San Agustin De Hipona
Gieps13 de Mayo de 2014
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INTRODUCCION
Este ensayo trata sobre uno de los más grandes defensores de la fe de la historia de la iglesia antigua. Fue el último sobreviviente de la era de los gigantes de la iglesia.
Considerado un teólogo prolífico por su ingenio y creatividad, tuvo un comienzo bastante difícil en la fe, su duda era grande, El camino a la conversión de San Agustín fue realmente difícil, pero fue influenciado creyendo que era Dios el que le estaba hablando, y siguió leyendo el manuscrito de Pablo, basado en Romanos 13:13-14, fue influenciado de corazón por las predicaciones de Ambrosio. Pero fue convertido por algo que escuchó de unos niños gritaban “toma y lee, toma y lee” que penetraron hasta el corazón del gran maestro de retórica que bajo una higuera clamaba ¿Hasta cuando Señor, hasta cuando?, él tenía una lucha intensa contra el pecado, contra la inmundicia, pues se había dedicado a los placeres que Cartago le ofrecía. Cuando decidió romper con el maniqueísmo. Tuvo un cambio radical y dedicarse por entero a una vida religiosa, y a una vida dedicado al estudio de la Palabra y como uno de los escritores que mas han influenciado la fe de tantos católicos, como protestantes.
DESARROLLO
Nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, pequeña ciudad de Numidia en el norte de África romana. Su padre, llamado Patricio, era un pequeño oficial romano. Su madre Mónica le enseñó a su hijo los principios básicos de la religión cristiana y al ver cómo el joven Agustín se separaba del camino del cristianismo se entregó a la oración constante en medio de un gran sufrimiento. Años más tarde Agustín se llamará a sí mismo “el hijo de las lágrimas de su madre”.
En su búsqueda incansable de respuesta al problema de la verdad, Agustín pasa de una escuela filosófica a otra sin que encuentre en ninguna una verdadera respuesta a sus inquietudes. Finalmente abraza el maniqueísmo creyendo que en este sistema encontraría un modelo según el cual podría orientar su vida. Varios años siguió esta doctrina y finalmente la abandonó después de hablar con el obispo maniqueo Fausto. Ante tal decepción, se convenció de la imposibilidad de llegar a alcanzar la plena verdad, y por ello se hizo escéptico.
Fue en Milán donde se produjo la última etapa antes de su conversión: empezó a asistir como catecúmeno a las celebraciones litúrgicas del obispo Ambrosio, quedando admirado de sus prédicas y su corazón. Entonces decidió romper definitivamente con el maniqueísmo. San Ambrosio le ofreció la clave para interpretar el Antiguo Testamento y encontrar en la Biblia la fuente de la fe. Por último, la lectura de los textos de san Pablo le ayudó a solucionar el problema de la mediación y de la gracia. Según cuenta el mismo Agustín, la crisis decisiva previa a la conversión, se dio estando en el jardín con su amigo Alipio, reflexionando sobre el ejemplo de Antonio, oyó la voz de un niño de una casa vecina que decía: toma y lee y entendiéndolo como una invitación divina, cogió la Biblia, la abrió por las cartas de Pablo y leyó el pasaje. Al llegar al final de esta frase se desvanecieron todas las sombras de duda.
Cuando llegó a Tagaste vendió todos sus bienes y el producto de la venta lo repartió entre los pobres. Se retiró con unos compañeros a vivir en una pequeña propiedad para hacer allí vida monacal. Años después esta experiencia será la inspiración para su famosa Regla. A pesar de su búsqueda de la soledad y el aislamiento, la fama de Agustín se extiende por toda la comarca.
Filosofía:
Leyó y conoció de memoria muchas obras de filósofos, entre ellas estaban las de Cicerón, Varrón, Séneca, Plotino y Porfirio. Sintió preferencia por los neoplatónicos que ejercieron una gran influencia en él, pero a los que corrigió. Esta predilección se basó en considerarles los filósofos clásicos más cercanos
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