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OS PRINCIPALES SISTEMAS ÉTICOS


Enviado por   •  17 de Octubre de 2013  •  Exámen  •  2.027 Palabras (9 Páginas)  •  330 Visitas

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OS PRINCIPALES SISTEMAS ÉTICOS

LOS ORÍGENES DE LA REFLEXIÓN MORAL.

A un periodo de preocupación por explicar la naturaleza, con el que comienza en Grecia la filosofía, le sigue la preocupación por los problemas más próximos al ser humano, como son los políticos y morales. Ésta reflexión se da muy unida a las nuevas circunstancia que afectan las ciudades griegas., en especial en Atenas

EL RELATIVISMO DE LOS SOFISTAS

En el siglo V a C., en pleno auge de la democracia ateniense, unos maestros, llamados sofistas, ofrecen enseñanza sobre las cosas más cercanas al hombre: antropología derecho o política. Los sofistas introducen el escándalo de discutir entre lo que es por naturaleza y los que es por convención, y establecen lo que se conoce con el nombre de doble discurso, o el sí y el no da cuestión.

Según Protágoras, uno de los más señalados sofistas, no tiene sentido hablar de lo que las cosas son, sino de lo que aparecen a cada uno. Aplicado al campo de la ética, no cabe definir la justicia o el bien o los demás valores morales, sino que serán buenas o justas aquellas cosas que así aparezcan a cada uno.

EL INTELECTUALISMO MORAL DE SÓCRATES

Comparte con los sofistas el ambiente cultural, la época y las preocupaciones, pero no es relativo y escepticismo. Domina en él un absoluto empeño por buscar la verdad, convencido de su existencia y de la posibilidad de alcanzarla. Por ésta razón invita a cada uno a interrogarse sobre qué es el bien en la confianza de que la razón que anida en cada uno puede alumbrar ese conocimiento. En esta búsqueda le va la hombre su felicidad.

Sostiene que en el conocimiento está el secreto de la actuación moral. Formula de esta de esta manera lo que se conoce como intelectualismo moral: el conocimiento es virtud, el único vicio es la ignorancia, y el remedio está en que la virtud puede ser enseñada.

Cuando el hombre conoce bien, obra con rectitud porque “nadie se equivoca a sabiendas”. La cauda de que los hombres obren mal no está en una debilidad sino en un error intelectual: juzgan como bueno o conveniente lo que no es tal. Al considerar que todas las virtudes morales son formas de conocimiento, entiende que seríamos justos solo con que conociéramos lo que es la justicia.

PLATÓN I LOS IDEALES MORALES

Platón, discípulo de Sócrates, hereda de su maestro la pasión por la verdad. Sitúa ésta en un mundo de realidades ideales en el que se encuentran también los valores morales: la justicia en sí, la belleza en sí, el bien. No se tan centradamente como su maestro de las cuestiones éticas, pero todo su sistema está lleno de sentido moral.

Establece Platón una correspondencia entre el bien del individuo y el bien de la sociedad. La organización y división de ésta se hace por analogía con el alma humana. Distingue en ésta tres partes: la racional, la irascible y a concupiscible, es decir, inteligencia, carácter y apetito y deseo.

El puesto de cada ciudadano en la sociedad, formada a su vez por gobernantes, guardianes y productores, depende de cuál sea la parte del alma que más predomina en cada uno. A cada clase social, así como a los individuos que la integren, corresponde una virtud: la prudencia en los gobernantes, la valentía en los guerreros, la moderación en los productores.

Tanto en el alma como en la sociedad puede haber conflictos. Éstos deben resolverse ejerciendo cada uno la virtud que le es propia: la razón debe dirigir; el valor ha de proteger; el apetito ha de mostrarse obediente y moderado. El resultado será un alma justa, una ciudad organizada con justicia, y, en consecuencia, un ciudadano feliz.

ARISTÓTELES: EL BIEN COMO FELICIDAD

En Aristóteles, discípulo de Platón la ética aparece como disciplina filosófica y constituye, juntamente con la política, una ciencia que tiene por objeto las acciones humanas no productivas.

Según Aristóteles, el hombre es actividad permanente, dirigida a conseguir multiples fines. Pero por encima de todos ellos, la acción humana aspira a un fin último que, en cuanto tal, unifica a todos los demás y respecto del cual todos los demás no son otra cosa que fines particulares o medios para alcanzar aquel fin último, que unifica, organiza y jerarquiza a todos los demás.

Si preguntamos por su nombre, todos estarán de acuerdo, cultos e ignorantes, en determinarlo felicidad (eudaimonia). A conseguirla se encaminan todos los esfuerzos y acciones humanas, porque es el bien propio de la naturaleza humana.

Con el fin último, la felicidad tiene estas tres características:

-autarquía: es decir, se basta así misma.

-perfección, en el sentido de acabado: no cabe añadirle nada.

-excelencia: constituye la actividad más elevada y propia del ser humano y en la que éste encuentra su realización plena.

Ahora bien, ponerse de acuerdo en el hombre no loe s todo; se necesita concretar en qué consiste y cómo se alcanza la felicidad. Aristóteles afirma que no es el placer ni la riqueza, aunque muchos dicen que la felicidad y la fortuna son una misma cosa, si tiene relación con el vivir bien, pero entendido en el sentido de vivir de acuerdo con la función que le sea más propia al ser humano, a la manera como un buen flautista es quien realiza bien la actividad de tocar la flauta o un escultor, la de esculpir la estatua.

La función que es más propia y característica del ser humano es la que deriva de la razón. El hombre es un ser que tiene logos y su actividad mas propia y característica es el ejercicio de esa capacidad, que Aristóteles llama la vida teórica o contemplación. Pero a esta actividad no se llega de forma inmediata sino por consecución y el ejercicio de las virtudes.

La virtud viene determinada por la razón y por la consideración práctica de lo que haría un hombre prudente, en tales circunstancias, y consiste en un medio entre dos vicios. Por ejemplo, el valor es un término medio entre la cobardía y la temeridad; la afabilidad, entre la indolencia y la irascibilidad; la generosidad, entre la avaricia y la ostentación.

Alcanzar la felicidad requiere también de algunas condiciones externas, como la salud, una cierta fortuna, fama o poder que no son necesarios “en gran número y calidad”, ya que hacen al hombre feliz aunque lo ayuden.

En Aristóteles, la ética y la política

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