagradas Escrituras, mantiene con Dios una relación que no es compartida por la persona alguna en el universo. En calidad de explicación y confirmación de esta verdad, consideremos:
La conciencia que Cristo tenia de sí mismo.
¿En que consistía la conciencia que el señor tenia de sí mismo? En otras palabras, ¿qué sabia de sí? Lucas, el único escrito que registra un incidente de la niñez de Jesús, nos dice que la edad de doce anos, (cuando menos) Jesús estaba consciente de dos codas: de una relacen especial con Dios, a quien describe como Padre, y de una misión especial en la tierra, los negocios de su Padre. Cuando comenzó Jesús a tener conciencia de sí, y como tuvo esa conciencia, seguirá en el misterio para nosotros. Cuando vemos a Dios que viene hacia nosotros en la forma de hombre, debemos exclamar con referencia: “Grande es el misterio de la piedad.” No obstante, la siguiente ilustración quizás sea útil: Pon a un bebe frente al espejo. Sé vera a sí mismo, pero no se reconocerá. Pero llegara el momento en que sabrá que la imagen reflejada es la suya. En otras palabras, el niño esta ahora consciente de su propia identidad. ¿No habrá sido así también en lo que respecta al señor Jesucristo? Siempre fue el Hijo de Dios. Pero llego el momento en que, después de estudiar las sagradas escrituras relacionadas con el Mesías de Dios, la conciencia de que Él, el Hijo de Maria, no era otra que el Hijo de Dios, ilumino su mente. En vista de que el Hijo eterno de Dios vivió la vida perfectamente natural del ser humano, es razonable suponer que esa conciencia de su deidad le llego de esa manera.
En él rió Jordán Jesús oyó la voz del Padre que corroboraba y confirmaba su conciencia interior (Mateo 3:17) y en el desierto resistió con éxito los intentos de Satanás destinados a poner en tela de juicio su carácter de Hijo de Dios. “Si eres Hijo de Dios” (Mateo 4:3) mas tarde en su ministerio tuvo palabras de elogio para Pedro por el testimonio inspirado del cielo respecto de su deidad (Mateo 16:15-17.) Cuando se le procesaba ante el alto tribunal judío, podría haber escapado de la muerte negando su carácter extraordinario de Hijo de Dios, y afirmando simplemente que era hijo en el mismo sentido que los demás hombres eran. Pero al ser puesto bajo juramento por el sumo sacerdote, declaro tener conciencia de su deidad, aunque sabia que dicha declaración le significaba la muerte (Mateo 26:63-65.)
Las afirmaciones de Jesús.
Jesús se identifico plenamente con las actividades divinas. En efecto, dijo: “Mi padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17.) “Salí del Padre” (Juan 16:28.” Como me envió el Padre” (Juan 20:21.) Afirmo tener conocimientos divinos y comunión (Mateo 11:27; Juan 17:25. Afirmo revelar el ser del Padre mediante sí mismo (Juan 14:9-11.) Asumió prerrogativas divinas omnipresencia (Mateo 18:20); poder para perdonar pecados (Marcos 2:5-10; poder para resucitar a los muertos (Juan 6:39, 40, 54; 11:54; 11:25; 10:17, 18.) Se proclamo a sí mismo el Juez y Arbitro del destino del hombre (Juan 5:22; Mateo 25:31, 46)
Demando una rendición y fidelidad que solo Dios podía reclamar con derecho. Insistió en la rendición o sumisión absoluta de parte de sus seguidores. Debían estar preparados para romper los lazos más queridos pues cualquiera que amaba aun padre o madre mas que El no era digno de Él (Mateo 10:37; Lucas 14:25-33.)
Esas demandas trascendentales fueron formuladas por uno que vivió como él más humilde de los hombres, y presentadas en la forma más simple y sencilla, como por ejemplo, Pablo diría: “Yo de cierto soy hombre judío.” Con el objeto de arribar a la conclusión de que Cristo era divino, uno solo necesita hacer dos concesiones: primera, que Jesús no era mal hombre, segunda, que no era demente. Si dijo que era divino cuando sabia que no lo era, luego no seria un hombre bueno; Si se imaginaba falsamente que era Dios, luego no podía ser una persona en plena posesión de sus facultades mentales, inteligente, soñaría negar su carácter perfecto o su sabiduría superior. En consecuencia, no se puede menos que llegar a la conclusión de que era lo que afirmaba ser, el Hijo de Dios en sentido único.
La autoridad de Cristo.
En las enseñanzas de Cristo, uno nota ausencia completa de expresiones como estas: “según opino”, “quizás”, creo que, “supongamos”. Un sabio racionalista judío admitió que el señor hablaba con la autoridad del Dios todopoderoso mismo. El doctor Henry Van Dyke señala que en el sermón del monte, por ejemplo tenemos: El cuadro absolutamente anotador de un hebreo creyente que se coloca por encima de la regla de su propia fe, un Maestro humilde que afirma su autoridad suprema sobre toda la conducta del hombre, un reformador moral que descarta todos los demás fundamentos, y dice: “cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, le comparare a un hombre prudente, que edifico su casa sobre la roca” (Mateo 7:24.) Cuarenta y nueve veces, en este breve registro del discurso de Jesús, aparece esta frase solemne mediante la cual autentica la verdad: “De cierto os digo”.
La perfección de Cristo.
Ningún maestro que llama los hombres al arrepentimiento y a la justicia puede evitar alguna referencia a su propio pecado e imperfección. En realidad, cuanto más santo es, tanto mas lamentara y reconocerá sus propias limitaciones. Pero en las palabras y hecho de Jesús, hay una ausencia total en la conciencia o confesión del pecado. Tenia el conocimiento mas profundo respecto de los males del pecado, y sin embargo no cayo sobre su alma sombra o mancha alguna. Por el contrario, Él, él más humilde de los hombres, lanza el siguiente reto: “ ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” (Juan 8:46.)
El testimonio de los discípulos.
Ningún judío cometió jamás el error de pensar que moisés era divino; ni aun sus discípulos más entusiastas hubieran soñado jamás con atribuirle declaraciones como esta: “Bautizándolos en el nombre del Padre, y de moisés, y del Espíritu Santo.” (Compare Mateo 28:19.) Y la razón es que Moisés jamás hablo ni se comporto como uno que procedía de Dios o compartía su naturaleza. Por otra parte, el Nuevo Testamento enuncia este milagro: tenemos aquí un grupo de hombres que caminaron con Jesús, y le vieron en todos los aspectos característicos de su humanidad y que, sin embargo, mas tarde lo adoraron como divino, predicaron que su nombre era el poder para la salvación e invocaron su nombre en oración. Juan, que se recostó sobre el pecho de Jesús, no vacilo en hablar de El cómo el eterno (Hijo de Dios que creo el universo (Juan 1:1, 3), y relata sin vacilación ni disculpas el acto de Tomas de adorarle y exclamar: “¡ Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28), estado consciente del hambre y la sed sufridas por el señor, que le había escuchado orar, y le había visto llorar, en otras palabras, que había sido testigo de su humanidad toda, mas tarde les dice a los judíos que Jesús esta a la mano derecha de Dios, de que posee la prerrogativa divina de impartir el Espíritu Santo (Hechos 2:33,36); De que es el único camino de la salvación (Hechos 4:12), el Perdonador de pecados (Hechos 5:31) adora al señor y le atribuye a El “gloria ahora y hasta el día de la eternidad”.
No hay registro alguno en el sentido que Pablo el apóstol viera a Jesús en la carne (aunque le vio en forma glorificada), pero se encontraba en contacto directo con los que lo habían visto. Y este Pablo, que jamás perdió esa reverencia hacia Dios que le había sido inculcada desde su juventud, describe no obstante con calma perfecta a Jesús como nuestro “Gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13), le representa encarnado la plenitud de la deidad (Colosenses 2:9), y como creador y Sostenedor de todas las cosas (Colosenses 1:16, 17.) Como tal, su nombre debe ser invocado en oración (1 Corintios 1:2; compare Hechos 7:59) y su nombre esta unido al del Padre y del Espíritu Santo en la bendición apostólica (2 Corintios 13:14.)
Desde el principio mismo la iglesia primitiva considero divino a Cristo y lo adoro como tal. A principios del segundo siglo un funcionario romano informo que los creyentes estaban acostumbrados a reunirse antes del amanecer y” cantar un himno de alabanza a Cristo, como si fuera Dios”. Un autor pagano escribió lo siguiente: “los cristianos adoran todavía al gran hombre que fue crucificado en Palestina.” Hasta el ridículo de los paganos constituye un testimonio de la deidad de Cristo. Se encontró una inscripción en un antiguo palacio romano (anterior al siglo cuarto) la cual representa una figura humana con cabeza de asno, pendiente de una cruz, mientras que un hombre se encuentra ante ella en actitud de adoración. Debajo de la inscripción se lee lo siguiente: “Alexamenos adora a su Dios.” Henry Van Dyke hace el siguiente comentario:
De esta manera las canciones y oraciones de los creyentes, las acusaciones de los perseguidores, las burlas de los escépticos, y el desprecio grosero de los que se burlaban,
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