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Personalismo

averas8 de Octubre de 2013

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Introducción

Hablar de filosofía personalista o de personalismo comunitario es hablar del futuro. No cabe duda que vivimos en una sociedad que se acerca al precipicio. En donde la gran mayoría se rige por principios teóricos. En donde se ha herido a la persona, al adaptarla y obligarla a vivir en una occidentalización universal, en dónde no se respeta ni a los iguales ni a los distintos. En donde se nos propone una forma de vivir que no es sincera.

Actualmente, el sistema en el que vivimos se encuentra en crisis, y por tanto, los seguidores del modelo económico también. Llevando consigo una crisis de la civilización, crisis en lo más básico de las necesidades humanas, de lo primario de la condición humana. En donde solo se pinta la fachada, pero no se proponen soluciones estructurales.

Partiendo de la premisa de que la persona es superior a otras formas de vida, se puede concluir, por tanto, que el ser persona incluye ser una forma de vida evolucionada. En el ramo de lo social hemos llegado a niveles sorprendentes, pero es el modelo capitalista actual, el que nos arrebata esa condición de seres humanos. El progreso que propone el capitalismo, se basa en el crecimiento económico, pero olvida el desarrollo de las dimensiones básicas de la persona, la calidad del vínculo social, la capacidad de hacernos cargo de nuestras propias vidas, el arte y la cultura, podemos observar que no hemos mejorado, sino que hemos retrocedido, y esto, por concepto, no puede ser progreso autentico.

El libro “El personalismo, Autores y temas de una filosofía nueva” de Juan Manuel Burgos es una obra que explica que la filosofía personalista se caracteriza fundamentalmente por colocar a la persona en el centro de su reflexión y de su estructura conceptual. Procede de varias fuentes pero tomó forma precisa en la Francia de los años 30 y adquirió posteriormente una importancia notable en toda Europa, influyendo en acontecimientos tan relevantes como la Declaración de la ONU sobre derechos humanos. Este libro pretende ser una contribución a la vuelta del personalismo en un sentido doble. En primer lugar pone a disposición del lector una serie de conceptos y de autores para que pueda valorar si esta corriente filosófica resuelve alguno de sus problemas o responde a alguna de sus expectativas. En segundo lugar ofrece una visión de síntesis. Los personalistas han publicado mucho y se ha publicado bastante sobre el personalismo, pero existen pocas visiones globales de este movimiento. (1)

El personalismo como corriente de pensamiento tiene lugar dentro de un medio rodeado por diversas ideologías como el cientificismo y el positivismo, que rechazan las dimensiones trascendentes de la persona y el capitalismo que proclama la libertad del individuo y su derecho a la propiedad privada pero después no establece mecanismos solidarios entre los sujetos, sino que cada uno debe resolver sus problemas con sus propias fuerzas y recursos.

En respuesta al capitalismo, el marxismo como ideología de gran popularidad en el viejo mundo ofrecía un enfrentamiento con el opresor a través de la lucha de clases para reapropiarse de los medios de producción que habían usurpado los explotadores. El hombre estaba subordinado a la humanidad total para lo que se buscaba el llamado paraíso comunista.

Junto al marxismo aparecieron dos movimientos totalitarios con una concepción de la persona muy particular. El nazismo por un lado, propugnaba la supremacía de la raza aria sobre todas las demás y de ahí deducía su derecho a dominar sobre todos los pueblos. El fascismo por otro lado, definía al hombre como un momento o manifestación concreta que adopta un espíritu absoluto que permanece y al que tiene que ponerse a su servicio.

Ante las corrientes de pensamiento que subordinan al hombre a una entidad superior y reducen su naturaleza a dimensiones concretas que no abarcaban todo lo que implica ser persona; surge la necesidad de una respuesta que lo revalorizara y defendiera la verdadera identidad del mismo.

Esta respuesta, debería estar contextualizada en la realidad del mundo actual y debería ser un medio para facilitar propuestas de acción a la problemática del hombre. Resaltar la noción de persona, la experiencia de su ser, el encuentro con los demás, su trascendencia, subjetividad y libertad constituía una tarea de suma importancia y laboriosidad que finalmente el Personalismo se propone realizar.

El Personalismo Francés

Kant

A Kant se le considera precursor del Personalismo por sus aportes en torno a la concepción de persona como valor absoluto, distinguiéndola radicalmente de las cosas u objetos. Estas intuiciones han servido para colocar las bases a la propuesta filosófica y cultural del Personalismo.

En el capítulo segundo de su “fundamentación de la metafísica de las costumbres” formula el imperativo categórico: “obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de los demás, siempre como fin, nunca simplemente como medio”. Aquí introduce la noción del fin dentro del orden moral, que antes consideraba entre los motivos materiales. Los demás fines relativos que el hombre se propone son máximas subjetivas, con valor para el propio sujeto. Sólo “el ser racional existe como fin en sí mismo” y “posee un valor absoluto”. (2)

Kierkegaard:

Kierkegaard es considerado el fundador de la filosofía existencial y presenta la posibilidad de un verdadero retorno a la persona, sin tener que negar a la naturaleza humana, sino colocándola como el punto de partida para el encuentro con el ser personal.

Su postura existencialista parte de una fuerte crítica en contra del Idealismo de Hegel, quien diluye al individuo en el espíritu universal y absoluto; además arremete en contra del materialismo de su tiempo, que no logra alcanzar lo propiamente humano y ni tan siquiera explicarlo.

A Kierkegaard lo que le interesa es la existencia, es él quien acuña este concepto en el sentido de la existencia humana, es decir, del hombre individual y concreto en la totalidad de su experiencia personal, de su singularidad y autonomía, de su libertad y responsabilidad.

Este individuo concreto cobra conciencia de sí mismo en la impotencia y en el quebranto, en la culpa y en la angustia. Pero es en la fe, que se sabe abierto a Dios y liberado por Dios, único en el que puede encontrar el sentido de su existencia. La existencia humana personal, significa en definitiva, una “existencia delante de Dios”.

La figura de Kierkegaard representa uno de los casos más sobresalientes de interdependencia entre el pensamiento y la vida. Su filosofía aparece como imperativo vital, como verdad que sólo se constituye plenamente como tal al convertirse en vida; y la vida, como experiencia reveladora de la misma verdad teórica.

Maritain:

Luego se introduce a Maritain quien es considerado uno de los representantes contemporáneos del tomismo y personalismo comunitario, pues fue el primero que desarrollo técnicamente algunos temas personalistas, además de inventar parte de la terminología e influir de este modo en Emmanuel Mounier, y éste es sin duda la fuente principal de su pensamiento.

La humanidad, "la esencia del verdadero hombre" se expresa en la cultura, de tal manera que el hombre no es un animal de naturaleza, sino un animal de cultura; su naturaleza consiste en su cultura (3). De esta forma viene dada la apertura a la consideración de la educación como eminente tarea humana; pues puede decirse que la educación es la vía para la humanización del hombre. La humanización es el esencial dinamismo que mueve y da sentido a la conducta humana. El animal simplemente sobrevive; el hombre trasciende este dinamismo primario pues se da a sí mismo los recursos para la supervivencia y, así, va más allá de ellos: los trasciende.

Para Maritain, "la idea completa del hombre, la idea integral del hombre necesaria para la educación no puede ser sino una idea filosófica y religiosa. Filosófica porque esa idea tiene por objeto la naturaleza o esencia del hombre; y religiosa en razón del estado existencial de la naturaleza humana con relación a Dios".

Mounier:

La filosofía de Mounier afirma que el individuo es la dispersión de la persona en la materia, dispersión y avaricia. Afirma que la persona no crece más que purificándose del individuo que hay en ella, la persona llega a reivindicarse como ser concreto y por ello relacional y comunicativo, es decir, comunitario. En plena posesión de una dialéctica existencial, el personalismo aislado como unidad teniendo en cuenta la humanidad como referencia máxima con la cual cotejar, centra sus esperanzas en el término lingüístico.

“Una persona es un ser espiritual constituido como tal por una manera de subsistencia; mantiene esta subsistencia por su adhesión a una jerarquía de valores libremente adoptados, asimilados y vividos por un compromiso responsable y una conversión constante: unifica así toda su actividad en la libertad y desarrolla, por añadidura, a impulsos de actos creadores la singularidad de su vocación”.

El hombre es todo cuerpo, pero también, es todo espíritu. Esta última noción restaura la dignidad inherente que Sartre rechaza, mientras combate la convicción de Marx, de que el hombre es únicamente cuerpo. El hombre no puede existir sin el cuerpo, ciertamente, pero es el reconocimiento de su

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