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Resumen De Un Pepe


Enviado por   •  9 de Febrero de 2014  •  4.480 Palabras (18 Páginas)  •  381 Visitas

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Una desconocida sigue a un desconocido

A las dos de la mañana del día 28 de diciembre se deslizaba una figura blanca pegada a la pared exterior del panteón. Avanzaba lentamente y como con temor, tanto que necesitó emplear más de un cuarto de hora para andar las cien vraras que hay desde la esquina noreste a la sureste de la plaza. Es decir, que aquella figura humana venía de la calle de Santa Teresa hacia la parte central de la población.

Al llegar a la esquina sudeste del cementerio, la mujer se detuvo y fue a arrodillarse delante de una imagen de la Virgen de Dolores que ocupaba un nicho en el ángulo que hacían las paredes de una casa que enfrentaba con el panteón. Dominada, sin duda, por una sola idea, la desconocida no había advertido que iba siguiéndola, a unos cincuenta pasos de distancia, un hombre embozado en una gran capa que llevaba un sombrero de alas anchas que le cubría hasta los ojos.

Un regalo del día de los inocentes

La mujer sacudió el aldabón con toda la fuerza de que fue capaz y repitió otras dos veces los golpes, que resonaron en el interior de la casa. Los primeros que escucharon los aldabonazos fueron dos enormes perros que velaban en el corredor y cuyos aullidos penetrantes y prolongados, despertaron a la servidumbre y alborotaron a las muías del coche que dormitaban en la caballeriza. Quitó la llave el más viejo de los dos españoles, un vizcaíno mal encarado, que debía ser descendiente del que peleó con don Quijote. Sacó la cabeza, vio, escuchó; pero todo fue inútil. No se divisaba alma viviente, ni se oía más ruido que el del viento que silbaba en la desierta y silenciosa calle. Iban a retirarse todos, cuando uno de los criados observó que había alguna cosa delante de la puerta. Recogió el objeto, vio que era un cestillo cubierto con un lienzo blanco, y habiéndolo levantado por orden de Fernández, se ofreció a la vista de éste y de los que lo acompañaban, un niño profundamente dormido.

Primeros años de la vida del pepe. Cambio completo en su situación.

Creció éste y llegó a los catorce años siendo el ídolo de la que pasaba por ser su madre, cuyo entrañable amor le compensaba el desvío con que lo veía don Fernando; quien como suele decirse, no tragaba al pobre pepe. Una enfermedad repentina arrebató a doña Josefa, sin darle tiempo de asegurar, como tenía propósito de hacerlo, la suerte de su hijo adoptivo. Se había propuesto disponer en su favor de la mitad de los gananciales que le correspondía en el caudal de su marido, pero sintiéndose en buena salud y no de edad avanzada, fue aplazando de día en día el poner en obra aquella determinación.

Un protector misterioso

Salió Gabriel de aquella casa donde había vivido desde la noche en que vino al mundo, y a la que no volvería jamás, y se paró en la esquina, sin saber a dónde ir ni qué partido tomar. un hombre que llegaba con paso apresurado, y preguntándole si era el niño Gabriel Fernández, a su respuesta afirmativa le entregó una esquela cerrada en forma de triángulo, como se acostumbraba hacerlo entonces con las que se dirigían de un punto a otro de la ciudad. Abrióla Gabriel y leyó lo siguiente: "Venga usted a verme sin pérdida de momento. Tengo qué comunicarle algo que le interesa. -Andrés de Urdaneche".Cuando entró Gabriel, don Andrés dejó la pluma con que escribía, se puso en pie y durante unos pocos segundos estuvo examinando al joven, en quien probablemente no se había fijado en casa de Fernández.

-Puede ser -murmuró entre dientes Urdaneche-, después de haber hecho

aquel rápido examen de la fisonomía de Gabriel; y sin ofrecerle asiento, permaneciendo él mismo en pie, le dijo:

-¿A qué carrera quiere usted dedicarse? ¿Al comercio, a la abogacía, a la medicina, a la iglesia o a las armas?

Misterios de la casa del escribano. Un capitán retirado

Considerándose ya como un huésped de don Ramón, Gabriel quiso conocer la posada y salió de su cuarto. Encontróse luego con el negro y habiéndole preguntado si haría mal en recorrer un poco la casa, le contestó Benito moviendo la mano en derredor, como trazando un círculo, y señaló en seguida a una puerta grande que se veía en el extremo del corredor del fondo, a la izquierda. Comprendió Gabriel que debía limitar sus paseos al patio exterior de la casa y a la parte interior de la izquierda. sorpresa al advertir que lo que oponía resistencia era una cadena de hierro, clavada por un extremo a la hoja de la ventana por la parte interior y que pasaba por encima de un torno como los que había en las porterías de los conventos de monjas! Al tirar Gabriel de la puerta, resonó una campanilla, y a poco oyó pasos que se acercaban por la parte de adentro y una voz de mujer …

Donde el cadete Fernández resuelve hacer lo que no haría a no estar loco de enamorado

Diciendo así, el capitán tomó por la mano a Gabriel y lo condujo a la pieza donde se daban las lecciones de esgrima.

-Escúcheme usted -dijo el joven deteniendo al capitán que iba ya a descolgar dos espadas-. Se trata de la felicidad de mi vida. Yo quiero casarme con la hija de usted.

-Rosalía -dijo don Feliciano, tomando la actitud más teatral que le fue posible-; este joven cadete, que se llama. .. se Hama. . .dispense usted ¿cuál es su gracia?

-Gabriel Fernández de Córdoba. -Caballero, si esto es una chanza, yo no sé cómo deba tomarlo. Si no me engaño, ayer me ha visto usted por primera vez; y de consiguiente, puede decirse que no me conoce. La edad que usted representa me indica que es usted hijo de familia; y su apellido, que pertenece a una de las principales de la ciudad. Supongo que lo que usted ha concebido por mí, no puede ser más que un capricho, que pasará como ha nacido. Agradeciendo a usted, pues, el honor que ha querido hacerme, me permitirá le diga que es demasiado joven para pensar en casarse. Yo misma no he dispuesto salir de la condición en que me hallo y que me impone obligaciones sagradas que deseo seguir cumpliendo como hasta ahora lo he hecho. Así, suplicando a usted prescinda de lo que no puede tener efecto, me excusará si me retiro.

EL PRIMER AMOR

Después de haberle dado aquella respuesta que impresiono tan desagradablemente al joven enamorado ,experimento en ella, no aquel sentimiento de tranquila satisfacción que hace nacer da la conciencia del deber cumplido, sino una especie de remordimiento con la dureza con la había

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