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Sintesis Ann Sullivan


Enviado por   •  28 de Octubre de 2014  •  1.589 Palabras (7 Páginas)  •  176 Visitas

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El caso de Helen Keller

Una mujer extraordinaria

Palabras materiales y formales.

Ya hemos definido palabra material, como cualquier signo o señal, hecho con gestos o con fonemas, que los miembros de un grupo social convienen en poner en correspondencia con alguna realidad concreta o suficientemente definida. Pero eso es la mitad del lenguaje. La otra mitad, y la más decisiva, son las palabras formales. Estas no designan ninguna realidad, sino que son operadores con que manipulamos las palabras materiales.

Los lingüistas actuales siguen sin haberse enterado de lo más importante ocurrido en la Historia Universal a propósito del lenguaje, o sea, la formalización de la Lógica. Igualmente Anne Sullivan creía ingenuamente que el lenguaje se agota en que haya un nombre para cada cosa. La distinción entre Lógica y Gramática debiera ser el primer axioma en cualquier libro de lingüística. La Lógica trata de las palabras formales y es la misma en todos los idiomas del mundo. Y sólo luego tiene sentido hablar de la inmensa variedad gramatical de palabras materiales en las diversas lenguas, vivas o muertas.

El primer elemento formal del lenguaje es la capacidad de afirmar o negar, es por tanto inseparable de la libertad propia de lo que solemos llamar espíritu, o sea, algo independiente de todos los impulsos causales de la naturaleza. Pues sólo hay una manera de afirmar, pero muchas maneras de negar o decir esto no es un vaso. En todo caso un espíritu pensante es al mismo tiempo un espíritu libre.

Esta es la puerta del lenguaje: el operador lógico más simple de todos, el afirmador-negador. Es el operador que conecta sujeto y predicado en cualquier frase, da igual ahora, si para afirmar o para negar. En ambos casos utilizamos este operador lógico para manipular palabras materiales, las que usamos como sujeto -a veces una sola- y las que usamos como predicado -generalmente varias-. Se afirma, o se niega, la conexión entre sujeto y predicado. En resumen, sólo tiene sentido hablar de palabras materiales, si previamente hay palabras formales.

Pensamiento y lenguaje.

Para pensar basta la realidad misma, sentida o intuida de manera directa e inmediata, sin necesidad de usar su signo socialmente convenido, sean gestos o palabras materiales, da igual si habladas o escritas. El pensamiento es un acto meramente interno, que queda en el ámbito de nuestra conciencia. En cambio, el lenguaje es un acto social. Lenguaje es la trasmisión de nuestro pensamiento a otras personas. Por tanto, puede haber pensamiento sin lenguaje. Sin duda no podemos ir muy lejos en nuestros pensamientos puros sin la ayuda de palabras materiales en teoría al menos, pensamiento y lenguaje no son lo mismo.

Formalización de la Lógica.

Como ya se indicó, la total separación de lo formal y lo material en el lenguaje y en el pensamiento no estuvo completamente clara hasta que Gottlob Frege y Giuseppe Peano, de modo totalmente independiente, identificaron con todo rigor los operadores lógicos.

El pensamiento funciona y progresa, el lenguaje trasmite correctamente el pensamiento de una persona a otra, gracias a que todos respetamos las leyes lógicas que gobiernan el pensamiento y el lenguaje, y a que estas leyes son las mismas para todos los humanos. Nos atenemos a las leyes lógicas de un modo inconsciente, automático, mecánico, sin darnos absolutamente cuenta de ello. Pero no nos apartamos un milímetro de esta legalidad lógica. Si violásemos esas leyes lógicas no habría lenguaje ni siquiera pensamiento.

Todo esto ha quedado perfectamente claro a partir de la formalización de la Lógica, en que esas leyes lógicas aparecen con total nitidez. Antes podría ser una muy fundada sospecha, aunque no absolutamente confirmada, pues la insuficiente formalización de la Lógica impedía dar el salto a la total certeza. Pero después de esa formalización, sólo la ignorancia de algo que se sabe con toda seguridad desde Frege y Peano puede explicar que la gente no extraiga las inevitables consecuencias de tan formidable conquista intelectual.

En efecto, si afirmamos algo cuyo contenido se opone a la formalización de la Lógica, ese contenido es palmariamente falso. Y esto alcanza a dos convicciones profundamente arraigadas. Se trata nada menos que del materialismo y el ateísmo. El materialismo entendido como afirmación de que el espíritu es mera emanación de la materia o naturaleza causal. Y el ateísmo, como desconocimiento de que la verdad formal de la Lógica es el primer Absoluto con que tropezamos por el mero hecho de pensar, hablar, escuchar, conversar o discutir.

El materialismo es incompatible con la existencia

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