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RELIGIOSIDAD

luisalcedo13 de Noviembre de 2013

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RELIGIOSIDAD

1. ANTECEDENTES

El Instituto Nacional de Estadística de México, publicó en el 2005 un estudio sobre la diversidad religiosa de México, en dice que “la religión puede considerarse un complejo sistema de doctrinas, prácticas e instituciones que tienen gran influencia en la definición e integración de los países; por lo que conocer las diferentes religiones que profesan los habitantes del país… coadyuva a explicar la situación sociocultural donde está inmersa la población” .

En este estudio se buscó conocer las principales características sociodemográficas de la población de acuerdo a la religión que practica, donde la iglesia católica sigue siendo predominante, aunque en las últimas décadas han proliferado numerosos credos de diversa filiación.

En la primera mitad del siglo XX, el volumen de la población católica en México refleja el crecimiento de la población del país; en la segunda mitad del siglo, el crecimiento de esta población es desigual, como resultado de la aparición de nuevas creencias y el reconocimiento de la falta de un credo, lo que ha reducido la presencia católica. Este es un hecho que también se presenta en Colombia y en el municipio de San Pelayo.

Ejercicios similares también se han realizado en otros países como Chile , Cuba , por ejemplo. Sin embargo, estos ejercicios estadísticos se dedican a la cuantificación de la población por religión o secta, pero no tratan de buscar explicaciones sociológicas diversas, como los imaginarios sociales.

2. IMAGINARIOS SOCIALES

Para la comprensión de la religiosidad o no de un grupo humano, se parte, en este estudio, del concepto de imaginario social, considerando que las creencias de los grupos humanos responden a procesos de poder y de imposición social.

“El concepto de “imaginario” constituye una categoría clave en la interpretación de la comunicación en la sociedad moderna como producción de creencias e imágenes colectivas. Lo deseable, lo imaginable y lo pensable de la sociedad actual encuentra definición en la comunicación pública. Por lo cual, ésta se convierte en el espacio de construcción de identidades colectivas a la manera de “verse, imaginarse y pensarse como”. Esta perspectiva permite entender las cuestiones de cultura como desde la reflexión de la identidad a la reflexión sobre la diversidad” .

Las significaciones imaginarias sociales también mantienen y justifican un orden social. Es lo que se conoce como los problemas de la legitimación, integración y consenso de una sociedad. Legitimación entendida como explicación, fuente de sentido y plausibilidad subjetiva; esto es, las significaciones sociales muestran, contrastan y ocultan, a la vez, una realidad social. Integración entendida como orientación y determinación de conductas; es decir, las significaciones sociales estimulan, permiten y prohíben la acción social porque la propia acción ya es simbólica o significativa en la medida en que es humana. Y consenso formulado como el acuerdo que permite y facilita el dominio del entorno social. De modo que las significaciones sociales permiten, a la vez, el dominio, adaptación y sometimiento de los individuos sociales a un orden anterior y exterior a ellos.

En este sentido la creencia y la religiosidad son formas de mantenimiento del poder y el orden social, no en vano, en gran cantidad de sociedades sacerdotes y gobernantes coincidían.

La pérdida del lugar central de la religión como elemento estructurador de la vida social parecía ser una constante en el mundo occidental. Sin embargo, en las últimas décadas hemos asistido a un retorno de lo religioso o mejor dicho a una recomposición de lo religioso como integrante esencial de fenómenos sociales y políticos.

“En la América Latina esa recomposición de lo religioso está representada principalmente por una pluralización, donde la Iglesia Católica ha perdido su situación casi monopólica. En ese contexto, es notorio el avance de los grupos protestantes de nuevo cuño, la revitalización de religiones indígenas ancestrales, las expresiones de religiosidad presentes en ambientes no convencionales, el surgimiento de nuevos movimientos religiosos, la disolución del núcleo fuerte del laicismo y del anteclericalismo criollo, el cual se manifiesta en el reconocimiento y respeto de lo religioso aún en uno de los Estados más laicistas del continente como lo es México” .

Varios países del continente tienden al laicismo, lo que puede ser interpretado como una paradoja, si se toma en cuenta que en él, la religión, en general, y la religión católica en particular, siempre ha desempeñado un papel central.

De hecho, no es exagerado decir que el catolicismo de origen español, que llegó con la conquista, modeló la sociedad durante más de cuatro siglos y que su influencia se extiende hasta nuestros días. En el contexto la religiosidad sigue siendo evidente, a pesar de un proceso de secularización institucional impulsado por el Estado a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Ese proceso de secularización, cobró mayor fuerza en el contexto urbano entre los sectores medios ilustrados. En el medio rural, su avance fue mucho menos importante, sobre todo en las comunidades indígenas, donde aún puede hablarse de la centralidad de lo religioso a un grado tal que algunos autores sostienen la existencia de una religiosidad englobante. .

Sin embargo, en la actualidad, el monopolio religioso del catolicismo ha desaparecido, o por lo menos experimenta un innegable retroceso, dando lugar a un proceso de recomposición de lo religioso que se expresa en la creciente diversidad religiosa y en las diferentes posiciones que existen en el seno de la Iglesia Católica, actualmente con el papado de Francisco I.

En lo que concierne a los trabajos históricos sobre la religión, conviene aclarar que en América Latina, el predominio de la Iglesia católica, fue tan intenso que hasta el siglo XIX, no se conoce otra historia del cristianismo que la del catolicismo romano. Esa situación empieza a cambiar, cuando las iglesias protestantes, que habían sido políticamente excluidas, arriban al territorio latinoamericano. Esta influencia no comienza a crecer sino hasta entrado el siglo XX .

Tradicionalmente se habla en el mundo de algunas religiones mayores, de otras menores, de sectas y religiones primitivas.

Incluso de parte de preconceptos como que necesariamente el monoteísmo es culturalmente superior al politeísmo, a pesar de religiones tan importantes como el hinduismo. Así mismo se habla del budismo como religión, cuando muchos lo consideran una doctrina de comportamiento, semejante al confucionismo, taoísmo y otros.

Así mismo es necesario distinguir algunas posiciones de negación. Se distingue entre agnosticismo y ateísmo, ya que el segundo implica la negación de la existencia de dioses, mientras que el primero no.

En la práctica social algunos países desarrollados son de orden agnóstica, por confinamiento del teísmo en las conciencias y exclusión en la exterioridad, proclamando la cuestión religiosa como algo privado de cada ciudadano y no algo público.

El agnosticismo no niega explícitamente la existencia de los dioses, sino que niega únicamente el conocimiento de su existencia, y por esta razón, muchos ateístas no lo clasifican como ateo. Los agnósticos, al igual que muchos ateístas, a menudo argumentan que la carga de la prueba recae sobre quien afirma algo, y no sobre quien deja de creerlo. Por consiguiente, la negación de la existencia de dioses no requiere de una prueba tanto como lo requiere la afirmación de su existencia.

En la página de Colombia Aprende hay una reseña respecto a la religiosidad en el país.

“Desde la época del descubrimiento y de la conquista, Colombia ha sido marcada por la presencia de la Iglesia Católica y su obra evangelizadora. Una creencia que llegó a todos los rincones del país, regida por las normas de la monarquía española.

“Sin embargo, los hechos demuestran que desde la inquisición, siempre ha habido desviación, rechazo y diferentes puntos de vista frente a la religión católica. Las herejías, resistencias indígenas y negras fueron los primeros en rechazar el pensamiento católico.

“Los emigrantes, por razones coyunturales, llegaron a implantar una nueva cultura y religión. Un primer indicio de presencia protestante fue en el Darién en 1698, donde no se logró un asentamiento permanente. Años más tarde, vienen algunos judíos y musulmanes que emigraron clandestinamente al Nuevo Reino de Granada.

“Igualmente, ingresan los luteranos, extranjeros de paso (holandeses o ingleses) que por el comercio, llegaban a estas tierras. Otras emigrantes fueron los gitanos, quienes llegaron al país escapando de las leyes racistas españolas, donde no tenían el más mínimo derecho a ser visibles. En consecuencia a este pluralismo de religiones, vinieron épocas de disturbios, reformas y protestas del gobierno, la población y la misma iglesia.

“En los últimos años, después de la Constitución de l99l, que acepta la libertad de cultos, originó un país con pluralismo religioso. En la actualidad, como en cualquier país de Latinoamérica, la mayor parte de la población es Católica, sin embargo, se estima que aproximadamente 4.000.000 de colombianos han abandonado el catolicismo y se han incorporado en congregaciones Anglicanas, Luteranas, Mormonas, evangelistas,

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